Un tesoro de vida arcaica en espejos de agua de Tolar Grande y Socompa

En 2009 los estromatolitos vivos descubiertos en la Puna saltaron desde El Tribuno hasta la revista Nature.

Una vista de la laguna de Socompa y su ecosistema similar al de la Tierra primitiva, 3.500 millones de años atrás.

El 26 de agosto de 2009 El Tribuno anunció el descubrimiento de un extraordinario ecosistema arcaico en la Puna salteña. El hallazgo de estromatolitos vivos en la laguna de Socompa y tres ojos de agua de Tolar Grande saltó desde las páginas de este diario a portadas internacionales y llegó hasta Nature, una de las revistas científicas de mayor prestigio a nivel mundial.

María Eugenia Farías, una microbióloga cordobesa que había regresado al país desde España luego de la crisis de 2002, tenía una infinidad de opciones para dar a conocer el descubrimiento a través de publicaciones especializadas, pero no dudó en comunicarse con la redacción de Limache por una imperiosa razón: en el ojo de agua más cercano a las viviendas de Tolar Grande efluentes cloacales sin tratamiento habían comenzaron a causar estragos en un ecosistema similar al de los inicio de la vida, aproximadamente unos 3.400 millones de años atrás.

Estos ecosistemas están formados por microorganismos que precipitan minerales y forman especies de rocas vivas».

Con buena parte de los estromatolitos ya muertos en ese reservorio a causa de las aguas servidas, se requería con suma urgencia el diseño, desarrollo y ejecución de una red cloacal que permitiera salvaguardar esos sitios de alto interés científico. A la par, se consideraba indispensable establecer un marco normativo que atendiera las prioridades marcadas por el descubrimiento en el que centros de investigaciones biotecnológicas y hasta astrobiólogos de la NASA habían puesto una especial atención. Las notas publicadas en El Tribuno tuvieron efectos inmediatos. Sin demoras, el gobierno provincial contrató con recursos del Fondo Federal Solidario los trabajos que, poco tiempo después, terminaron con una red cloacal habilitada en Tolar Grande. A la par, el Ministerio de Medio Ambiente de la Provincia inició los pasos administrativos que en marzo de 2011 se completaron con la declaración de la laguna de Socompa y los ojos de agua de Tolar Grande como área protegida en el espacio de la reserva de Los Andes.

Ejemplos vivos del ecosistema más antiguo conocido, los estromatolitos cumplieron un papel crucial en la evolución de la vida en la Tierra, ya que fueron estos singulares organismos fotosintéticos los que oxigenaron la atmósfera, crearon la capa de ozono y desencadenaron el desarrollo de formas de vida más complejas en el plantea. Se trata ni más ni menos que de los primeros habitantes de nuestro planeta. «Estos ecosistemas están formados por microorganismos (asociaciones de algas y bacterias) que precipitan minerales (como carbonato de calcio). Por ello, a la vista, son como rocas vivas», explicó Farías.

Un tesoro de vida arcaica en espejos de agua de Tolar Grande y Socompa

En el precámbrico, formaron extensos arrecifes en los océanos primitivos, parecidos a los corales, aunque de naturaleza muy distinta. Hoy sólo quedan unos pocos estromatolitos modernos y están distribuidos en algunos lugares remotos del planeta como Bahía del Tiburón (Australia), Cuatro Ciénegas (México) y Yellow Stone (Estados Unidos). Los de la Puna son los primeros reportados en un ambiente de altura, lo que los hace particularmente valiosos para diferentes estudios e investigaciones biotecnológicas, fundamentalmente por su gran exposición y resistencia a la radiación ultravioleta (UV). Por ello fueron postulados como reservorios de compuestos y sistemas de alto interés biotecnológico, con miras a la producción de sustancias filtradoras de la radiación o con actividad antioxidante, antimicrobianos, sistemas para fijar nitrógeno en suelos pobres y biorremediación. Especialistas consideran que, por su capacidad de fijar dióxido de carbono, podrían llegar a convertirse en formidables aliados frente a la problemática del calentamiento global.
Un tesoro de vida arcaica en espejos de agua de Tolar Grande y Socompa

Por estos días los ojos de agua de Tolar Grande son motivo de gran preocupación e interrogantes, porque a fines del año pasado los pequeños espejos de aguas cristalinas con reflejos verde turquesa aparecieron convertidos en una sola y amarronada laguna. Guías de turismo y pobladores de la localidad atribuyeron las turbias sugerencias a una obra de caminería que se había ejecutado meses antes con la intervención de organismos provinciales y el citado municipio del departamento Los Andes. La tonalidad cobriza de las aguas también fue asociada con un posible impacto de efluentes cloacales.

El pasado 4 de abril El Tribuno dio cuenta de un pedido de informes presentado por el senador de Los Andes, Leopoldo Salva. Días después el gobierno provincial envió una comisión técnica a Tolar Grande. El 9 de mayo, en un informe geológico preliminar se indicó que el aumento en el nivel de esos manantiales andinos «no es un evento extraordinario, sino que forma parte de la dinámica propia de estos sistemas». También se sugirió que el oscurecimiento de sus aguas «podría estar relacionado con un fenómeno natural climático», La Niña, que entre fines de 2021 e inicios de 2022 generó en la zona lluvias que aportaron una cantidad de agua mayor a los promedios normales. Por estos días especialistas siguen recopilando información y ampliando estudios para determinar fehacientemente las causas del oscurecimiento de los ojos de agua y su impacto en el invaluable patrimonio biológico, genético y científico allí atesorado

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