
La distinguen sus políticas de salud y educación; como contracara, el año pasado se registró una caída de la actividad económica, una inflación que está entre las más altas de Europa y una creciente tensión política por los buenos resultados electorales de la ultraderecha; las experiencias de los argentinos.

Viena está rodeada de montañas y parques naturales. Getty Images
PARA LA NACION Gabriela Origlia
Viena fue elegida este año, por tercera vez consecutiva, como la mejor ciudad para vivir en el mundo. La designación, realizada entre 173 urbes desde 2004, la otorga la Economist Intelligence Unit, parte de The Economist Group. La capital de Austria fue la primera ciudad europea en ganar el ranking en 2018 y mantuvo el primer lugar en 2019, 2022 y 2023. Además de criterios como salud, educación, infraestructura y cultura, obtiene una puntuación particularmente alta en seguridad y estabilidad. Copenhague, Zúrich, Melbourne y Calgary ocupan los puestos del segundo al quinto lugar.
La mayoría de los argentinos que llegan anualmente a Austria lo hacen con la visa Work & Holiday, que tiene un costo de 150 euros y está destinada a personas de entre 18 y 30 años. Esta visa permite permanecer un año en el país y trabajar hasta seis meses con el mismo empleador. Los cupos son limitados y se otorgan hasta 200 por año.
Carlos Tommasini, descendiente de austríacos, se crió escuchando las historias de sus abuelos y, tras varias visitas al país y viajes por el mundo, se radicó allí hace 40 años. Vive a media hora de Viena, en la región de los viñedos. Después de haber sido socio gerente de varias empresas, ahora está retirado. Sobre los argentinos que han llegado en los últimos años, señala: “Son muchos los que aprovechan la Working Holiday, que les permite trabajar libremente. Está diseñada para que conozcan el país, el idioma y puedan desarrollarse”.
Agrega que hay “mucha demanda de trabajadores en hotelería, gastronomía, delivery y cuidado de personas”, por lo que, además de la Work & Holiday, existen visas especiales para estos segmentos si se cuenta con un título.
Opciones de visas de trabajo
Austria tiene varias opciones de visas laborales. La tarjeta roja-blanca-roja, válida por 24 meses (su equivalente para quienes tienen pasaporte de la Unión Europea es la azul), solo permite trabajar para el empleador especificado en la solicitud y está destinada a ciertas categorías de trabajadores. También existe la visa de residencia de seis meses, una opción para quienes desean mudarse temporalmente para buscar empleo. Además, hay una visa específica para solicitantes de empleo altamente calificados.
El país utiliza un sistema basado en puntos para determinar la categoría de los solicitantes, incluyendo trabajadores altamente calificados, trabajadores calificados que pueden cubrir escasez de mano de obra, fundadores de empresas emergentes, graduados de instituciones locales de educación superior y autónomos.
Florencia Gómez, ingeniera civil, llegó a Austria a inicios de 2021 para realizar una maestría en Alemania, cuya tesis incluía la posibilidad de trabajar en una empresa. Ingresó a una compañía austríaca, donde posteriormente quedó contratada, y a comienzos de 2022 se trasladó a Viena por ese empleo. “En lo laboral, las políticas son muy buenas. Hay una alta protección para los trabajadores”, señala. Por ejemplo, desde el inicio corresponden 25 días hábiles de vacaciones y se pagan 14 sueldos al año.

Sin embargo, la carga impositiva sobre el salario es alta. Los empleadores deben pagar un 1,3% sobre el salario bruto para el seguro de accidentes, 3,87% para el seguro de salud, 10,25% para pensiones, 3% para el seguro de desempleo y 1,53% para un fondo especial de desocupados. Además, deben contribuir con un 3,9% para beneficios familiares, entre un 0,32% y 0,40% para la Cámara de Comercio y un 1% para la promoción del empleo. Las ganancias tienen alícuotas que varían entre el 0% y el 55%, según los ingresos. Un empleado que cobra 2.800 euros brutos, recibe aproximadamente 1.600 euros netos.
Carlos Tommasini destaca que todo está muy regulado. “Hay convenciones colectivas una vez al año donde se negocia el nuevo salario, que supera mínimamente la inflación, pero siempre es un poco más. No hay salario mínimo, pero el básico se aplica por ley”.
Emprender en Austria
Gustavo Ojeda, oriundo de Corrientes, trabaja como master grill en “El Gaucho”, un restaurante premium austríaco con cuatro locales en el país y uno en Múnich. Lleva 11 años en Austria, tras haber pasado seis años en Dublín. La parrilla vende ocho toneladas de carne argentina al mes. “Hay oportunidades. Trabajo se consigue rápido”, dice con su tonada correntina muy marcada. “Lo mínimo es hablar inglés, pero con alemán se puede avanzar mucho más”.

