Pueblos con túneles coloniales, minas de oro y circuitos rurales buscan consolidarse como referentes del turismo cultural e histórico en Argentina.
Argentina conserva en su interior profundo historias grabadas en piedra, polvo y minerales. Tres pueblos que alguna vez fueron centros clave de actividad minera hoy se reinventan como destinos turísticos que combinan naturaleza, aventura y memoria histórica. Uno de ellos está en Mendoza, y junto a otras dos localidades de San Luis y La Rioja, integra los circuitos mineros más atractivos del país.
Los protagonistas de esta propuesta son La Carolina en San Luis, Famatina en La Rioja y Uspallata en Mendoza, una pintoresca localidad cordillerana de Mendoza, todas ellas con minas históricas adaptadas al turismo rural y cultural. Además, las tres forman parte de la iniciativa Best Tourism Villages, impulsada por ONU Turismo: mientras La Carolina ya fue reconocida como uno de los mejores pueblos turísticos del mundo en 2023, las otras dos se encuentran compitiendo en la edición 2025 del certamen.

Turismo minero con historia viva
En San Luis, La Carolina ofrece recorridos guiados por la mina Buena Esperanza, un antiguo yacimiento aurífero que hoy puede visitarse con casco y linterna. Los visitantes se convierten en “mineros por un día” mientras recorren túneles de hasta 300 metros de profundidad, observan minerales y reviven la fiebre del oro del siglo XIX. Además, el entorno natural y las calles empedradas del pueblo invitan a caminar, buscar piedras semipreciosas, visitar museos y probar productos regionales.

En Famatina, el circuito minero conduce hasta la imponente Mina La Mejicana, ubicada a más de 4.500 metros sobre el nivel del mar. El ascenso en vehículos 4×4 atraviesa paisajes cordilleranos, cruces de río y antiguas estaciones del cable carril Chilecito, una joya de la ingeniería construida en 1904 para transportar minerales. También se pueden realizar caminatas por el Cañón del Ocre y conocer emprendimientos de productores locales.
Por su parte, en Uspallata se encuentra uno de los yacimientos más antiguos del país, cuyas minas datan del siglo XVII y fueron explotadas por los jesuitas. El recorrido incluye túneles coloniales, senderos interpretativos, rappel y trekking de aventura en altura, con vistas únicas de la cordillera. Además, las ruinas del antiguo asentamiento minero, con hornos, acueductos y vestigios jesuíticos, convierten la visita en un viaje al pasado