Islas de calor en Neuquén: un estudio revela la amplitud térmica en las zonas de una misma ciudad

Planificación Urbana y Territorial

Una investigadora de Centenario investiga la diferencia de temperaturas de superficie en tres ciudades del país. Neuquén sorprende por su enorme contraste. El impacto de los refugios naturales y el valor de la información científica a la hora de planificar.

Caterina es licenciada en Ciencias Ambientales y lleva adelante su doctorado en Tarragona, España. Foto: gentileza

Una investigadora de Centenario estudia las «islas de calor» la distribución de las temperaturas superficiales de la ciudad de Neuquén. El centro urbano registra entre 36 y 40 grados; mientras que hacia el oeste y el noroeste, las zonas más áridas, las temperaturas superan los 44 grados, llegando a los 50.

El estudio se llevó a cabo durante las olas de calor en primavera y verano de los últimos 10 años, en base a la información de tres satélites. Forma parte de la tesis doctoral de Caterina Cimolai, una licenciada en Ciencias Ambientales, oriunda de Centenario, que lleva adelante su doctorado en la Universidad Rovira I Virgili de Tarragona, en la región de Cataluña en España, donde estudia las olas de calor y las adaptaciones en las ciudades.

El desafío de Caterina fue conocer la diferencia de temperatura en tres ciudades: Neuquén, Posadas y Buenos Aires. «El problema de estudiar el clima urbano es que no suele haber datos meteorológicos medidos en las distintas zonas de una misma ciudad. Neuquén, por ejemplo, solo tiene la estación en el aeropuerto«, advirtió la investigadora neuquina.

En la evaluación de la temperatura durante el día en Neuquén, detectó que, en la zona de la meseta, la parte más árida con pocos árboles y calles pavimentadas, la temperatura es más elevada en relación a la ciudad. Esto lo atribuyó a las características térmicas del suelo, la escasa o nula cobertura vegetal y los materiales de la superficie de la ciudad.

El calor golpea con fuerza durante el verano en Neuquén. Foto: archivo

El trabajo se focalizó en la medición de «la isla de calor urbana» (ICU), a la que definió como «un fenómeno propio de las ciudades vinculado con los materiales en la superficie que se calienta más en comparación con los entornos naturales». «En general, se espera que la ICU es positiva dado que las temperaturas de las ciudades suelen ser mas elevadas en comparación con las áreas que las circundan«, expresó.

La evaluación se centró en la temperatura de superficie (terrestre) y no la del aire que se mide en la estación meteorológica y está influenciada por otras condiciones, como el viento. Por eso, se emplearon los datos provenientes de tres satélites.

«Hay temperaturas que superan los 50 grados. Pero eso no quiere decir que si uno coloca un termómetro marque 50 grados. Porque lo que mide el satélite es la temperatura de los materiales que reflejan la radiación«, definió Caterina y añadió: «Entendemos que es una aproximación a lo ideal, que sería tener la temperatura a 2 metros, pero nos permite tener una idea de cuáles son los lugares más calientes y más fríos en la región estudiada».

Uno de los resultados fue que, durante el día, la isla de calor en Neuquén es positiva si se compara la ciudad con la zona rural de chacras. Sin embargo, la ICU medida entre la zona urbana y la meseta «se invierte», es decir, que se midieron mayores temperaturas en la barda, en comparación con la ciudad. Esto refleja la gran importancia que tienen las chacras como reguladores de la temperatura a nivel local.

El trabajo marca la diferencia entre dos zonas naturales: la barda y las chacras en Neuquén. «En las zonas de chacras, las temperaturas son bajas en relación a la zona de la meseta. Hicimos una comparación de los distintos barrios de Neuquén para conocer qué pasa en las diversas zonas con la temperatura. Y lo cierto es que los barrios cercanos a la meseta están más expuestos al calor. Con poco verde, las temperaturas son más elevadas. Hay una relación directa«, especificó.

Aquellos espacios con vegetación y agua, como el Paseo Costero, funcionan como refugios naturales. De modo que a orillas del río, las temperaturas rondan los 31 grados; mientras que en las zonas arboladas se pueden registrar hasta 17 grados, por debajo de los sectores áridos o pavimentados.

Hoy se sabe que la vegetación ayuda a reducir la temperatura y muchas ciudades en todo el mundo están construyendo refugios verdes. Caterina recalcó que su interés por estudiar Neuquén radica no solo en que es «el territorio donde creció». «Neuquén -aportó- tiene la particularidad de tener valle y meseta. La ciudad comparte estos dos espacios tan diferentes. Y con este tipo de información se pueden analizar distintos procesos que se están dando, como el crecimiento urbano. Es fundamental para pensar en planificación sostenible del territorio».

Durante el día, la ciudad es más caliente que el valle por unos 5 grados, aunque resulta más fresca que la meseta con una diferencia de 7 grados. Por la noche, la ciudad se mantiene más cálida que el valle en unos tres grados.

El mayor contraste se encuentra en Neuquén

Respecto al trabajo en las tres ciudades argentinas, destacó un mayor contraste térmico entre los distintos espacios de Neuquén en comparación con Buenos Aires y Posadas «debido a las características topográficas y los ecosistemas en el valle». Puso como ejemplo que en Posadas, hay mayor temperatura, «aunque no hay tanto contraste entre las distintas zonas naturales»: «Sucede que Posadas es más húmeda. Hay zonas productivas alrededor donde el suelo tiene menor cobertura vegetal, pero contiene más humedad».

Respecto al estudio que lleva adelante, Caterina consideró que la información puede aportar «a la planificación urbana tanto en Neuquén como en otras ciudades del Valle ya que el comportamiento es similar en Centenario o Cipolletti». «Sería genial que se integre este tipo de información en planes urbanos. Argentina está muy verde en planificación territorial. La brecha entre la academia y la gestión pública aún es grande», evaluó

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