«Del oficio al algoritmo: la transformación de las redacciones»

Entrevista a Alvaro Liuzzi, periodista.
En un contexto donde la inteligencia artificial (IA) está redefiniendo múltiples industrias, el periodismo no es la excepción. Conversamos con Álvaro Liuzzi, periodista, consultor en medios, y editor del newsletter #Redacciones5G de Telecom.

¿Cuál es el principal impacto que la inteligencia artificial está teniendo hoy en las redacciones periodísticas?

Creo que el impacto más visible de la inteligencia artificial en las redacciones es la automatización de tareas operativas, algo que ha permitido asistir a los periodistas desde hace tiempo en procesos como la transcripción de entrevistas, la clasificación de grandes volúmenes de datos o incluso la redacción de notas automatizadas sobre resultados deportivos o cotizaciones bursátiles. De hecho estas posibilidades existían previamente al lanzamiento de ChatGPT, pero desde hace dos años han tomado una nueva escala en acceso e implementación.

Sin embargo, el verdadero cambio es mucho más profundo. La IA está transformando cómo producimos información, cómo distribuimos los contenidos y también permite comprender mucho mejor a nuestras audiencias . Hoy podemos usar herramientas de análisis de datos impulsadas por IA para conocer patrones de consumo y, con esto, personalizar la manera en que presentamos la información. Particularmente lo que más me llama la atención es cómo la IA no solo optimiza la producción de contenido, sino que también abre nuevas posibilidades narrativas, y esto es algo realmente inédito para la industria de los medios. Pensemos en proyectos que integran periodismo de datos con visualizaciones interactivas o que utilizan modelos de IA para traducir contenidos en tiempo real, rompiendo barreras idiomáticas. No obstante, y esto me parece crucial, la IA todavía no entiende contextos culturales, históricos o éticos, lo que significa que la última palabra debe seguir siendo del periodista. Un algoritmo puede producir un texto bien redactado, pero no puede decidir si es apropiado publicar una historia o cuáles son sus posibles repercusiones sociales. Este equilibrio entre la velocidad y la sintonía editorial es uno de los mayores retos que enfrenta la industria periodística.

En la elaboración de la guía Redacciones 5G, ¿qué desafíos específicos identificó para los medios que buscan adaptarse a estas tecnologías?

En la guía traté de abordar un problema de naturaleza transversal en las redacciones: la falta de un puente claro entre el entusiasmo por una nueva tecnología y la realidad de su implementación. Muchas organizaciones de noticias quieren integrar inteligencia artificial porque entienden su potencial para mejorar la producción y distribución de contenidos, pero pocas cuentan con conocimientos y estrategias sólidas para hacerlo.

Lo que he podido identificar al trabajar junto a equipos editoriales es que la adopción de estas herramientas genera tanto miedos infundados como expectativas irreales. Por ejemplo, se cree que la IA reducirá automáticamente los costos o solucionará problemas estructurales, cuando en realidad requiere una inversión considerable en capacitación, infraestructura y una revisión profunda de los flujos de trabajo para que su integración tenga un impacto positivo dentro de la organización.

Otros dos desafíos fundamentales que trabajé en la guía PeriodismoIA que escribí junto al programa Redacciones5G (Telecom) son las dimensiones éticas y el abordaje del cambio cultural dentro de las redacciones. Incorporar IA implica no solo capacitar periodistas en el uso de nuevas tecnologías, sino también superar resistencias al cambio y, sobre todo, redefinir hábitos y roles. Esto puede ser incómodo porque nos obliga a replantearnos procesos que hemos dado por sentados durante años dentro de la industria. La transformación tecnológica debe ir acompañada de una transformación cultural, este es un enfoque fundamental que muchas redacciones todavía no han incorporado plenamente en su visión estratégica.

¿Qué habilidades considera que deberían desarrollar los periodistas para trabajar con herramientas de IA sin perder la esencia del oficio?

Algo que siempre repito es que los periodistas no necesitamos convertirnos en programadores, pero sí debemos ser lo suficientemente curiosos como para entender cómo funcionan las herramientas de IA que usamos. Esto no significa aprender a diseñar algoritmos, pero sí saber qué datos alimentan a estos sistemas, cómo toman decisiones, qué tareas pueden hacer y, sobre todo, cuáles son sus limitaciones.

Por ejemplo, un periodista que utiliza una herramienta de transcripción automática debe ser capaz de detectar posibles errores o inconsistencias, o un editor que trabaja con herramientas de generación automática de textos debe tener claro cuándo el contenido necesita ajustes de contexto o tono. También considero que en esta era de automatización, nuestra capacidad de pensamiento crítico es más importante que nunca. Las herramientas de IA son útiles, pero también están cargadas de sesgos, tanto en los datos que las alimentan como en los modelos que las sustentan. Si no desarrollamos una mirada crítica hacia estas tecnologías, corremos el riesgo de reproducir errores o perpetuar desigualdades.

