El sector agrícola argentino ingresó en estado de emergencia económica dado que el principal cultivo pasó a tener márgenes proyectados negativos para el ciclo 2024/25 en la mayor parte de las regiones productivas.
Este lunes –tal como viene anticipando Bichos de Campo– los precios internacionales de la soja comenzaron a alinearse con el “aluvión” de oferta que se espera para la próxima campaña. Ese fenómeno en el mercado argentino se potencia por el derecho de exportación del 33% aplicado al poroto.
En la zona núcleo pampeana los márgenes proyectados 2024/25 para la soja de primera, considerando los valores actuales esperados a cosecha en el Matba Rofex y un arrendamiento o costo de oportunidad de la tierra de 500 u$s/ha, son marginales con un rendimiento proyectado de 40 qq/ha, según la plataforma AgBi desarrollada por AZ Group y Simpleza.
En la zona centro de Santa Fe, con un valor de arrendamiento de referencia de 470 u$s/ha, el cultivo tiene un rinde de indiferencia de 38 qq/ha, lo que lo torna extremadamente riesgoso en los ambientes de la zona con menor potencial.
Los márgenes proyectados para 2024/25 para las regiones oeste de Buenos Aires (con un costo de oportunidad de la tierra de 420 u$s/ha), centro de Buenos Aires (400 u$s/ha) y sur de Córdoba (350 u$s/ha) son negativos con los rendimientos promedio históricos esperables.
Si bien los márgenes proyectados del maíz temprano son más favorables que los de soja para el ciclo 2024/25, en muchas regiones agrícolas existe un riesgo productivo importante por eventuales daños por Spiroplasma y la amenaza latente generada por el quiebre de resistencia de la tecnología MIR 162 a Helicoverpa zea (oruga de la espiga).
Tal como sucedió en el ciclo 2023/24, la eventual rentabilidad del negocio agrícola en 2024/25 no se sustentará en factores genuinos, sino en la posibilidad de financiar la campaña con tasas de interés reales negativas.
Sin embargo, el acceso a dinero “barato” –capacidad que no está presente en empresas agrícolas menos sofisticadas– puede llegar a no resultar suficiente para contrarrestar una fase bajista de precios combinada con daños por impactos biológicos y un escenario climático poco favorable. Se trata de un gran problema que afecta nada menos que la mayor fábrica de divisas de la economía argentina.