La Argentina tiene una cuenta pendiente con el federalismo, un sistema de ordenamiento nacional establecido en la Constitución y negado en la realidad. No es casual entonces que posterior al proceso de unificación del país surgieran expresiones políticas de neto corte provincialista en defensa de sus propios intereses, por lo general desconocidos por el poder central.
De esta manera ingresaron al debate político partidos provinciales en Corrientes, Salta, Mendoza, entre otras regiones, y en toda la Patagonia en los años 60 y 70, como el Movimiento Popular Neuquino; el Partido de Acción Chubutense, el Movimiento Federal Pampeano y el Movimiento Santacruceño, muchos formados a la luz de la proscripción del peronismo.
La provincia no estuvo ajena a ese movimiento de época y en los 70, un gobernador de facto, Vicente Requeijo, fundó el Partido Provincial Rionegrino (PPR) y logró la adhesión de radicales, peronistas, demócratas cristianos, desarrollistas y otros, tras una convocatoria provincialista. Le compitió al peronismo en el 73 y desplazó a la UCR del segundo lugar de la disputa.
Este tipo de alianzas siguieron con al retorno a la democracia. La UCR buscó acuerdos con otros partidos y formó un movimiento rionegrino que los fagocitó casi a todos y le permitió estar más de dos décadas en el gobierno, mientras que el justicialismo también convocó a un frente, con sus aliados históricos.
¿Cómo impactó esta experiencia hacia adentro de cada partido y sus afiliados? La respuesta no es lineal, pero no es arriesgado pensar que liberó la conciencia y lealtades dogmáticas y dio paso a un mayor pragmatismo en el camino hacia la conquista del poder.
Ahora, el próximo proceso electoral rionegrino incorpora a esta historia un hecho novedoso e inédito como formulación y oferta para los ciudadanos que concurran a votar el 16 de abril.
Juntos convocó al radicalismo y al peronismo y otros sectores políticos, gremiales y sociales, pero no a una alianza o creación de un nuevo espacio conjunto, sino en “adhesión” a la fórmula Weretilneck-Pesatti, para confluir, sin perder su identidad política-ideológica, en un “Gran Acuerdo Provincial”, que según se explicó debatirá y trazará los proyectos de políticas públicas para el Río Negro del futuro.
No es el PPR, de entonces, que también tuvo como pilares al radicalismo, al peronismo y otros partidos, sino la puesta en valor ante el gobierno nacional de una fortaleza provincial sustentada en reclamos y defensa de su provincialismo que buscar ser avalado por más del 60% del electorado, sin peleas partidarias por medio.
¿Es válida la propuesta? El tiempo tendrá la respuesta. Si sólo se trata de una confluencia de apetencia de cargos públicos, está destinada al fracaso y a una ruptura a corto plazo. Si no hay verdadera conciencia, amplitud, generosidad y con la provincia como única divisa, puede será inútil.
¿Por qué? Porque Río Negro necesita una refundación y una dirigencia a la altura de la circunstancia. Valgan como ejemplos los gobiernos de Edgardo Castello y Mario Franco. Administraron con visión de futuro. El puerto marítimo; Soda Solvay; proyectos de áreas bajo riego; parques industriales; construcción de escuelas y hospitales, etc. Crearon las bases.
¿Cuál es el próximo paso? La refundación de la provincia con nuevos parámetros de desarrollo. Con este propósito debería ser convocado a funcionar el acuerdo rionegrino. Es menester actuar con valentía y con audacia.
Valga un ejemplo. Tiene que ser una política de Estado y reclamo del conjunto defender la construcción del gasoducto a la costa marítima para instalar una planta de Gas Natural Envasado. Será una pelea contra los intereses del puerto de Bahía Blanca.
Pensar en grande, en momentos en que el discurso político se vació de propuestas y la palabra perdió valor. Los mensajes son solo “anti”. Unos contra Cristina, otros contra Macri, el peronismo entre ellos y otros contra Weretilneck, incluso algunos desconociendo que fue Carlos Soria quien lo llevó de la mano al escenario mayor. El ciudadano siente que estas peleas “no son suyas”, que existen sólo en la política, que es cada vez más menospreciada.
¿Habrá posibilidad incluso luego de las elecciones y asumido el próximo gobierno -que todo indica que será de Juntos- de construir una agenda común rionegrina? Qué harán quienes pierdan. Solo oposición o aportarán a esta idea de conjunto.
Hay que refundar Río Negro, sin prejuicios ni temas tabúes. Discutir la mega y la pequeña minería; terminar con el proceso ya iniciado de instalar la planta de hidrógeno verde, construir el paso a Chile por El Manso; INVAP y ALTEC trabajando en proyectos provinciales de futuro; hacer obras de riego en áreas del Valle Medio, en Negro Muerto, a partir de un proyecto hidráulico-alimentario; poner en valor las investigaciones y la capacidad de pensamiento de las dos universidades; pensar en alternativas al actual desarrollo pesquero y profundizar la explotación de nuestros recursos de Vaca Muerta en petróleo y gas.
Para esto y mucho más, es necesario plantearse ante el gobierno nacional monolíticamente, sin fisuras y con fortaleza.
Un gran acuerdo provincial servirá en la medida en que también existan aportes al actual gobierno para salvar deudas pendientes, por ejemplo, en salud, educación y seguridad. Discutir la reformulación del puerto de San Antonio Este, cuando hoy vemos que el yeso de la provincia sale por Bahía Blanca; que la bentonita se extrae en la región sur, se procesa en Buenos Aires y sale de ahí al exterior y que la laja de Los Menucos viaja desde Puerto Madryn.
También la base de un gran acuerdo provincial se cimenta con la autocrítica y reformulación de políticas ya agotadas, incluso desde la capacidad de elaboración del propio partido gobernante y su dirigencia-
ADN Chubu