El Código de Planeamiento Urbano (CPU) actual data de 1991. Sólo se le han efectuado modificaciones menores.
“Bahía Blanca está destinada a experimentar un acelerado crecimiento que le exigirá, desde ya, prever las acciones para que ese desenvolvimiento se produzca de forma armónica y organizada”.
Así se manifestaban, en 1971, el arquitecto Eduardo Sarrailh y la arquitecta Odilia Suárez al presentar el Plan de Desarrollo para nuestra ciudad, al cual le asignaban un carácter “flexible”, cuyo contenido debía ser revisado de manera continua y actualizado de acuerdo a las nuevas condiciones o situaciones que se generaran.
Si bien hubo varios trabajos anteriores sobre el tema, el de 1971 parecía destinado a servir como base para la redacción de un Código de Planeamiento Urbano (CPU), estableciendo condiciones para tener un crecimiento armónico.
Cuando el municipio estuvo en condiciones de hacerlo habían transcurrido 15 años y aquel plan ya no servía.
Se convocó entonces a universidades, profesionales y organizaciones vecinales para actualizarlo.
Se consideraron propuestas, se planteó el tratamiento de los espacios verdes, ocupar las tierras vacantes, intervenir el arroyo Napostá, entre otras cuestiones.
Pero no fue hasta 1991 que el Concejo Deliberante sancionó finalmente el CPU, el mismo que –con modificaciones menores–, sigue teniendo vigencia, tres décadas después.
Consciente de esa falta de actualización, con una ciudad que evoluciona de manera anárquica y desordenada, que no ha sido repensada a pesar de los profundos cambios que ha experimentado en el tiempo, es que la municipalidad inició el camino para disponer de un nuevo CPU, a esta altura una herramientas clave e indispensable.
Todos a las mesas
Se comenzó el sábado último, con una discusión de las problemáticas que atraviesa la ciudad y considerando, en un gesto no menor, los trabajos que en la materia desarrollaron anteriores gestiones. Se dio un primer paso.
Del encuentro participaron 300 invitados, representantes de distintos sectores sociales, quienes se distribuyeron en 27 mesas, cada una de las cuales analizó una problemática urbana.
“Estamos todos juntos para construir los acuerdos que Bahía Blanca necesita para crecer. Estoy convencido que con profesionalidad, con la mirada de largo plazo, nuestra ciudad no tiene que depender de nadie para mejorar”, expresó al abrir el encuentro el intendente Federico Susbielles.
La secretaria de Planeamiento Urbano, arquitecta Rosana Vecchi, mencionó que el taller tenía como principal objetivo “construir un nuevo modelo de ciudad” a partir de acordar sobre qué cuestiones actuar.
Se trabajó desde las 9 hasta las 14, y las tareas estuvieron coordinadas por el arquitecto Roberto Monteverde.
“Las ciudades están tratando de definir cuál es su rumbo y cómo se organizan para resolver los problemas del presente y prepararse para el futuro. Estas cosas deben ser evaluadas y definidas por el conjunto de los actores sociales”, aseguró Monteverde.
Los acuerdos abordados hacen referencia, entre otros ejes, al desarrollo de infraestructura para actividades productivas; el fortalecimiento barrial; el desarrollo de una red vial; el mejoramiento de espacios públicos; la relación con el estuario y la gestión del patrimonio arquitectónico.
El arquitecto Juan Boiardi, presidente del Colegio de Arquitectos bonaerense, delegación X con sede en nuestra ciudad, hizo una evaluación del encuentro.
“Fue un primer paso, que tuvo como característica la variedad de actores participantes donde se trabajó sobre temas que hacen al funcionamiento de la ciudad. Esto debe derivar en el CPU, un instrumento que además necesita ser revisado con regularidad porque siempre es una foto de un momento, y cuya instrumentación se apoya en obras que deben realizarse para apuntar el desarrollo que se pretende».
