Actualmente, Argentina avanza hacia el segundo puesto global en producción de litio, gracias a proyectos en marcha en Jujuy, Salta y Catamarca. Además, posee la mayor reserva de cobre del mundo, con más de 1.000 millones de toneladas. Esta riqueza minera cobra especial relevancia en un contexto de transición energética y crecimiento de la demanda de minerales estratégicos.
La Secretaría de Minería estima que el país podría alcanzar exportaciones por 25.500 millones de dólares en el sector dentro de una década. Esta cifra se equipara al ingreso actual del complejo sojero. Para lograrlo, el rol del Estado resulta crucial: al igual que ocurrió con Vaca Muerta, se requiere inversión pública inicial, infraestructura logística y normativas claras para atraer capital privado.
Uno de los anuncios más importantes en el sector fue la inversión de 2.700 millones de dólares por parte de la multinacional Río Tinto en Salta, donde se espera producir 60.000 toneladas anuales de litio. Sin embargo, expertos advierten que la falta de rutas, energía y conectividad sigue siendo un obstáculo para el desarrollo minero competitivo frente a países como Chile.
“El RIGI no alcanza”, afirmó Marcelo Álvarez, director de Barrick Gold, en un foro reciente. “Si no hay infraestructura, los inversores elegirán países que ya la tienen.” Con esta advertencia, se reafirma la necesidad de una acción estatal estratégica para transformar el potencial minero argentino en una realidad exportadora sostenida.