Inversiones en minería

Hemos constatado que la Provincia de Río Negro ha autorizado a una empresa minera para la explotación de oro y plata en su territorio. Esta determinación implica que, a corto plazo, comenzarán los trabajos en una zona que se encuentra muy cercana, al sur de Río Negro, con nuestra provincia. Muy pocos kilómetros separan los límites.

En la Provincia de Santa Cruz, por otra parte, ya hace tiempo se encuentran en plena tarea con la explotación minera. Quiere decir entonces que nuestra provincia tanto por el norte como por el sur observa la existencia de aportes de capital, esto es inversiones, en el sector minero. Ello implica que no solamente se genera una oferta de trabajo, sino que también fortalecen las pequeñas inversiones que se dan en rubros que imprimen valor a la actividad. Llámese logística o servicios entre otros.
En nuestra Provincia todavía ese tema no ha merecido una discusión y debate serio. Sólo hemos asistido a hechos de vandalismos y destrucción de activos y de edificios públicos y privados por lo que estimo una minoría, que se encuentra alentada por corrientes de pensamiento, que no toman en cuenta la dimensión de los problemas que padecemos y que, fundamentalmente, se basa en la pobreza de gran cantidad de nuestra población.
Pero, si bien eso es una realidad, lo que seguramente debemos discutir es que si la actividad minera perjudica nuestro hábitat y nuestro bienestar. Y la discusión, creo, debería darse en un leguaje claro y sencillo para comprender si realmente, con las características modernas de explotación, se puede perjudicar a la población, controles mediante.
También me parece que debiéramos tomar un criterio y entendimiento respecto a las distintas zonas que comportan nuestro territorio. Ello en lo atinente al medio ambiente y fundamentalmente al sector turístico que tiene en cuenta nuestras bellezas naturales y la inversión en hotelería y gastronomía que deberían ser acrecentadas. Por ejemplo la zona sur. Esta zona nos ha dado, es justo reconocerlo, una rentabilidad que ha permitido la realización de diversas actividades a nivel oficial y que, aun endeudando las arcas provinciales, ha permitido el cumplimiento de sus obligaciones. Me estoy refiriendo a la zona de Comodoro Rivadavia, Sarmiento y Río Mayo que con la explotación petrolera, de antigua data aun cuando éramos territorio nacional, permitió el crecimiento y fuentes de trabajo, pese a que hoy se trasladen las grandes inversiones a Vaca Muerta.
La zona de la cordillera, con su base en Esquel y los lugares adyacentes hasta el límite con Río Negro, no debería ser modificada para que, como en las actuales circunstancias, siga siendo un polo de atracción para el sector turístico dada su riqueza natural.
La zona costera y el valle inferior del Río Chubut, igual que la cordillera, debería ser la atracción de una oferta turística que impulse las inversiones en tal sentido y permita una capacitación para la atención con un estándar internacional de bienes y servicios.
La otra zona que nos queda para analizar es la meseta. Hoy es una realidad el despoblamiento de la misma, su poder de desvincular el sector ganadero de su prosperidad y la búsqueda de mejores horizontes de sus pobladores. En esa meseta abunda la desolación y los animales depredadores.
Pero también en esa meseta se dice que se encuentra una de las mayores concentraciones de plata del planeta. ¿No sería posible escuchar lo que necesitan y dicen los pobladores de las respectivas zonas? ¿Los departamentos en que se encuentra dividida nuestra provincia no tendrían autoridad para definir los pobladores su destino? Porque si es cierto que las técnicas modernas de explotación de yacimientos petroleros y mineros deben hoy cumplimentar los controles del medio ambiente ¿cuál es el inconveniente para negar las inversiones? Si las propias empresas pretenden cumplir con el medio ambiente, y no solamente el Estado, con mayor razón deberíamos, creo, discutir respecto a esas inversiones.
El propio documento del G-20 habla de la pobreza y del hambre. Nosotros podríamos contribuir para su eliminación paulatina, sólo debatiendo seriamente y tomando las medidas políticas que se necesitan. Para eso se necesita acción y no meros deseos

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