Los beneficios del régimen dependerán del grado de concientización fiscal ciudadana. El ticket hará lo suyo y generará «un» tema de conversación. Pero para que sea «el» tema de conversación, debe acompañarse con una fuerte campaña de difusión.
1. Bajas de impuestos
Cuando la ciudadanía tome conciencia de los muy altos tributos que está pagando surgirá natural la exigencia de bajar impuestos. En Brasil, al poco tiempo de la sanción, en general, los impuestos expuestos en el ticket dejaron de subir, lo que no es poco. Luego comenzaron a bajar algunos por demanda ciudadana (por ejemplo, el ICMS en ciertos rubros). Y este año, los distintos tributos al consumo (sumados, 34%, similar en Argentina) se «fusionaron» en un IVA del 27%. Una baja importante. Pero ya hay reclamos para que siga bajando por haberse transparentado en una de las alícuota de IVA más altas del mundo.
2. Exigencia de servicios
cuando la ciudadanía tome tal conciencia, exigirá servicios acordes del Estado (salud, educación, seguridad, etc). Si antes no se quejaba era por asumir que eran gratuitos, o no tenerlo claro. Ojos que no ven, bolsillo que no siente. Para las prestaciones del Estado, la nueva ley prohíbe la palabra «gratuito», debiendo utilizarse el giro «libre acceso solventado con los tributos de los contribuyentes».
3. Austeridad en el gasto público
Al tomar conciencia, surgirá la exigencia de austeridad en la forma de gastarlos. El ciudadano entenderá que no hay «recursos del Estado» sino que son sus impuestos los que se gastan. En inglés se utiliza «dinero de los contribuyentes» (taxpayers’ money) como sinónimo de impuestos, una mayor responsabilidad para el funcionario que los administra.
4. Límite a los políticos
El régimen pondrá un límite a los legislativos y ejecutivos de los tres niveles porque estos sabrán que si crean impuestos, irán al ticket; de ahí a los medios y redes sociales y al final repercutirán en las urnas. Viceversa con las bajas. Difícilmente un municipio se anime a sancionar tasas municipales del 6% sobre supermercados, como Lanús hace poco.
5. Sinceramiento político
De alguna manera, es como que los políticos le dirán a los ciudadanos que aquello que declaraban sobre que le aplicaban tal impuesto a las empresas para distribuir lo recaudado entre millones de argentinos, no era así; sino que la verdad es que todo tributo en la cadena productiva se termina afrontando por el consumidor. Ticket mata discurso.
6. El fin de la ilusión fiscal judicial
Muchos jueces creen decidir entre el Estado y las empresas; y que fallando en favor del Estado promueven que los tributos terminen derramando a los ciudadanos. Pero los fatales índices de pobreza prueban que se destinaron mayormente a mantener un gasto público descontrolado e ineficiente. Cuando una sentencia le dé injustamente la razón al Estado en un caso sistémico de tributos al sector productivo, se la harán pagar, en última instancia, a los millones de consumidores. En el renglón municipal del ticket, los supermercados podrían agregar «fallo Esso», por la sentencia de Corte de 2021 que provocó el actual descontrol de las tasas. Para así repartir adecuadamente las culpas. Ticket mata ilusión.
7. Empoderamiento a la política
En el pasado, las muy pocas reformas tributarias pro-inversión se hicieron con perfil bajo para no ser detectadas por el radar del prejuicio que toda baja de impuestos era para los más pudientes y en detrimento de los más necesitados. Sincerada la situación, los consumidores demandarán que les bajen los tributos de cada compra, por lo cual los políticos anunciarán las futuras bajas de impuestos y gastos a viva voz, para ganar sus votos.
8. Bajas de precios
Los precios los pone el mercado pero los impuestos inciden en ellos. Ello explica por qué indumentaria, alimentos y bienes en general son más caros en nuestro país, siendo los impuestos más del 40% y hasta más el 50% del precio final. Aunque no es lineal, la baja de impuestos debería incidir en menores precios y en mayores volúmenes de ventas.
9. Menores gestiones fiscales
Este régimen exigirá un esfuerzo de implementación al sector de venta al público, no menor, con todo lo que conlleva. Pero ese esfuerzo deberá compararse con el de las menores gestiones y recursos dedicados a una «maquinaria» que debería dejar de sancionar tributos en sus tres niveles, al menos de la forma que lo venía haciendo hasta ahora.
10. Simplicidad
La mayor presión fiscal formal mundial ocultada en los 155 tributos (IARAF) de los tres niveles ya no tendrá demasiado sentido si al final todos aparecen develados en tres renglones del ticket. Con distintas denominaciones, la gran mayoría de ellos son impuestos al consumo que podrían concentrarse en unos pocos tributos. Como la reciente gran reforma en Brasil, el sistema debería tender a la simplicidad, hacia menos y más eficientes impuestos.
Los beneficios del régimen dependerán del grado de concientización fiscal ciudadana. El ticket hará lo suyo y generará «un» tema de conversación. Pero para que sea «el» tema de conversación, debe acompañarse con una fuerte campaña de difusión. Desde el Estado no parece que vaya a haberla. No hay plata. Quizás posteos orgánicos de las principales autoridades, no más.
Desde Lógica estamos organizando una campaña de difusión, como si fuera el lanzamiento de un producto de consumo masivo. Y nos estamos reuniendo con empresas y ONGs para que se sumen a través de sus propios canales de difusión.
Todo sea para aprovechar esta ventana generada por el nuevo gobierno e impulsar este régimen para generar cultura fiscal en los argentinos, en forma apartidaria. Para que, más allá del signo político gobernante, nunca más todo lo fiscal sea una cuestión exclusivamente política y pase a convertirse en una cuestión ciudadana, tal como fue la concientización que resultó en los más de 40 años de consolidación de la democracia.
eleconomista