La vida privada bajo fuego

Durante la semana escuché reflexiones del sociólogo y analista Juan Gabriel Tokatlian sobre el empoderamiento de las empresas técnológicas, hoy tanto o más poderosas que los estados modernos.

¿Qué dijo? Que dejó de leer libros anteriores al 2010 porque todo lo escrito hasta entonces es historia antigua y que en los últimos años los avances tecnológicos superan a todo lo que tiene registrado en la historia la humanidad.

A veces es necesario que algo nos sorprenda para resetear y actualizar nuestro disco interno y comprender dónde estamos parados y hacia adónde vamos.

Recuerdo de pibes cuando la maestra o profesora nos reprendía la distracción en clase con la metáfora “están en las nubes”. Hoy estar en la nube es lugar de privilegio, donde invisible se  aloja el archivo de datos jamás imaginado de todo lo que sucede en el  planeta en tiempo real. Tres compañías —Amazon, Google y Microsot— controlan más del 60 % de este almacenamiento  global. Un botón de muestra:  los ultrasecretos archivos de la CIA  están en la nube de Amazon.  Cuanto poder y  confianza depositada en estas compañias tecnólogicas.

Durante la semana escuché reflexiones del sociólogo y analista internacional Juan Gabriel Tokatlian sobre el empoderamiento de las empresas técnológicas que manejan el almacenamiento de información y controlan las redes sociales. Sobrevuelan paises y   continentes sin regulaciones, son tanto o más poderosas que los más poderosos estados modernos.

“Acá hay nuevos actores que no estamos viendo y no estamos siguiendo”, dijo Tokatlian y aportó datos que  sorprenden: entre los dueños de estas compañias globales, hay 26 ultra millonarios que tienen el equivalente a cuatro veces el PBI argentino. Y hay 10 grandes tecnológicas del mundo que tienen un PBI superior al de China.

La influencia de las tecnológicas es de tal magnitud que en 2016  Dinamarca hizo punta y además de tener embajador en EE. UU., designó otro  en el Silicon Valley, el lugar de California donde están radicadas las matrices de las compañias tecnológicas más poderosas del planeta.

En nuestra vida cotidiana suceden cosas que van cambiando habitos y costumbres y transcurren sin darnos cuenta. De tanto usar Google googlear se hizo verbo y hoy es parte de nuestra vida cotidiana. Muchos consideran que somos lo que decimos, lo que escribimos o lo pensamos. Sin embargo otros afirman con razón que somos lo que preguntamos y Google es quien mejor nos conoce porque tiene el registro de todas nuestras diarias preguntas y consultas en el buscador.  A través de los algoritmos las tecnológicas además conocen  todas nuestras búsquedas y preferencias como consumidores. Preguntamos por un ventilador y al toque en nuestras redes aparecerán anuncios de ventiladores. Con respecto a nuestras preferencias políticas no solo las conocen sino que también y sobre todo las orientan.

Por si algo faltara el celular que cada uno llevamos en el bolsillo se transformó en una réplica de la caja negra de los aviones donde  queda registro cotidiano de todo lo que hacemos y decimos.

La vida privada y el derecho a la intimidad están bajo fuego y  a pesar de contar con todos los medios disponibles para comunicarnos vivimos frente a pantallas cada vez más  incomunicados. El teléfono nació para interactuar a la distancia, pero los jóvenes de hoy no hablan por el celular, intercambian textos cortos, wasapean. Se pierde la conversación oral de ida y vuelta que ha sido la manera ancestral de relacionarnos.

Ni bien ni mal, es la descripción del presente que transitamos. Reconocerlo es el primer paso si queremos   dar un golpe de timón en el  mundo de la inteligencia  artificial  en que estamos navegando

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