En el centro-oeste bonaerense los productores y pobladores cuentan que la falta de infraestructura agravó los anegamientos tras las intensas lluvias de los últimos meses; testimonios de una recorrida por Carlos Casares, 9 de Julio y Roque Pérez, donde está frenado un tramo clave del plan de la Cuenca del Río Salado
Carlos Casares y 9 de Julio están entre las zonas más afectadas por los anegamientos de campos Ricardo Pristupluk
CARLOS CASARES, Buenos Aires.- Para transitar por la ruta provincial 50, que es de tierra, entre la localidad de Carlos Casares y Bolívar, hay que subirse a una camioneta y, aun así, las probabilidades de quedarse encajado en medio del barro son muchas. Si esto sucede habrá que tener algo de suerte y esperar que pase un vecino con un tractor, porque tampoco hay señal para comunicarse por teléfono. Lo sabe muy bien la gente de Ordoqui, una localidad en donde viven 137 personas, lejos de las 2000 que supo albergar en la década del 40, cuando pasaba el tren. “Acá había seis fábricas”, dice Roberto Berardo al recordar viejos y buenos tiempos para una comunidad que estaba conectada con la ciudad. Hoy en esta localidad, sobre el camino de tierra que se vuelve intransitable, se encuentra una planta compresora que lleva gas de Vaca Muerta al AMBA.
Este es uno de los lugares del centro y oeste bonaerense con problemas de inundaciones por las intensas lluvias de los últimos meses, en especial durante abril y mayo, pero también por la falta de continuidad de diversas obras de infraestructura. En total, según la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), unos 2 millones de hectáreas quedaron bajo el agua en toda la provincia en el peor momento del fenómeno. La entidad informó que Carlos Casares y 9 de Julio se convirtieron en el epicentro del problema. Hoy siguen muy afectadas entre 800.000 y un millón de hectáreas, además de Carlos Casares y 9 de Julio, si se consideran Bolívar, 25 de Mayo, Henderson (partido de Hipólito Yrigoyen), parte de Saladillo y General Alvear, entre otras zonas.
Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) acortó ya en 100.000 hectáreas, es decir, a 7,1 millones de hectáreas, la siembra nacional proyectada de trigo debido a los excesos hídricos.
LA NACION hizo una recorrida, en las últimas semanas, de casi 1000 kilómetros por Carlos Casares, 9 de Julio y también Roque Pérez. En Carlos Casares hay por lo menos 82.000 hectáreas inundadas, que se pueden observar por satélite, pero no se ve el agua en aquellas hectáreas que todavía tienen cultivos, por lo que se calcula que es el doble. En 9 de Julio hay 80.000 hectáreas afectadas, pero también pueden ser más. Cayeron por lo menos, en promedio, 800 milímetros en lo que va del año. Roque Pérez y las localidades aledañas también tienen un mar de agua.
El demorado Plan Maestro
“Lo que da bronca es que pasan los años y las obras están sin hacer. Hay un Plan Maestro para el Río Salado [N.d.R., abarca 17 millones de hectáreas] desde hace 25 años, pero se ha hecho poco. Cuando se proyectó el plan, se comunicó que las obras estarían terminadas en 10 años. La inversión se habría pagado con creces con el resultado de la producción. Sin embargo, seguimos con las pérdidas económicas a causa de las inundaciones reiteradas en la provincia de Buenos Aires», señala Pablo Ginestet, secretario de Carbap. Según la entidad, se ha construido poco más del 50% de la infraestructura planeada.
Área de influencia del Plan Maestro Integral de la Cuenca del Río Salado
Un análisis de la organización reveló que el costo de no haber realizado las obras fue exponencialmente mayor que la inversión en hacerlas: el presupuesto contemplaba un desembolso de US$2000 millones (actualizado, cerca de US$4000 millones). Se estima que los productores de la cuenca han aportado al fisco, principalmente vía retenciones a las exportaciones, una cifra superior a los US$35.000 millones a pesar de tener pérdidas productivas acumuladas de más de US$5000 millones.