Se formó una red con más de 50 investigadores de la Argentina, que incluye a científicos de Neuquén y Río Negro.
Los plásticos, en particular los microplásticos, están omnipresentes en el ambiente natural. Incluso le han su nombre a un nuevo hábitat microbiano marino llamado «plastisfera», según el Programa de Ambiente de las Naciones Unidas. Eso se debe a que desde la década de 1970 la generación de desechos creció y sigue en aumento por la enorme producción de diferentes productos de material plástico.
Los ríos y los lagos transportan parte de esos desechos plásticos desde el interior continental hasta los mares. Así se convierten “en las principales vías de contaminación de los océanos”. Al tener en cuenta el problema, diferentes grupos de científicos lo estudian para monitorear y evaluar su impacto. En la Argentina se formó una red de investigadores que pusieron su foco en los microplásticos. Son diminutas partículas de plástico, no mayores a 5 milímetros, compuestas de polímeros y aditivos potencialmente tóxicos.
En diálogo con Diario RIO NEGRO, la bióloga argentina María Belén Alfonso, profesora asociada del Centro de Estudios del Plástico Oceánico, un instituto satélite en Tailandia de la Universidad de Kyushu de Japón, contó los detalles sobre la red que lidera.
“Desde 2023 coordino la red MappA, que incluye más de 50 investigadores. Buscamos analizar la presencia de microplásticos en más de 100 cuerpos de agua dulce a lo largo de la Argentina, incluyendo la Patagonia”, afirmó. Integrantes del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología, que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Río Negro, en Roca, y del Centro de Ecología Aplicada de Neuquén forman parte de la red.
Los muestreos se realizaron en el verano de 2024 y en este momento se está finalizando con la etapa de cuantificación y caracterización de las partículas encontradas, precisó.
“El fin es identificar las principales fuentes de contaminación y cuáles son las variables ambientales que afectan la presencia de los microplásticos”, dijo. Se espera que los resultados sean publicados durante el año 2025.
Antes de ese estudio, la investigación sobre microplásticos se ha centrado principalmente en entornos marinos. Los sistemas de agua dulce, por su ubicación, pueden actuar como vías o sumideros de microplásticos, que llegan a esos ecosistemas por escorrentía o deposición atmosférica. Sin embargo, los estudios en ambientes de agua dulce del hemisferio sur, particularmente en Argentina, son limitados.
Por eso, el proyecto MappA busca llenar este vacío de conocimiento en el país. Las variables climáticas y antropogénicas, como el uso del suelo, la población, la temperatura, y la precipitación son aspectos que se consideran en este análisis.
El proyecto abarca 117 sitios de estudio, que incluyen diversos ecosistemas y áreas hidrográficas del país. Se espera que la investigación informe datos para la adopción de medidas, impulse esfuerzos de conservación y aumente la conciencia pública sobre los contaminantes emergentes.
“Los microplásticos en lagos o ríos no necesariamente van a ingresar al organismo humano”, aclaró la doctora Alfonso. Pero el consumo de agua o comer algún organismo pueden ser situaciones que hacen que las personas ingieren microplásticos si los ríos o los lagos están contaminados