
De la informalidad, pasaron a ser cooperativa y fuente laboral para 17 personas. Con su tarea cotidiana contribuyen al cuidado del ambiente. Cada vez hay más vecinos buscando sobrevivir a través de los basurales.
Son 140 toneladas de residuos urbanos por día los que se generan en Roca, según datos de 2022 de la Dirección de Ambiente y Desarrollo Sostenible municipal.
La mayoría va a disposición final, pero buena parte es reciclada como el papel, el cartón y el plástico, que puede convertirse en bancos de plazas. Esta es la tarea de la Cooperativa “Recicladora General Roca”, a través e la cual 17 personas tienen trabajo y una gran misión en sus manos.
Antes de volcarse al mundo de los basurales, Jesualdo Godoy era albañil y peón rural. Hace 15 años empezó a recoger residuos en la calle, clasificarlos y venderlos por bulto. De a poco, junto con otros que merodeaban los contenedores como él, comenzó a asociarse y ganar dinero para la subsistencia.

Pablo Castillo no deja de trabajar ni un segundo. Sistemáticamente inserta botellas plásticas a la prensa, quiere terminar su objetivo e irse a descansar. Muestra con orgullo su yegua, no llega en bicicleta ni caminando, se traslada a caballo. Tiene 42 años y trabaja desde chico con la gestión de basura.


“Nosotros nos enseñamos entre todos acá”, cuenta. El espíritu colectivo los unió; los hizo más fuertes para sobrevivir en las penumbras de la informalidad.
“Empezamos de cero, porque no teníamos nada”, cuenta Jesualdo a Diario RÍO NEGRO. Hoy tiene 60 años y es el presidente de la cooperativa fundada en 2022 con la colaboración del Municipio de Roca en los trámites de la personería, cesión de máquinas y el galpón en la Planta de Tratamiento de Residuos 1 donde desarrollan sus tareas.

“Entré acá y no salí más. Esta es mi fuente de trabajo ahora”, dice Luis Godoy, quien tiene 36 años y cuatro hijos que mantener. También tiene su pasado en el rubro albañilería. “Lo que se gana no es mucho, pero algo se gana”, cuenta. Al menos alcanza para pagar las cuentas.

Ellos son tres de los 17 integrantes de la cooperativa aunque en los inicios eran 23. Había cinco mujeres, de las cuales algunas continúan. Todos hacen todo, no hay jerarquías ni distinción. Del primero al último se arremangan para encontrar plásticos y vidrios entre la basura que llega a mansalva desde todos los hogares de la ciudad.

Los integrantes de la cooperativa de trabajo cumplen sus tareas en el galpón de 8 a 13 de lunes a sábado. Hacen recolección, selección, clasificación, enfardado y transformación de residuos sólidos. El plástico y el papel se clasifican por color. Utilizan prensas, máquinas para armar los “fardos” o “pallets” de cartón y plástico.
De noche recorren los Puntos Limpios en la zona céntrica donde los vecinos depositan los residuos separados en origen en el mejor de los casos. También salen a las celdas en el basural a buscar lo que llega de los vehículos particulares, a la par de muchas otras personas que sobreviven de encontrar materiales para vender o reutilizar.
Algunos de los materiales que reciclan son: plomo, tetra brick, bronce fierro, cartón, papel blanco, papel de color, pet cristal y otros plásticos, aluminio, plomo plaqueta y cobre.

El objetivo final es la comercialización de esos insumos reciclados como nuevas mercancías, a los cuales ellos les dan valor agregado con su trabajo y los convierten en objetos reutilizables. En febrero del año pasado, llegaron a vender 28.600 kilos de material reciclado en total, pero hubo meses donde llegaron a casi 40.000 kilos.
De esta manera, los recuperadores son trabajadores y también proteccionistas del medio ambiente ya que ocupan un eslabón fundamental en la cadena de la sustentabilidad. “Este es un trabajo como todos”, sintetiza el referente.
Difícil situación económica
Uno de los desafíos principales es buscar el mejor comprador que pague el mejor precio. Lo que más se vende es el cartón y la mayoría de los compradores son de la región, Roca o Cipolletti, pero también envían vidrio a un cliente de Mendoza. Cuenta Jesualdo lo difícil de encontrar quienes paguen a buen precio.

“Muchos se fueron porque bajó el precio del material también. Estamos luchando para seguir adelante hasta que se componga esto”, contó Jesualdo.
Mientras que en febrero de 2024 el precio del kilo de cartón era de $140, un año después se vende a $110. La situación económica los golpea y esperan con ansias que repunten los precios del material porque de lo contrario, las ganancias son cada vez más escasas. Hay muchos bolsillos y familias por alimentar.
El rol de los vecinos en la cadena
La cooperativa de recicladores depende directamente de la colaboración de los vecinos con la gestión de residuos en sus hogares y se abastece de los Puntos Limpios. La separación en las casas y su disposición en esos lugares agiliza el trabajo y les permite avanzar en sus labores.

“Queremos que la gente colabore con más material: vidrio, cartón, plástico. Lo que es escombro, hojas, césped, todo lo que dejan afuera de los puntos limpios no sirve y tenemos que levantarlo igual”, plantea Jesualdo.
Cada vez más personas en el basural
La postal en la Planta de Tratamiento de Residuos en la barda norte no es solo de grandes extensiones de tierra y basura, sino la de personas al acecho con bolsas y carritos, acompañados por perros o caballos, rodeando las celdas para llevarse lo que puedan.
“Hay mucha gente haciendo esto para comer. Hay camionetitas juntando cartón, plástico, chatarras, hierro. Todo eso es plata”, aporta Jesualdo por lo que ve en el día a día de su trabajo. Si bien se producen disputas por conseguir los mejores materiales, hay respeto por los trabajadores de la cooperativa.

Ante la compleja situación económica y los altos niveles de desempleo, cada vez son más los vecinos que viven de la gestión y venta de residuos. Basta con visitar el basural una mañana y ver la cantidad de personas que esperan llevarse algo para revender.
Por las noches también hay movimiento. Es común ver personas con linternas buscando entre los escombros; sobre todo el aluminio de las latas, elemento muy codiciado. También es habitual ver el ingreso con infancias, lo cual se denuncia ante las autoridades competentes