Además, creo que debemos reforzar nuestra capacidad para escuchar y conectar con las audiencias, algo que las máquinas no pueden hacer de un modo “humano”. Un periodista que entiende las emociones, las inquietudes y los contextos de su público tendrá siempre una ventaja frente a cualquier sistema automatizado. Por último, pienso que es fundamental que los periodistas sigamos priorizando la creatividad. En un entorno donde la IA puede encargarse de las tareas más predecibles y el contenido commodity será cada vez más barato, fácil y rápido de desarrollar, lo que realmente nos distinguirá será nuestra habilidad para contar historias únicas, explorar ángulos novedosos y atraer a las audiencias con enfoques que no puedan ser producidos por un algoritmo. Esa capacidad para aportar humanidad a la información será nuestro mayor valor diferencial.

¿Cómo pueden las redacciones garantizar un uso ético de la IA, especialmente en la generación de contenidos?

Garantizar un uso ético de la inteligencia artificial en las redacciones es un reto que no puede ser tomado levemente, especialmente cuando hablamos de la generación de información. Una de las claves está en construir un marco ético que funcione como brújula para tomar decisiones informadas por parte de las organizaciones periodísticas. Este marco debe partir de tres pilares fundamentales: la transparencia, la supervisión humana y el compromiso con la equidad. En primer lugar, la transparencia es esencial. Creo firmemente que los medios deben ser honestos con sus audiencias acerca de cuándo y cómo se utiliza la inteligencia artificial en sus procesos. En este sentido el diseño y la publicación de directrices y políticas de uso es fundamental. Informar sobre la utilización de IA no solo demuestra ética, sino que también abre una conversación con las audiencias sobre cómo la tecnología está transformando el oficio.

La supervisión humana, por otro lado, es indispensable. Por más avanzadas que sean las herramientas de generación de contenidos, no entienden el contexto, los matices o las sensibilidades culturales y sociales. Las redacciones deben asegurarse de que toda producción asistida por IA pase por una revisión editorial exhaustiva antes de ser publicada. He visto casos en los que los textos generados automáticamente caen en clichés, perpetúan sesgos o carecen de empatía al tratar temas delicados, y es ahí donde el criterio humano es insustituible. La IA puede ser una aliada para agilizar procesos, pero la responsabilidad final siempre debe recaer en los profesionales.

En mi experiencia, garantizar un uso ético de la IA no es solo una cuestión técnica, sino también cultural. Implica formar a los equipos en los principios éticos que deben guiar el uso de estas herramientas y fomentar una mentalidad crítica hacia la tecnología. Más que una simple implementación, es un compromiso a largo plazo con el rigor y la transparencia, que coloca a las audiencias en el centro de todas las decisiones.

En su experiencia como consultor, ¿cuáles son los mayores obstáculos que encuentran las redacciones para adoptar estas tecnologías?

Uno de los mayores obstáculos que he encontrado es la percepción de que la inteligencia artificial es una amenaza para los periodistas. Existe una preocupación real de que las herramientas automatizadas terminen reemplazando puestos de trabajo, lo que genera una enorme resistencia al cambio. En mi experiencia, esta resistencia muchas veces proviene del desconocimiento: los equipos no saben cómo funciona la IA, qué puede y qué no puede hacer, y esto alimenta temores infundados. Por eso siempre insisto en que la clave para superar esta barrera es la formación. Cuando los periodistas entienden y experimentan un enfoque en que la IA no viene a sustituirlos, sino a complementarlos, se abre un nuevo panorama lleno de posibilidades. Otro obstáculo recurrente es la falta de liderazgo estratégico dentro de las redacciones.

La adopción de IA no puede ser solo una iniciativa técnica; debe ser un proyecto que involucre a todos los niveles de la organización. Esto suele darse conjuntamente con una visión centrada exclusivamente en la tecnología, muchos medios suelen adquirir herramientas muy costosas sin pensar en cómo los humanos la integrarán en los flujos de trabajo, lo que termina generando frustración y desconfianza.

Por el contrario, las redacciones que logran integrar la IA con éxito son aquellas que primero definen sus objetivos editoriales, forman a sus periodistas y luego buscan tecnologías que logren potenciar sus habilidades. Finalmente, está el tema de los recursos. Las redacciones más pequeñas a menudo sienten que estas tecnologías están fuera de su alcance. Esto es especialmente frustrante porque hay soluciones de bajo costo o incluso gratuitas que podrían marcar una gran diferencia si se aplican correctamente. Creo que los medios independientes, locales y regionales tienen un potencial enorme para innovar con IA, siempre que se les brinde el apoyo y el conocimiento necesario para hacerlo.