Martín Alday, dueño de EmpanadasBlitz, ofrece choripán, sándwiches de milanesa, empanadas, budín de pan y medialunas. “Llevo 19 años en Austria. Primero estuve en Playa del Carmen, pero cuando decidí irme de ahí, la situación en Argentina no estaba bien. Siempre cociné; mi abuelo y mi padre tenían una panadería. Apenas llegué, un libanés dueño de un restaurante me contrató. En la pandemia empecé a probar para emprender por mi cuenta. Abrí con un exjefe y amigo, pero no se acostumbró y seguí solo”, relata.
Asegura que la clave es ofrecer calidad a los clientes. En su local, todo es artesanal: hacen el pan, el chimichurri y los postres. “Hay muy buena recepción”, destaca.
Situación económica y política
Austria cerrará el año con una contracción del PIB de aproximadamente 0,7%, siendo el segundo año consecutivo de caída económica. Para 2025, el Banco Central Austríaco proyecta un crecimiento del 1%. En 2023, el país registró una de las tasas de inflación más altas de la Unión Europea (7,7%), aunque en 2024 se espera que cierre en torno al 2,9%. El desempleo es del 7,4%, reflejando la desaceleración económica.
En política, el partido ultranacionalista FPÖ, de extrema derecha, ganó las elecciones parlamentarias a fines de septiembre. Creció 13 puntos porcentuales respecto a 2019 y sostiene posturas antiinmigración, además de críticas a las medidas del actual gobierno, compuesto por conservadores y ecologistas.
Este giro político genera incertidumbre sobre posibles cambios en las políticas migratorias y laborales, especialmente en un país donde la demanda de trabajadores en sectores como hotelería, gastronomía y cuidados sigue siendo alta. Aunque aún no se han implementado medidas concretas, analistas señalan que un eventual gobierno del FPÖ podría endurecer los requisitos para visas y permisos de trabajo, lo que impactaría en quienes buscan radicarse en Austria. Además, existe preocupación en algunos sectores sobre un posible aumento en discursos antimigración y cambios en la dinámica del mercado laboral.
Sin embargo, el FPÖ renunció el miércoles pasado a formar un gobierno de coalición con los conservadores, reacios a su proyecto, con lo que fracasó por ahora su intento de formar gobierno.
Costos de vida y calidad de servicios
Viena es una ciudad cara, pero los alquileres son más bajos que en otras capitales europeas. Tommasini detalla que una habitación en un departamento compartido cuesta entre 300 y 600 euros. Un departamento de dos dormitorios, alejado del centro pero bien conectado, puede conseguirse por unos 800 euros.

El Estado regula el mercado de alquileres. “Toda Austria siempre ha sido de inclinación conservadora, excepto Viena, por lo que hay políticas como estas”, explica Ojeda. Agrega que “comer y moverse no es barato, pero está en relación con los ingresos. El transporte es económico si se contrata el abono anual, que es lo que usamos todos los que vivimos aquí. Sin abono, el tramo cuesta 2,40 euros”.
La salud es pública y de alta calidad, aunque algunas prestaciones deben pagarse. “Los hospitales son como hoteles cinco estrellas, con tecnología de punta y médicos muy reconocidos”, señala Alday. Tommasini confirma que no vale la pena pagar un seguro privado porque la cobertura pública es completa. La educación también es estatal.
“Austria es un país muy seguro. Hay muy poco delito”, asegura Tommasini. Sin embargo, advierte que el clima es duro y aprender alemán es clave para la integración. “De lo contrario, se terminan formando subgrupos y se genera una limitación”, concluye.