«Hasta mi vuelta de El Vaticano me enfoco en lo internacional». Cuando arrancó la gira por Medio Oriente, Javier Milei tenía decidido no meterse en el debate en particular de la Ley Ómnibus que hasta este martes trató la Cámara de Diputados.
El Presidente quería focalizarse en su agenda internacional y delegó en el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el ministro del Interior, Guillermo Francos, y en su asesor todoterreno Santiago Caputo las negociaciones con la oposición dialoguista.
Sin embargo, en el cierre de su primera jornada en Israel y tras más de 20 horas de viaje, el jefe de Estado debió tomar acaso la decisión más importante desde que asumió, cuando vio que la redacción del ambicioso proyecto que impulsaba estaba sufriendo severas modificaciones: «Retiremos el proyecto. Para sacar una mala ley, prefiero que no salga», fue la orden que bajó desde Jerusalén.
Agotado por los dos vuelos que debió tomar para llegar al aeropuerto de Ben Gurión, en Tel Aviv, tras una rápida cena luego de la reunión que mantuvo con su par israelí, Isaac Herzog, el mandatario había subido a su cuarto hacía más de cinco horas, dispuesto a descansar, cuando vía Whatsapp les pidió a sus colaboradores que pidieran una moción para que el proyecto vuelva a comisión para ser discutido.
Milei habría responsabilizado a cinco gobernadores por el revés que sufrió el proyecto en la votación artículo por artículo. Se trata del peronista cordobés Martín Llaryora, del jujeño Carlos Sadir, de Juntos por el Cambio, dos mandatarios de partidos provinciales, como el neuquino Rolando Figueroa y el misionero Hugo Passalacqua; y el massista de Salta, Gustavo Sáenz.
«No es sólo lo que hace el kirchnerismo: son radicales, peronistas de buenos modales, los lilitos, los de Juntos por el Cambio», replicó, furioso, uno de sus principales colaboradores. Eso explica una línea que se incluye en el comunicado de la Oficina del Presidente, en la que se reprocha a los que «llegaron a sus puestos y bancas levantando las banderas del cambio para hoy traicionar a sus votantes».
Por otro lado, Milei reconoció que «no va a ser fácil cambiar un sistema donde los políticos se hicieron ricos a costa de los argentinos que se levantan todos los días a trabajar», y cuestionó que «hay sectores de la política que se resisten a hacer los cambios que el país necesita».
En su entorno, tanto en Jerusalén como en Buenos Aires, nadie se animaba a descartar ninguna posibilidad: «Está todo abierto, no se la pueden llevar de arriba», murmuraba un dirigente de la primera hora de La Libertad Avanza.
FUENTE: CLARÍN