
Centenarios, un puñado de carteles enlozados han sobrevivido al paso del tiempo en distintas esquinas de la ciudad. A pesar de su valor histórico se siguen lamentando pérdidas.
En los últimos dos años desaparecieron al menos dos, sin pena ni gloria, centenarias e ignoradas. La referencia es a los tradicionales carteles enlozados que identifican ciertas calles bahienses, un patrimonio por descubrir, cuidar y preservar, de gran valor histórico y el retiro de los ubicados en las esquinas de Ingeniero Luiggi y Brown y el que identificaba a calle Blandengues en la esquina con Tucumán.


Son parte de los primeros nomencladores, enlozados, de fondo azul y letras blancas, colocados hace más de un siglo y que han sobrevivido de manera milagrosa en los frentes de antiguas viviendas.
Vinieron a reemplazar a otros más antiguos de hierro y también ellos en algún momento comenzaron a ser cambiados por indicadores colocados sobre postes, sumando la mano de circulación y la altura.
Tienen forma rectangular, variables sus medidas y tipografías. Incluso sobre una misma calle los hay de distinto tamaño. Es posible que los fabricara alguna casa local, con su diseño idéntico al utilizado en la Capital Federal.


En la práctica sería importante disponer que si se demuele o interviene una vivienda que posee este tipo de indicador se preserv el cartel, se notifique de su existencia y se lo reinstale o se resguarde. Y si alguien pinta o reforma una fachada consulte sobre como intervenirla y eventualmente a quien entregar ese testimonio.
Un toque de historia
No es simple saber cuándo se comenzó a colocar este modelo enlozado, pero hay postales que los muestran apenas comenzado el siglo XX. También comentarios en diarios de época dan cuenta de su existencia.
En 1909, por caso, este diario señalaba algunos errores. “Las chapas indicadoras ostentan una ortografía arbitraria y, pásmese el lector, hasta errores que están destinados a perpetuar”, se dijo.
Una observación se refería a la calle que corre entre Roca y Patricios, en la cual las chapas ostentaban la palabra “Blandenguez”, con z al final, “en lugar de Blandengues, el plural de Blandengue, soldado con lanza que defendía los límites de la provincia de Buenos Aires”, se explicó.
Esa es precisamente una de las chapas que se ha perdido en los últimos días, luego de haberse pintado el frente por un nuevo ocupante del local de esquina.

Otro error detectado estaba en calle Brown, que “ostenta tableros con Gral. Brown”, cuando Guillermo era en realidad Almirante. “El cambio es ridículo y atentatorio a la verdad histórica”, se apuntó.
Se menciona también a la calle que, milagrosamente, conserva al día al menos tres carteles. Es la arteria “detrás de las vías del Pacífico”, en los frentes ladrilleros del llamado barrio Inglés. “Recuerdan al capitán de Brigman, pero las chapas indican Brickman, habiendo entre uno y otro tanta diferencia como el día a la noche”, se mencionó.
También aquella crónica refiere que los chapones de la calle del palacio municipal dicen “Alsina”, cuando la ordenanza señala que se trata de “Valentín Alsina”, padre del no menos prestigioso Adolfo Alsina.

Con el tiempo se fueron agregando distintas chapas, a medida que la ciudad se extendía. Hay ordenanzas de la década del 30 disponiendo su colocación en calles distantes del centro.
Son elementos «menores», pero de gran significación. Italo Calvino lo describió de la mejor manera: “La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas”