Brasil es considerado, por su tamaño, como una suerte de continente dentro de otro. En ese contexto, cambian las condiciones en función de dónde un emprendedor se radica, porque hay patrones comunes pero también hábitos diferentes en función de las regiones. Con una población de 12 millones de habitantes, San Pablo es parte de la región metropolitana más grande del país. Es una ciudad cosmopolita y de los 80.000 argentinos que hay en el país, la mayoría está radicada en ese estado. Centro financiero y administrativo, tiene algunas ventajas para hacer negocios sobre otras ciudades, pero también presenta más desafíos a superar.
Con una visa del Mercosur se puede permanecer en el país por dos años, que son prorrogables, y se permite emprender. También hay visa para inversores, que permite la residencia permanente para el titular extranjero y su familia, pero exige una inversión real mínima de US$100.000 en cualquier sector de la economía (pueden ser repatriados después, sin impuestos) y la contratación de empleados brasileños.
Javier Goilenberg, CEO y cofundador de Real Trends, la plataforma que desarrolla herramientas de análisis y gestión para vendedores de Mercado Libre, cuenta que hace una década se radicaron en San Pablo. El brasileño fue el segundo mercado a donde desembarcaron -después de la Argentina y antes que México-, y lo decidieron por el potencial que tiene. “Es enorme y también con características nacionalistas, privilegian aquello que nació allá, les gusta sentir que la empresa es parte”, menciona.
Señala que abrir una empresa tiene sus “complejidades”, como el designar un representante legal que debe ser brasileño. “Abrir la cuenta bancaria costó mucho, ya estábamos facturando y todavía no podíamos operar con una -grafica-. La burocracia implica, como siempre para un emprendedor, tener que estar con 50 sombreros puestos”.
Desde Montt Group, que presta servicios de consultoría para el desarrollo de proyectos, Alessandra Murakami precisa que es posible constituir sociedades solo con la visa de residencia y sin nombrar representante legal, todo depende del formato que se elija. Para extranjeros los modelos son limitada unipersonal (un solo individual); sociedad limitada (más de una persona) y sociedad anónima, que se ajusta para “grandes empresas y requiere autorización del gobierno”.
Apunta que, mientras que en Brasil el tiempo promedio de constitución de una empresa es de entre 30 y 45 días, en San Pablo está en mínimo un mes. Murakami advierte que el sistema tributario es “complejo”, donde las dos principales cargas son la renta presunta y el lucro real. Las cargas sociales, grafica, hacen que si un empleado recibe US$100, para el empleador el costo ronda los US$200.
“Hay que hacer una planificación -apunta-. Se puede cambiar en el transcurso del tiempo, pero la presión tributaria es mediana-elevada. Hay que tener contador desde el inicio porque, por ejemplo, hay varias declaraciones a presentar independientemente a que facture o no; las hay mensuales y anuales”. Un dato significativo es que la figura de sociedad simple, que tiene los impuestos más bajos, solo es aplicable a brasileños.
Desembarcos y acomodos
Ricardo Michel y Florencia Pereda son dueños de Rotisería Argentina, una marca que cuenta en San Pablo con dos restaurantes y un local para delivery y take away de comidas argentinas. Se radicaron en 2005, cuando decidieron dejar la Argentina por la situación económica. “Antes era más complicada la radicación; ahora en términos de visa es mucho más fácil -dice Michel-. Este es un ambiente perfecto para emprender, por la receptividad”.
Da cuenta que el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) es un “apoyo” para microemprendedores que “orienta, ayuda a empezar y guía para hacer las cosas bien desde un comienzo”. Recuerda que en sus inicios, cuando el matrimonio trabajaba en relación de dependencia, recorrían las ferias libres que hay en la ciudad vendiendo que en aquel entonces no eran “muy conocidas; había que explicar mucho”.
Abrieron el primer local en el 2009 con comida “exclusivamente argentina”. Michel enfatiza que decidieron “no tropicalizar” los platos: “Demoramos un poco más en entrar, pero logramos nuestro sello; nos buscan por lo que hacemos, que es todo artesanal”. Reitera que los impuestos “no son baratos”, lo mismo que el costo de contratar empleados.
Enrich in LAC es la Red Europea de Centros y Hubs de Investigación e Innovación en América Latina y el Caribe. Facilita el desembarco para hacer negocios o establecer conexiones claves. Marco Quirino, su director en San Pablo, define que en la ciudad muchas oportunidades, en especial para startups “por tamaño y por problemas”. Para él, antes de tomar una decisión, vale “conocer el ambiente de negocios, hacer un aterrizaje suave, hacer contactos. Es muy riesgoso ‘venir al tiro, a ver qué pasa’”.
Comenta que no hay que dejarse llevar por la idea de que la simpatía brasileña implica estar “cerrando un negocio” porque esa puede ser una percepción equivocada. “Hay que trabajar seriamente y aprovechar que, desde estas grandes ciudades, se puede internacionalizar un emprendimiento”. Quirino indica que la economía brasileña está “más estable” que la Argentina y que hay “apoyo a la innovación”. Como puntos a atender, llama la atención sobre la burocracia (“abrir una compañía no es fácil, hay que conocer”) y el sistema tributario, que es “complejo, pesado”.
El premio -en ese factor coincide con las otras fuentes consultadas por LA NACION- es el tamaño del mercado. Los especialistas en negocios locales están convencidos de que podría haber muchos más emprendimientos de los que hay si no fuera por la burocracia existente.
Para empezar
Como en todas las ciudades del mundo, el monto para arrancar un emprendimiento chico varía en función del rubro, pero en general, los consultados señalan que un microemprendedor necesita entre US$20.000 y US$30.000.
Goilenberg ratifica la idea de que no es un destino para “amateurs” si se quiere establecer, por ejemplo, una compañía de tecnología. Claro que también instalarse da otra envergadura para presentarse ante clientes e inversores. Para startups es una locación “importante”.
En negocios de la economía real, Michel indica que un microemprendedor puede tener hasta dos empleados estando inscripto en la escala impositiva más baja. Cuando ya se empieza a facturar y ganar, se pasa a la categoría siguiente. “Lo ideal es empezar formalmente, organizados”, insiste.
Alquilar una casa para una familia arranca en los US$1500 y puede llegar a los US$5000 dependiendo la zona. La educación y salud privadas son “muy caras”. Michel aporta que en los últimos años surgieron seguros de salud más económicos y que están las prestaciones estatales a las que se puede acceder “teniendo paciencia” porque es una ciudad “muy poblada”.