Con la inversión de USD 3.000 millones que confirmaron YPF y otras seis empresas productoras de Neuquén, Punta Colorada se convertirá en un puerto estratégico para el proyecto Vaca Muerta Oil Sur. Además, Río Negro espera anuncios de avance para la mega planta de licuefacción de Gas Natural Licuado (GNL).
Muelle de Punta Colorada estuvo activo durante la explotación de minera de hierro en Sierra Grande, Río Negro.
Sin embargo, el paisaje silencioso de Punta Colorada está a punto de transformarse por completo. YPF y seis productoras de Vaca Muerta aprobaron la construcción del proyecto Vaca Muerta Oil Sur (VMOS), un megaproyecto que convertirá al pueblo en la puerta de salida del crudo argentino hacia el mercado internacional.
Vaca Muerta Oil Sur: una apuesta de magnitud histórica
El proyecto VMOS contempla la construcción de un oleoducto de 437 kilómetros que unirá la localidad de Allen, en Neuquén —convertida en el hub petrolero de Vaca Muerta—, con Punta Colorada. Allí se instalará una terminal portuaria moderna, equipada con dos monoboyas capaces de cargar buques VLCC, los más grandes del mercado, con una capacidad de transporte de 2 millones de barriles por embarque.
La obra, aprobada en una reciente reunión de directorio de VMOS, contará con una inversión aproximada de USD 3.000 millones. El financiamiento provendrá de los aportes de las compañías accionistas —YPF, Vista, Pan American Energy (PAE) y Pampa Energía— y de créditos locales e internacionales.
Por qué Punta Colorada fue elegida
La elección de Punta Colorada como destino del oleoducto no fue casualidad. Aunque el pueblo hoy luce deshabitado y olvidado, cuenta con ventajas estratégicas:
- Infraestructura portuaria existente: Aunque subutilizada, su dársena puede adaptarse para operaciones a gran escala.
- Ubicación privilegiada: Al estar sobre la costa del Golfo San Matías, facilita la exportación directa del petróleo hacia los mercados internacionales.
- Disponibilidad de terrenos: La baja densidad poblacional y el espacio disponible resultan ideales para una construcción de esta magnitud.
Durante el gobierno de Javier Milei, el punto fue elegido también, por sobre el puerto de Bahía Blanca, en Ingeniero White, para el megaproyecto exportador de GNL que impulsaban YPF junto a empresa malaya Petronas. La radicación del proyecto Vaca Muerta Oil Sur puede generar una sinergía con el de la mega planta de licuefacción de Gas Natural Licuado.
En décadas pasadas, el puerto de Punta Colorada fue clave para la mina de hierro de Sierra Grande, considerada la más grande de Sudamérica en su tiempo. Tras su cierre en 1992, la zona entró en un largo período de decadencia económica y desocupación. Hoy, ese puerto abandonado se prepara para un renacimiento energético sin precedentes.
Los detalles de la obra VMOS
El proyecto comenzará su construcción de manera inmediata, con el objetivo de completar el desarrollo mecánico en el último trimestre de 2026 y habilitar la operación comercial el 31 de julio de 2027, según informó YPF a la bolsa.
Los socios de VMOS —YPF, PAE, Vista y Pampa— ya comprometieron un volumen inicial de transporte de 275.000 barriles diarios. Además, se espera que empresas como Chevron Argentina, Shell y Pluspetrol se sumen en 2025, añadiendo otros 230.000 barriles diarios. En total, el oleoducto tendrá una capacidad de 550.000 barriles por día, con la posibilidad de expandirse a 700.000 en el futuro.
La terminal portuaria incluirá una planta de tanques de almacenamiento y un sistema de carga y descarga a través de monoboyas interconectadas, permitiendo así la eficiencia logística para la exportación de crudo.
Un nuevo comienzo para Punta Colorada
El proyecto Vaca Muerta Oil Sur no solo posicionará a Punta Colorada como un punto estratégico del comercio energético mundial, sino que también traerá desarrollo a una zona históricamente olvidada. Se espera que la inversión genere empleo directo e indirecto, revitalice la economía local y atraiga nuevas inversiones a la región.
Punta Colorada, que alguna vez dependió de la actividad minera de Sierra Grande, ahora se convertirá en el epicentro de una nueva era energética. Para sus pocos habitantes, el silencio que hoy caracteriza al pueblo pronto será reemplazado por el movimiento de maquinaria, barcos y trabajadores.
Así, esta localidad patagónica pasará de ser un pueblo fantasma durante el invierno y un polo turístico exclusivo de los exploradores y conocedores del lugar, a convertirse en un símbolo de la industria petrolera argentina