¿Coincidencia, inspiración o copia?: 10 obras bahienses que tienen gemelos

«La verdadera grandeza de una obra arquitectónica no se encuentra en su singularidad, sino en su capacidad para enriquecer y mejorar el entorno construido, sin importar si es una réplica o una creación original», dijo la arquitecta Zaha Hadid, la primera mujer en recibir el premio Pritzker de arquitectura en 2004.  La Nueva Provincia

Por Mario Minervino
Es complejo hablar de copia o plagio en la arquitectura, más allá de existir cientos de ejemplos en el mundo que conducen a esa conducta. Es innegable la existencia de edificios, monumentos y paseos que claramente hacen referencia a otros ya existentes, a veces asumiendo su autor haberlos tenido como inspirador, otras por coincidencia o copia.

El filósofo Petrarca señaló algo muy interesante: había leído tantos clásicos en su juventud, que en su madurez no podía distinguir si lo que escribía era suyo o de otros autores. Vale decir que no necesariamente existe mala voluntad cuando una obra recrea o suma elementos reconocibles de trabajos preexistentes o se alinea en otra mediante elementos comunes.

En Bahía Blanca es posible encontrar edificios que recuerdan a otros, sin que sus autores hayan hecho mención específica a esas otras obras.

Van aquí algunos ejemplos, sin pretender quitar mérito alguno a sus autores y respetando sus posibles fuentes inspiradoras.

1) Un mirador porteño que aquí es la casa del ángel

El arquitecto francés Alfredo Massue (París 1860-Barcelona,1923) proyectó en 1903 un atractivo edificio al que se conoció como “Mirador Massue”, en la esquina de Talcahuano y Tucumán, frente a la Plaza Lavalle de Buenos Aires. Proyectado como edificio de departamentos, Massue resolvió la obra en estilo art nouveau, con formas curvas, el uso de ornamentos inspirados en la naturaleza (sobre todo vegetales) y rostros femeninos. En su propuesta se destacaba la resolución de la esquina, una suerte de balcón cerrado que recorre todos los pisos hasta rematar en un mirador y una cúpula.

En 1989, para pesar de muchos, se procedió a la demolición de la obra para dar lugar a un edificio de oficinas. Para apaciguar las críticas por esa intervención los proyectistas decidieron mantener parte de la esquina original. Así, un retazo edilicio sobrevivió.

 

El mutilado mirador Massue tiene una suerte de réplica en nuestra ciudad. Se trata de la conocida como Casa de Ángel, en la esquina de Brown y Anchorena.

Fue diseñada en 1906 por el arquitecto catalán Joaquín Saurí (Barcelona 1876- Bahía Blanca 1913) para el comerciante Braulio Bilbao. La similitud entre los edificios es indiscutible, sobre todo en la resolución de la esquina, con un volumen que sobresale y que originalmente era rematado por una cúpula.

Saurí vivió y trabajó en Buenos Aires (se radicó en nuestra ciudad en 1906), y es seguro que conocía el trabajo de Massue.

La Casa del Ángel está inventariada como bien patrimonial y se mantiene en buen estado, más allá de una inadecuada cartelería y la necesidad de arreglos en su fachada.

2) El regalo de Dardo Rocha y un castillo de planchado en la avenida Alem

En 1909, el ex gobernador provincial Dardo Rocha (1838-1921) puso en marcha la construcción de un pintoresco chalet en Mar del Plata, al que bautizó Villa Paula, en homenaje a su mujer, Paula Arana, quien había quedado encantada con una obra similar que había visto en las afueras de París.

Rocha decidió replicar aquel edificio en la ciudad atlántica, con la curiosidad que lo hizo construir sin que su mujer lo supiese. Sólo se lo hizo ver, como obsequio sorpresa, una vez terminado.

El castillo está formado por dos volúmenes sobre cada una de las cuadras, articulados por un elemento cilíndrico rematado con un techo en forma de cono.

Ese mismo año 1909, Joaquín Saurí, otra vez el protagonista, fue contratado por la viuda de Muñoz para construir una vivienda en su quinta de la avenida Alem al 1200.

“El edificio tiene el aspecto de un palacete moderno y está destinado a figurar en la quinta de una de las familias de la “haute” bahiense para servir de lavadero, cuarto de planchado y habitación, en los altos, para el quintero”, detalló la Revista Comercial.

