Ambos llevan baterías de litio desarrolladas en su planta, Unilib
El servicio gratuito es parte de un plan de electromovilidad, que el vicepresidente Fernando Tauber y el decano Marcos Actis explican el detalle del proyecto.
El plan de electromovilidad de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) dio esta semana un paso importante con la puesta en funcionamiento de los Ecobus 1 y 2, que recorren un circuito que une distintas sedes universitarias y brindan servicio gratuito a estudiantes y docentes. Ambas unidades funcionan con baterías de litio producidas en Unilib, la planta que desarrollaron conjuntamente la UNLP y el instituto Y-Tec de YPF.
«La línea de desarrollo de energías limpias es estratégica para la UNLP, justamente porque nuestro modelo de universidad es el de producir para las grandes necesidades sociales y para el desarrollo soberano del país. Los Ecobus dando vueltas por la ciudad de forma gratuita, al servicio de nuestros estudiantes, son un ejemplo de ello y un reflejo de nuestra universidad inclusiva y de calidad», sostuvo al respecto el actual vicepresidente, Fernando Tauber.
«Estos vehículos funcionaron hasta la pandemia, en 2020, y luego no se volvieron a poner en marcha hasta ahora. El dato clave es que antes funcionaban con baterías compradas a un proveedor externo y ahora las armamos nosotros», explicó a Buenos Aires/12 Marcos Actis, decano de la Facultad de Ingeniería, unidad académica que tuvo un rol central en el proceso.
El plan al que refiere Actis incluye distintos acuerdos de conversión de vehículos, con la Municipalidad de La Plata, para un puesto de atención veterinaria móvil, y con la empresa 9 de julio, para dos micros urbanos de pasajeros.
«El primero que habló de electromovilidad y de baterías de litio en esta universidad fue Fernando Tauber, allá por 2010. Hacía poco que habían surgido los primeros vehículos en el mundo con baterías de litio. Hasta ese momento, se usaba el hidrógeno, que era mucho más inestable», rememora.
«Entonces comenzamos con la conversión de vehículos de combustión a baterías de litio. Guillermo Garaventta, ingeniero e investigador de la UNLP, primero produjo una moto eléctrica. Hicimos la reconversión de dos vehículos de la municipalidad de Tapalqué, una F100 y una combi, que todavía funcionan. Eso era a través de UniLitio, la antecesora de Unilib, que compraba las celdas y armaba las baterías», cuenta Actis.
La diferencia entre una cosa y otra no es menor: las celdas representan el 80 por ciento del valor de una batería. Actis grafica con números la importancia del desarrollo industrial y el agregado de valor: «la tonelada de litio, según el momento del mercado, vale entre diez y veinte mil dólares. Es lo que vale un kit de electromovilidad, con una batería que lleva diez kilos de litio, cien veces más».
En el AMBA circulan aproximadamente veinte mil colectivos, que se van renovando a razón de dos mil por año, porque su vida útil es de diez años. La UNLP trabaja en un proyecto de reconversión de esas unidades para que sean enviadas a otras capitales provinciales, pero se trata de una tarea que excede a su planta propia.
«Trabajando en un turno, la capacidad de Unilib permitiría reconvertir diez micros urbanos por año. Nuestra función es mostrar que es posible, que el conocimiento aplicado resuelve problemas y formar en nuestras plantas profesionales idóneos, que puedan multiplicar el proceso. Llevar eso a una escala de mercado es tarea de otros actores», reflexiona.
Sustentabilidad sistémica
Aunque el paso que dieron es importante, Actis muestra que la industrialización es un proceso largo y complejo, que requiere una mirada estratégica y panorámica a la vez. «El litio que entra a las fábricas de celdas no es litio a granel, que es lo que hoy exporta Argentina. Lleva un proceso previo, pasa por un horno especial, que requiere de una fuente de alta potencia. Hoy lo compramos a China y a Alemania, aunque probablemente sea originalmente argentino».
«En estos días licitamos la construcción de un parque solar en Vieytes, partido de Magdalena. Será un parque automatizado, de última generación. Generará, a más tardar en dieciocho meses, diez megas en veinte hectáreas, energía suficiente para abastecer a un horno de litio», cuenta con orgullo.
«Ese dispositivo solo consume tanto como el resto de la universidad. Hay un horno en la región, propiedad de Y-Tec, que se compró y no legó a instalarse», dice y se ilusiona con la perspectiva de un acuerdo en beneficio mutuo.
Además del impacto ambiental positivo, del que ya hay estudios, el parque solar permitirá reducir considerablemente el presupuesto de la universidad destinado a energía eléctrica, que hoy ronda los doscientos millones de pesos mensuales.
Actis entiende que el impacto positivo de la electromovilidad en Argentina comienza por el transporte de pasajeros, al menos hasta que se mejore la infraestructura de carga. «Para que los vehículos particulares se vuelquen masivamente a la electromivilidad, hacen falta muchos más puestos de carga. Hoy una carga domiciliaria tarda ocho o nueve horas. Si hubiera puestos de carga rápida, tomaría apenas quince minutos. En China, el setenta por ciento de los vehículos particulares es eléctrico. Acá, mientras tanto, creo que la solución más sencilla pasa por los vehículos híbridos», explica.
«Respecto a la autonomía requerida para realizar los recorridos durante un tiempo prolongado, se hizo un análisis de potencia y rendimiento para definir, en base al tipo de motor, la cantidad de celdas y el tipo de distribución. Cada unidad cuenta con un dispositivo que permite utilizar energía desde la red de distribución estándar domiciliaria durante el proceso de carga. Parte del desarrollo de proyecto fue el de acondicionar un centro de carga acorde a las exigencias de consumo para cada unidad», dice el comunicado de la UNLP.
«Con el fin de poder realizar un seguimiento más intensivo, se diseñó un sistema de comunicación interno para poder recopilar distintos parámetros, como temperaturas de celdas, tensión en el motor, tensiones en las celdas y corrientes de consumo»