¿De qué manera la inteligencia artificial puede contribuir a mejorar la relación de los medios con sus audiencias?

Creo que la inteligencia artificial tiene un gran potencial para humanizar, paradójicamente, la relación entre los medios y sus audiencias. Una de las formas más evidentes es a través de la personalización. Herramientas como los algoritmos de recomendación permiten ofrecer contenidos ajustados a los intereses específicos de cada usuario, lo que genera una experiencia más relevante y significativa. Sin embargo, la personalización debe manejarse con cuidado. Un exceso de filtros puede crear «burbujas informativas», donde los usuarios solo ven información que refuerza sus creencias preexistentes profundizando el fenómeno conocido como sesgo de confirmación.

Esto no solo es peligroso para el periodismo, sino también para la sociedad en general, ya que limita el acceso a una diversidad de perspectivas. Por eso creo que el desafío está en encontrar un equilibrio entre personalizar y ofrecer contenido que también desafíe, enriquezca y amplíe los horizontes de las comunidades. Además, la IA puede mejorar la relación con las audiencias al permitirnos entenderlas mejor. Las herramientas de análisis de datos pueden identificar patrones de consumo, como en qué momentos del día los usuarios son más activos, qué formatos prefieren o cuáles son los temas que generan más interacción.

Este tipo de información es valiosa para ajustar no solo qué publicamos, sino también cómo y cuándo lo hacemos. Por otro lado, uno de los aspectos más interesantes es cómo la IA puede ayudarnos a llegar a audiencias que históricamente han estado marginadas o, simplemente, a las que era imposible alcanzar. Los avances en traducción automática nos permiten ofrecer contenido en más idiomas y romper barreras idiomáticas. También hay herramientas que convierten texto en audio, traducción entre formatos, para hacer el contenido más accesible a personas con discapacidad visual. En estos casos, la IA no solo mejora la relación con las audiencias actuales, sino que también nos abre la puerta a conectar con nuevos públicos.

¿Cuál es su visión sobre el futuro del periodismo en un escenario donde la IA se vuelva la norma en las redacciones?

Creo que la respuesta a esta pregunta obliga a comenzar con una reflexión sobre los riesgos y las limitaciones que pueden reconocerse al día de hoy. Uno de los peligros más evidentes es que las redacciones se dejen llevar por la obsesión con la eficiencia y la productividad, descuidando la profundidad y la calidad que hacen único al periodismo. La dependencia excesiva de algoritmos podría llevar a una homogeneización de los contenidos, donde la creatividad y la diversidad de voces queden relegadas. Esto sería una muy mala noticia para la industria periodística.

Otro punto preocupante es el posible debilitamiento del vínculo de confianza entre los medios y sus audiencias. Si las personas comienzan a percibir que los contenidos son generados mayoritariamente por máquinas, sin intervención humana significativa, esto podría generar una sensación de desconexión, o incluso de desconfianza, hacia lo que publican los medios. A esto se suma la posibilidad de que se amplifiquen sesgos ya presentes en los algoritmos, perpetuando desigualdades en la manera en que ciertas comunidades o temas son representados. Todo esto refuerza la idea de que, aunque la tecnología sea cada vez más sofisticada, el juicio humano seguirá siendo indispensable para garantizar un periodismo ético y relevante. Dicho esto, también soy optimista respecto al potencial de la IA para transformar el periodismo de manera positiva.

Si se utiliza con criterio y de forma estratégica, puede liberar a los periodistas de tareas con poco valor agregado permitiéndoles enfocarse en lo que realmente importa: la investigación, la narración de historias complejas y el análisis profundo. La IA puede ser una herramienta invaluable para descubrir patrones o conexiones que antes eran invisibles y esto abre la puerta a un periodismo de datos más potente, capaz de abordar temas de interés público con una profundidad y precisión inéditas. En última instancia creo que el futuro del periodismo será un equilibrio entre tecnología y humanidad.

La IA será parte del día a día en las redacciones, pero lo que hará que el periodismo siga siendo relevante será nuestra capacidad de aportar contexto, ética y una perspectiva humana que ninguna máquina, al menos al día de hoy, puede replicar. Más que temerle a la tecnología, el desafío será aprender a usarla como una aliada, siempre teniendo en cuenta que el objetivo final es servir a las audiencias y al interés público. Si logramos ese equilibrio, la IA no será una amenaza, sino una oportunidad para reiventar el periodismo de los próximos años

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