
En el corazón de Vaca Muerta, Añelo sumó una nueva atracción inesperada: una imponente réplica del icónico Toro de Wall Street, que fue emplazada cerca de la unión de las rutas 7 y 17, frente a un reconocido hotel de la zona. Se trata de una escultura que pesa más de 3 toneladas y es un símbolo de prosperidad y desarrollo económico.
El toro de Wall Street llegó a Añelo como emblema de fortuna y desarrollo
La obra es conocida como Charging Bull y se convirtió en un ícono global del optimismo financiero y la resiliencia.
La réplica recién llegada a Añelo —que habría sido donada por el propietario del hotel ubicado frente a la nueva instalación— reproduce fielmente el bronce macizo que caracteriza al original, ubicado en el parque Bowling Green.
Desde el sitio turístico Partir a Nueva York describen al toro como una figura que “trae felicidad, suerte y fortuna”. En este sentido, según la tradición, tocarle los testículos o los cuernos a la estatua trae buen rumbo en los negocios
El hecho es que un video viral de la réplica -que emula al toro de Wall Street y representa la fuerza de los mercados financieros- estalló en redes sociales con todo tipo de comentarios, entre trabajadores, residentes y visitantes de de la zona emblemática para el desarrollo de Vaca Muerta.
Lo que representa el toro
El toro, con su cuerpo musculoso y postura de embestida, es mucho más que una escultura. En el mundo financiero, se lo asocia con un mercado “bullish”, es decir, en alza, en crecimiento, donde predominan la confianza y la inversión. Por eso, su presencia en Añelo no es casual: busca reflejar el potencial económico y energético que representa Vaca Muerta, considerada una de las principales reservas de gas y petróleo no convencional del planeta.
La obra remite directamente al famoso «Charging Bull» ubicado en el distrito financiero de Manhattan, frente a Wall Street. Aquella escultura fue creada por el artista italiano Arturo Di Modica en 1989 como un gesto de optimismo tras la crisis bursátil de 1987. Fue colocada sin autorización frente a la Bolsa de Nueva York y, con el tiempo, se transformó en un ícono del poder de los mercados globales. Hoy es también una de las atracciones turísticas más fotografiadas del mundo.
En Añelo, la versión patagónica del toro parece convertirse en algo similar: un nuevo símbolo que refleje el empuje del desarrollo energético.
La instalación ya atrae a quienes se acercan a tomarse una foto. Cuando sea inagurada, es muy probable que más de uno replique la tradición neoyorquina de tocar los testículos del toro para atraer la buena fortuna, una costumbre que mezcla humor popular con superstición financiera.
Y la elección de Añelo para ubicar esta réplica no es casual. Esta pequeña localidad del interior neuquino experimentó una transformación acelerada en la última década. Lo que antes era un poblado rural, con menos de 2.000 habitantes, hoy es un núcleo de operaciones petroleras, alojamiento de trabajadores, tránsito constante de camiones, y un punto de contacto entre el capital privado y la gestión pública. Vaca Muerta convirtió a Añelo en una pieza clave para el futuro energético del país.
El toro de Wall Street se convirtió en un ícono del capitalismo moderno y una atracción turística. Incluso se le atribuye una tradición popular: tocarle los testículos para atraer la buena fortuna.
Aunque la versión neuquina no se ubica en una plaza financiera, sí descansa en un lugar donde se proyectan las grandes apuestas económicas del país, con la energía como motor de desarrollo.
El toro no solo embiste hacia adelante: su figura y su presencia en Añelo parece marcar una declaración potente de intencionales, que llama la atención e irrumpe con fuerza en el escenario local.
La obra original está emplazada en el parque Bowling Green de Nueva York.