Saurí no dejó de lado su cariño por el art nouveau y en el frente colocó una modesta cerámica decorada con la estética propia de ese estilo.

3) El portal del parque de Mayo en una estancia para Elvira

Entre 1928 y 1931 Francisco Mendes Gonçalves y su mujer, Elvira Ramos, decidieron ampliar su estancia, La Elvira, en la localidad de Coronel Brandsen, provincia de Buenos Aires, tarea contratada con los arquitectos Guidali y Padró.

Entre las mejoras realizadas se incluyó un portal de ingreso al parque, el cual se resolvió con un diseño de líneas neocoloniales, con el uso de curvas y la plasticidad del barroco.

Casi diez años después, en 1942, el comisionado municipal de nuestra ciudad, ingeniero Jorge Aguilar, advirtió, luego de visitar el parque de Mayo, que el paseo carecía de entrada, “le falta una fachada”, refirió.

Pocos días después hizo público el diseño de una arcada para el acceso por avenida Alem y Córdoba, el cual presentó con su propia firma.

La similitud entre la obra de Brandsen y la de Bahía Blanca es innegable. ¿Podía Aguilar conocer aquel portal? Es posible, ya que el mismo había sido publicado en la Revista de Arquitectura.

Aguilar tenía una relación laboral y familiar con el ingeniero Elio Caporossi, que era habitual recibiera ese tipo de publicaciones.

4) Universidades resueltas al ritmo de sus columnas

Cuando en 1948 el arquitecto Manuel Mayer Méndez, a cargo del área de arquitectura del Instituto Tecnológico del Sur (ITS), presentó su proyecto para el nuevo complejo educacional de ese establecimiento en la avenida Alem al 1200, estuvo influenciado sin dudas por dos obras académicas emblemáticas de la época: las sedes de la universidad de Derecho, en avenida Figueroa Alcorta 2263 –inaugurada en 1949—, y de la fundación Eva Perón (actual universidad de ingeniería de la UBA), en Paseo Colón 850.

Ambas obras estaban resueltas con un monumental pórtico de columnas dóricas, con cuerpos laterales retranqueados y unas guardas decorativas en forma de estrella.

La obra se fue construyendo lentamente y de hecho el ITS nunca lo ocupó. En 1956 fue transferida a la flamante Universidad Nacional del Sur, establecimiento que comenzó a utilizarlo de manera parcial a mediados de los 60.

5) El palacio municipal, nuestro hotel de Ville

Desde que se conoció el proyecto ganador del concurso organizado en 1904 por la comuna, al Palacio Municipal de Alsina 65 se lo mencionó como el “Hôtel de Ville de Bahía Blanca”.

La referencia es a su diseño, inspirado en varios ayuntamientos franceses a los que se conoce con ese nombre, con una torre central y cuerpos simétricos a cada lado. La ornamentación es barroca y las cubiertas tipo mansarda dejan en claro su condición francesa.

Diseñado por Ceferino Corti y Emile Coutaret, el proyecto remite, por ejemplo, al ayuntamiento de Lyon (1646), y también mantiene una organización similar al Hotel de Ville de París (1874).

Para la época, era el modelo adecuado y esperable. La torre también se puede emparentar con la Torre de los clérigos (1763), obra barroca que forma parte de la iglesia de Oporto, en Portugal.

6) Aires de Barcelona en pleno centro bahiense

La Casa Catalana, en Rondeau 51, es una vivienda familiar –hoy ocupada por un comercio– así llamada por estar inspirada parte de su construcción en el bellísimo Palacio de la Música Catalana (1905) de Barcelona, proyectado por Lluís Domènech i Montaner, uno de los máximos representantes del modernismo catalán.

El primer piso de ese edificio es recorrido por un balcón con catorce columnas, ordenadas en dos filas, todas revestidas con coloridos mosaicos que forman distintas ilustraciones.

La vivienda de Bahía Blanca fue diseñada y construida por Pedro Cabré Salvat, nativo de Reus, en Tarragona, la misma ciudad donde nació Antoni Gaudí, otro exponente del modernismo.

Fue construida en dos etapas, la segunda de las cuales sumó, en 1921, el jardín de invierno de la planta alta con un balcón y cuatro columnas revestidas de cerámicas de colores y dos nichos superiores con paisajes.

