Habilidades blandas y el futuro del trabajo en Río Negro

Debemos formar a las nuevas generaciones no solo en conocimientos técnicos, sino también en aptitudes de interacción, comunicación y resolución de problemas en sus entornos.

América Latina enfrenta el desafío de consolidar mercados laborales más inclusivos y sostenibles. Como señalaba el pensador uruguayo Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. En el mundo del trabajo, esto se traduce en la construcción cotidiana de capacidades que permitan a los trabajadores no solo acceder a un empleo, sino también mejorar su calidad de vida y aportar al desarrollo colectivo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que la demanda de habilidades ha cambiado drásticamente: la automatización, la digitalización y la globalización requieren que las personas no solo dominen conocimientos técnicos, sino que también posean habilidades blandas (o soft skills, en inglés). Estas habilidades, a diferencia de las técnicas o duras, están relacionadas con la forma en que las personas interactúan, se comunican y resuelven problemas en entornos laborales. Incluyen competencias como la comunicación efectiva, el liderazgo, el trabajo en equipo, la empatía, la adaptabilidad al cambio y la capacidad de resolver conflictos. Sin ellas, la empleabilidad y la productividad se ven limitadas, ya que son esenciales para navegar en un mundo laboral cada vez más complejo e interconectado.

Río Negro se encuentra en una etapa clave de transformación productiva. Grandes inversiones, como la planta de licuefacción de GNL, el Oleoducto Vaca Muerta Sur y la expansión del sector energético, demandarán una fuerza laboral con capacidades que vayan más allá de lo técnico. La formación en habilidades blandas es fundamental para asegurar la integración de los trabajadores en estas cadenas de valor estratégicas, optimizando la colaboración interdisciplinaria y la resolución de problemas complejos.

Sin embargo, la realidad nos muestra que aún hay mucho por hacer. Según estudios de la OIT, más del 40% de las empresas en América Latina reportan dificultades para encontrar trabajadores con competencias adecuadas. En Argentina, la cifra asciende al 59%, lo que evidencia una brecha que debe reducirse. Además, informes recientes señalan que uno de cada diez trabajadores en el país ocupa un oficio que no existía hace dos décadas, lo que refuerza la urgencia de formar a nuestra población en nuevas habilidades.

En este contexto, y desde una visión de desarrollo sostenido y equitativo, el gobierno de Río Negro ha impulsado, a través de la Secretaría de Trabajo, un enfoque integral que no solo aborde la formación laboral, sino que también genere condiciones de trabajo seguras y equitativas. La firma de convenios con instituciones como el INTA, la Fundación Uocra, universidades, organizaciones gremiales, ONG e instituciones intermedias de la sociedad civil ha permitido certificar competencias laborales en sectores estratégicos, asegurando que los trabajadores cuenten con herramientas para mejorar su empleabilidad.

La reciente aprobación del “Protocolo de Actuación para Casos de Violencia y Acoso en el Trabajo” en noviembre de 2024 representa otro avance clave en la construcción de ambientes laborales saludables y respetuosos, promoviendo la equidad de género y el respeto por los derechos laborales.

El trabajo en territorio también ha sido fundamental para abordar problemáticas como los consumos problemáticos en ámbitos laborales y fortalecer la capacitación en higiene y seguridad. Un ambiente de trabajo seguro no solo mejora la productividad, sino que también protege la vida y el bienestar de los trabajadores.

Pero más allá de los esfuerzos institucionales, debemos preguntarnos: ¿estamos formando a nuestras nuevas generaciones no solo en conocimientos técnicos, sino también en habilidades que les permitan desarrollarse en un mundo laboral cambiante? ¿Cómo garantizamos que las oportunidades de empleo sean realmente inclusivas y equitativas en cada sector productivo? ¿Qué papel juegan las empresas en la construcción de entornos de trabajo que valoren el aprendizaje continuo y la adaptabilidad? ¿Cómo pueden los sindicatos y las organizaciones sociales fortalecer la formación de los trabajadores y la mejora de sus condiciones laborales?

El desafío es colectivo, porque la transformación del empleo no depende solo de normativas y políticas públicas, sino del compromiso real de toda la sociedad.

Ninguna política laboral es efectiva sin la participación de todos los actores involucrados. La coordinación entre sindicatos, cámaras empresariales, organismos gubernamentales y trabajadores es clave para garantizar condiciones laborales dignas y fomentar la estabilidad del empleo.

La articulación público-privada no es solo un requisito para el desarrollo, sino una herramienta estratégica para generar un mercado de trabajo más dinámico y con mayores oportunidades.

Las habilidades blandas ya no son un complemento, sino un requisito esencial para la inserción laboral en un mundo cambiante. En Río Negro, el desarrollo sostenible y la justicia social van de la mano.

Convencidos de que la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo, apostar a la formación integral de nuestra fuerza laboral es apostar al crecimiento de nuestra provincia y al bienestar de nuestra comunidad.

(*) Secretaria de Trabajo de Río Negro.

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