Mientras crece la explotación del litio, la minería o la energía, aumenta la demanda habitacional en las zonas productivas del interior.
Como si fuera una paradoja, las carencias salen a la luz ante cada boom. Pasa con la explosión del litio, de la energía o de la minería. Detrás de los beneficios que genera para una zona geográfica determinada, hay una realidad que preocupa a las empresas. Porque en áreas de producción lejanas a los centros urbanos, la falta de infraestructura relacionada con viviendas se hace notar.
Sucede en Vaca Muerta, como uno de los casos más emblemáticos de este obstáculo a superar. Allí, la demanda corporativa es creciente. “Necesitan con urgencia más lugares adecuados en la proximidad de los pozos para alojar al personal con un servicio ‘llave en mano’”, explica Eduardo Bagnato, gerente de Emprendimientos de Toribio Achával. ¿Las razones? 1) Evitar el agotamiento físico de su personal que tienen que sumar a su extensa jornada de trabajo las casi tres o cuatro horas que les requiere ir y venir de Neuquén a la zona de Añelo. 2) Mejorar su ecuación de costos, ya que estos traslados implican gastos logísticos (transporte), en remuneraciones (horas extras por tiempo de traslado hacia y desde el puesto de trabajo) y, también, el humano (tasa de reemplazo de personal por accidentes, enfermedad, etc.). 3) Las petroleras son las que se ocupan de alquilar las unidades para su personal con los administradores o desarrolladores de los diferentes complejos.
El fenómeno de la “externalidad” se hizo popular cuando se modernizó la Panamericana, allá por los ‘90, e implicaba que todos los terrenos aledaños a la autopista iban a revalorizarse porque la obra haría aumentar la demanda para vivir en zonas más alejadas de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, ese efecto vuelve a ser protagonista silencioso. Lo que pasa es que, ante el súbito crecimiento de una explotación determinada, aparece una necesidad, en este caso, de viviendas o espacios habitacionales que, sin ese proyecto, no hubiera ocurrido. Y mientras el resto de la economía pugna por remontar la cuesta recesiva en la que está sumida desde hace casi seis años, hay tres islas que traccionan: la cadena agroalimentaria en la Pampa húmeda, la minería cordillerana y la cuenca petrolera-gasífera de Vaca Muerta. La primera viene acentuando un fenómeno demográfico observad ya en el último censo: un mayor crecimiento de las ciudades medianas vinculadas con el agro. Las otras dos tienen como focos al NOA (con epicentro en Salta) y Neuquén.
Iniciativas. La firma rosarina ZLT y Grupo Edisur, de Córdoba, se fusionaron para desarrollar la segunda etapa de “Álamos”, con 54 nuevas unidades en Vaca Muerta. La apuesta no es casual: hoy hay más de 30 mil colaboradores en ese territorio y sólo 9 mil camas disponibles. «El potencial energético de los yacimientos también representa una oportunidad para las inversiones inmobiliarias en las localidades aledañas: se están desarrollando algunos proyectos de bienes raíces dentro de los que se destaca “Añelo Nuevo” por ser la única urbanización residencial con áreas comerciales y de servicios que, por su escala, generará una infraestructura privada relevante para la cadena de valor. El tamaño de la urbanización no sólo genera economías de escala, sino también un ámbito de alto valor agregado por la interacción en los usos y jugadores que se suman al proyecto”, cuenta Bagnato.
Desde su visión, la situación actual es de “plena expansión”. “La necesidad de camas en Añelo o sus inmediaciones es de más de un 40% de la capacidad que tiene actualmente la zona. O sea, todo lo que hay está alquilado y aun así falta otro 40% (considerando el nivel de operación actual, que es 1/3 del potencial esperado)”, destaca Bagnato.
Las idas y venidas que hubo en años anteriores en el desarrollo de esta cuenca petrolífera (la cuarta más grande en petróleo no tradicional y la segunda en gas) no permitieron en su momento el desarrollo de infraestructura y viviendas que ahora necesita la localidad, dado que comenzó el proceso de consolidación de la explotación. Si se considera que en la actualidad se está trabajando en torno a un tercio del potencial de esta parte de la cuenca de Vaca Muerta y que se espera que alcance su pico en sólo cuatro años más (con la consecuente mayor necesidad aún de habitaciones), los consultores no dudan en el potencial de negocio que existe:
Las empresas petroleras y todos sus proveedores que destinan una importante cantidad de mano de obra a la explotación de sus pozos en Añelo son los “inquilinos” de lujo que tienen esos proyectos. No es para menos, tienen que operar las 24 horas y se manejan con equipos de trabajadores que están allí 12 horas durante 21 días seguidos. “El centro urbano más preparado para eso es hoy la ciudad de Neuquén que se encuentra a más de 100 kilómetros de estos pozos, un trayecto que en hora pico (cambio de turno) puede tardar en realizarse más de dos horas”, amplía.
Salta es otro ejemplo del impacto de un boom productivo en el Real Estate. En los últimos cinco años, CADISAL acompañó del auge de la industria minera, la economía del conocimiento y el turismo, para lo cual lleva construidos 110.000 metros cuadrados, desarrollados 1.610.000 metros de espacios comunes y de esparcimiento, más de 15.500 lotes entregados y más de 10.500 residencias entregadas. “Todo esto representa un monto total de inversión que supera los US$191 millones”, destaca Jonás Béccar Varela, director de Proyecto Norte y desarrollador inmobiliario en Salta. Un municipio en particular, llamado San Lorenzo Chico, ubicado en la zona Oeste de la ciudad, representa el conglomerado suburbano que más crecimiento experimentó en los últimos 10 años, de todo el norte del país”, explica Béccar Varela, al tiempo que considera que “las estadísticas de empleo formal en la construcción a nivel provincial revelan una verdadera explosión del sector desde la pandemia, con variaciones acumuladas en el nivel de empleo que alcanzaron el 50% interanual, totalmente inéditas”.
Los datos duros de la economía reflejan el fenómeno minero en esa zona: registró un incremento estimado del 16% anual en los últimos 10 años. A su vez, otros sectores que mostraron variaciones positivas fueron la construcción y hotelería. El impacto virtuoso de la economía genera la necesidad de un lugar para vivir