En el lugar vivió el matrimonio formado por José Croft y Adolfina Vlieghe y allí nació su hija Josefina, “Finita”, quien en 1928 se casó con el arquitecto Francisco Salamone.

7) La plaza de los lápices y las torres de la ciudad satélite

En septiembre de 1995 la municipalidad inauguró, en el paseo lineal de calle Cuyo, la Plazoleta de los Lápices, en memoria de los seis estudiantes secundarios secuestrados y desaparecidos en la conocida “Noche de los Lápices”, en septiembre de 1976, una de cuyas víctimas fue la bahiense María Clara Ciocchini, de 18 años de edad.

En memoria de ese doloroso hecho, se diseñó un monumento compuesto por seis tabiques de hormigón de siete metros de alto, pintados de distintos colores, ordenandos en un círculo de 17 metros de diámetro.

El memorial está inspirado en el grupo de columnas ubicadas en el acceso de la ciudad Satélite de México, cinco torres diseñadas en 1957 por el escultor Mathias Goeritz y el arquitecto Luis Barragán, cuyas alturas varían entre 30 y 52 metros.

8) Un banco que se repitió sin pudor ni complejos

Ocupado por la Bolsa de Comercio local, la que fuera sede del Banco Español del Río de la Plata (en la esquina de avenida Colón y Chiclana) fue diseñada en 1908 por el ingeniero y arquitecto Carlos Agoste, contratado por esa entidad bancaria para el proyecto de esa y otras varias de sus sucursales e incluso la casa central de la entidad, en Reconquista y Tte. Gral. Juan Perón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Lo particular del caso es que Agote replicó el edificio –con ligeras variaciones— en todas las ciudades donde se construyeron.

Así, la sede de Bahía Blanca es un calco de la ya demolida casa central, e idéntica a las todavía existentes de Mendoza y Tucumán. A contramano de lo que ha sucedido con muchos edificios bancarios, los ocupados por el ex banco Español  han encontrado nuevos usos sin afectar su arquitectura. Casi un milagro.

9) Un remate chippendale para un cambio de bando

El detalle puede parecer menor –incluso decorativo– si no fuese porque es el símbolo del paso de uno de los grandes defensores de la arquitectura moderna –el arquitecto norteamericano Philip Johnson (1906-2005)— al movimiento posmoderno, cuyos principios contrariaban precisamente los principios del primero.

El 550 Madison Avenue, antiguamente conocido como Edificio AT&T, hoy Sony Building, es un rascacielos de 197 metros de Manhattan, completado en 1984.

Fue controvertido debido a su remate (apodado «Chippendale» por las estanterías de ese diseñador) y porque se resolución se alejó del diseño puro y vidriado que desarrolló la arquitectura moderna.

En nuestra ciudad, ese mismo remate puede verse en un edificio de la segunda cuadra de calle San Martín, que si bien tiene su fachada vidriada, a la misma la limita un contorno en piedra que se cierra con ese singular bocado en un frontis, que tanto simboliza para la evolución de la historia de la arquitectura del siglo XX.

10) El teatro municipal, en la línea de Garnier

Puede sonar a exageración, pero era inevitable que los arquitectos de fines del siglo XIX y principios del XX diseñasen edificios destinados a teatro siguiendo los lineamientos de la Ópera de París.

Porque además estaba aceptado que el estilo barroco era –entre los varios estilos del pasado— el más apropiado para este tipo de uso, como símbolo que era de una época donde la vida era pura teatralidad.

Este edificio de París fue diseñado por Charles Garnier (1825-1898) e inaugurado en 1875. Tiene una fachada ecléctica (combina elementos del barroco, del clasicismo, del renacimiento) y una increíble variedad de mármoles, piedras, estatuas y ornamentos. La sala principal del edificio está cubierta por una cúpula de forma ovoide.

El teatro bahiense fue diseñado en 1911 por los arquitectos Jacques Henri Dunant y Gastón Louis Mallet, suizo el primero, francés el segundo, ambos egresados de L’Ecole des Beaux Arts de París, la misma en la que se formó Garnier. La obra fue inaugurada el 9 de agosto de 1913.

En una escala más reducida, sin tantos ornamentos ni mármoles de colores, su estilo neobarroco, sus frontis curvos, sus columnas apareadas y su cúpula componentes que refieren a la ópera de París.

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