El discurso demagógico del Intendente Grasso que critica el ajuste del gobierno y dilapida en fiestas multimillonarias mientras aumenta tasas y contribuciones

(Por: Rubén Lasagno) – Todos sabemos, entendemos y confirmamos que la clase política argentina adolece de la falta de sinceridad, empatía y hacen de la mentira y la simulación, la materialización del instinto compulsivo que convive con ellos, lo cual, extrañamente, mucha gente no ve o no quiere ver; y esto es aún más grave.

Pablo Grasso, el intendente de Río Gallegos egocéntrico y autoritario si lo hay, está en “modo campaña”, para cuyo fin utiliza, sin duda, el lugar en el cual los vecinos lo pusieron ahí para administrar en favor de ellos y no en favor de él, sus colaboradores y su pretensión de ser gobernador en el 2027.

Y es muy fuerte ver y escuchar a Pablo Grasso criticar el ajuste en los servicios (lo cual es absolutamente cierto y fundado) y por otra parte ser él mismo quien aplica aumentos descomunales a patentes, tasas, servicios, multas, estacionamiento y cuanta posibilidad tiene de meter la mano en el bolsillo de los vecinos de esta capital para sostener sus gastos suntuarios, como aquel abortado proyecto de gravar con el 4% la carga de combustible, que por presión pública y de algunos concejales que sintieron el repudio de la gente, debió bajar.

En su pelea con el gobernador Vidal el intendente dijo “Va a ajustar a la gente para que las empresas se llenen los bolsillos. Los intendentes de todas las ciudades que piensen o no como yo, respondemos a los vecinos de la ciudad. la realidad que nos marca son las tarifas exorbitantes” y habría que preguntarse ¿Y por casa cómo andamos?.

Tengo que defender a la gente cuando me viene llorando con las boletas de gas. Esta es la realidad de hoy. No podemos permitir que la política no esté al frente del reclamo de la gente. es desastroso sino”, exclamó Grasso, olvidándose que los vecinos se quejan de que no da respuesta, no atiende los reclamos de los barrios e ignora cualquier pedido sobre revisar los aumentos que potencia y aplica desde la Secretaría de Hacienda a cargo de su amigo, el polifuncional Diego Robles.

Pero mientras la ciudad está sucia, poceada, los barrios marginales se inundan, no recolectan la basura, el asfalto no se repara y están las calles céntricas llenas de cráteres, no barren las calles y hasta hay quejas públicas de que no existe provisión de insumos para proceder a la castración de animales, en una ciudad donde los perros que pululan por las calles, doblan en número a la ciudadanía, el intendente Grasso prepara una megafiesta para el festival aniversario de Río Gallegos, con más de 300 artistas y una millonada de pesos tirados en festejos que dejan la clara sospecha de ser una excusa para desviar fondos a cuestiones poco claras y de índole política y de campaña. El ciudadano medio no necesita “pan y circo”, precisa que se ocupen de sus problemas reales y no simulen esa preocupación teatralizada.

No es que gastamos plata en una fiesta. No solamente se trabaja del Estado, sino en la economía circular, el estado, generar empleo por parte del turismo. Apuntamos a la evaluación de cuánto peso que se invierte y cuanto vuelve en diciembre. Siempre se multiplica. Sino que debería hacer, dar 400 pesos por persona. Es ilógico ese pensamiento”, declaró el intendente en Tiempo Sur.

Obvio, Grasso como todo político tiene una respuesta para todo, especialmente si se trata de justificar un gasto de esta magnitud, donde las prioridades para el intendente están puestas en otro lugar y no en el interés del vecino.

Esperemos que en las elecciones próximas, los votantes de Río Gallegos tengan en cuenta estas actitudes que como a nivel de la provincia, las autoridades generan discursos inversamente proporcional a la acción fáctica de las políticas aplicadas (en este caso) en sus dos mandatos como jefe comunal.

Es hora de empezar a demostrarle a los demagogos de discurso fácil, a los “interpretadores seriales de lo que quiere la gente”, el eslogan de campaña más absurdo y berreta que usan, que nos damos cuenta cuando ponen la necesidad de la gente por delante, es solo para hacer buenos negocios; que discursos vienen de la manos de los engaños y las contradicciones en las que incurren los politiqueros de turno, estén ellos donde estén: en la presidencia, en la gobernación o como, en este caso en el municipio. (Agencia OPI Santa Cruz)

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