Y añadió: «Ha sido inteligente por parte del municipio tomar en cuenta trabajos anteriores realizados sobre el tema. En cuanto al plazo para disponer del nuevo CPU, no hay que apurarse pero tampoco dormirse. Hay que aprovechar este momento político y lograr que la ciudad tenga su planificación. Eso es algo bueno para todos”.
El municipio dispondrá ahora si habrá alguna otra actividad semejante, mientras avanza con el desarrollo del CPU con la idea de presentarlo a consideración del Concejo Deliberante antes de terminar el año.
En 2025 debe estar vigente una normativa que ordene la ciudad, que proponga un pensamiento a futuro y que permita corregir y mejorar su funcionamiento integral.
Una mirada
“Las ciudades son muchas cosas; memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, pero estos trueques no son sólo de mercancías, son también de palabras, de deseos, de recuerdos”.
La anterior es una visión planteada por Italo Calvino de un complejo urbano de tanta complejidad que exige, a la hora de su planificación, la mirada de arquitectos, urbanistas, ingenieros, economistas, sociólogos, antropólogos, abogados, políticos, ambientalistas, especialistas en transporte y vecinos, entre otros.
El arquitecto Roberto Monteverde fue contratado por la municipalidad a través del Consejo Federal de Inversiones para ser parte de la discusión del nuevo CPU.
Especialista en Planificación Urbana, participó de la elaboración de los planes de Rosario, Mar del Plata, Ushuaia, Villa La Angostura, Santa Fe, Cipolletti y San Nicolás. Presidente de la Sociedad Argentina de Planificación Territorial, respondió a La Nueva. sobre cuáles son las estrategias adecuadas para tener una ciudad ordenada y bien planificada.
–¿Por qué es importante esta discusión del Código de Planificación?
–Tener un Código Urbano actualizado es dotar al Municipio de “una herramienta más” para gestionar el desarrollo de la ciudad. Corrigiendo los problemas actuales, anticipando conflictos y avanzando en un modelo de mayor cohesión social, con sostenibilidad ambiental y económica.
–¿Alcanza con disponer de esa normativa?
–No. Es una herramienta importante, pero no suficiente. Debe responder a un modelo de desarrollo urbano (integrado, sostenible), a un conjunto de políticas y proyectos que lo materialicen y a un soporte normativo que lo respalde. El código es un “producto-herramienta” que debe ser acompañado por un trabajo de debate y construcción colectiva que le de legitimidad y permita sostenerlo en el tiempo.
–Bahía Blanca ha crecido en extensión en las últimas décadas, ¿Es una manera inadecuada?
–El crecimiento expansivo y difuso encarece los costos de dotación de infraestructuras, prestación de servicios y equipamientos. En criollo: una ciudad “cara-costosa” para “llevar caños”, para recoger la basura, compleja para tener proximidad acceso a la salud y a la educación y ni hablar de tener un buen transporte público. En el caso de la expansión la normativa tiene un peso importante, ya que es el municipio el que dice hasta donde llega la ciudad.
–También se menciona como un mal que nuestra ciudad crece hacia determinado sector e ignora otros.
–Los desequilibrios territoriales y fragmentación socio-urbana son el gran problema de las ciudades argentinas y latinoamericana, el cual además tiende a agravarse. Un plan urbano, con directrices de ordenamiento, proyectos y un soporte normativo, es la herramienta que un municipio debe tener para enfrentar esos conflictos. Equilibrar la ciudad requiere de una estrategia sostenida en el tiempo y proyectos de intervención que posibiliten una contra tendencia.
«Ejemplo: si tengo la posibilidad de construir un complejo deportivo de magnitud y lo hago en el norte, potencio las tendencias de desequilibrio. Si en cambio lo hago en el sur, en un entorno ferroviario estratégico, mejoro las condiciones de ese sector desde lo físico y lo simbólico, genero una contra tendencia. Si lo acompaño de incentivos para construir en ese entorno voy abriendo el camino a una política urbana diferente», cerró Monteverde