El avance de la explotación de litio en el norte y de la frontera agropecuaria y urbanizaciones en esta zona atentan contra una especie que se luce en los inviernos del sur santafesino.
Foto: Sistema de Información de Biodiversidad
El flamenco andino se sitúa en zonas andinas durante el verano y hace 2 mil kilómetros para pasar el invierno en el sur de Santa Fe, preferentemente en la laguna de Melincué.
El invierno, en las lagunas de Santa Fe, se tiñe de rosa con la llegada de los flamencos andinos que bajan desde la Puna luego de nidificar, comportamiento que siempre tuvo esta especie que llama la atención por su color. Si bien llegó a haber unos 10 mil ejemplares en la laguna de Melincué, la situación actual dista mucho de ese panorama ya que especialistas advierte no sólo que la especie se encuentra en situación vulnerable sino que, además, el avance de las explotaciones de litio en los sectores andinos y de la frontera agropecuaria y las urbanizaciones en zonas de lagunas en el sur de la provincia, sus dos hábitats por excelencia, se encuentran en disminución, lo que deriva en una afectación directa para el desarrollo de la especie.
La llegada de flamencos andinos al sur santafesino, precisamente a la laguna de Melincué, es algo que ocurre cada año ya que este enclave, que es un humedal de importancia internacional (conocido como sitio Ramsar) y una de las áreas de importancia para la conservación de aves además de un sitio de referencia para la red de aves playeras, es el que usan los ejemplares de esta especie durante el invierno para recargar energías antes de regresar a la Puna, donde pasan el verano.
Esta especie, que es la más grande de las tres que habitan en el país (las otras son el flamenco puneño y el flamenco austral) y la que se encuentra peor categorizada en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), llegó a contar con 10 mil ejemplares en Melincué, según detalló a La Capital el investigador Enrique Derlindati, de la Universidad Nacional de Salta (Unsa), especialista en flamencos y humedales alto andinos.
Cada vez menos flamencos
“Los flamencos nidifican en la cordillera durante el verano y en invierno bajan al sur de Santa Fe, a Melincué y otras lagunas. Hay alrededor de 60 en la zona, pero no las usan a todas y la más importante por tamaño y por la cantidad de flamencos que van, es Melincué”, detalló el investigador, que trabajó en esa zona de la provincia durante casi diez años.
Los problemas para los flamencos andinos se diversifican en las dos zonas del país que eligen para repartir su hábitat, aunque tienen un denominador común: en el norte, la explotación del litio y en Santa Fe, el avance de la frontera agropecuaria y las urbanizaciones.
La situación que la laguna de Melincué experimentó a principios de este año marca el pulso de un contexto global de crisis climática: en siete años, el área de cobertura del espejo de agua pasó de 30 mil hectáreas, en 2017, a apenas 3 mil durante el verano de este año.
Al respecto, Derlindati explicó: “Ahora bajan con menor frecuencia, pero lo hacen en mayo para volver en septiembre tras acumular energía. Mantener estos entornos es clave porque hacen vuelos de casi 2 mil kilómetros y si no juntan las fuerzas necesarias, se compromete su supervivencia y el éxito reproductivo que puedan tener. Es un problema grave”.
Un panorma complejo
Las tres especies de flamencos mencionadas “tienen características muy particulares y diferentes entre sí, sobre todo respecto de la problemática de conservación”, comentó el investigador.
Y agregó: “En Melincué está el flamenco andino, que es la especie más grande y con más problemas de conservación. Está categorizada como «vulnerable» a nivel internacional (por la UICN) y «amenazada» a nivel local”.
El estado actual del flamenco es complejo ya que “es la especie que usa los sitios en donde hoy se explota el litio, en el norte, y donde avanza la frontera agropecuaria y las urbanizaciones, en la zona de Santa Fe”.
“La supervivencia, sobre todo el exito reproductivo, depende de los sitios que los flamencos usan en el invierno. Si desaparecen esos sitios, hay posibilidad no sólo de que las especies no sólo disminuyan su población, sino que se extingan”, concluyó