El Estado capta divisas en forma anticipada pero los cultivos no avanzan y el escenario productivo es incierto.
Por más que uno se tenga fe, no es recomendable adelantarse a los hechos y es riesgoso gastar a cuenta. La reflexión puede aplicarse a la inquietud futbolística de los argentinos en estas horas, pero también encaja perfectamente con la campaña agrícola en marcha. Porque los resultados son inciertos y por lo que se ve en el transcurso del “primer tiempo de los cultivos de grao gruesos” la cosecha sería exigua.
En el Gobierno, de todos modos, parecen más ansiosos que el promedio de los argentinos. No sólo en lo futbolístico, por la pretensión de capitalizar los logros de Lionel Messi y compañía. La ansiedad también se expresa en incentivar exportaciones para captar divisas anticipadas, vía “dólar soja”.
Algunos dudas de si se llegará a los US$3.000 millones previstos pero esta semana se intensificó el ritmo de liquidaciones, con la tonelada de soja en Rosario a $100.000 y de cualquier modo será un salvavidas para las arcas fiscales.
El ministro Sergio Massa también proyecta un escenario de mediano plazo mejor, no sólo con la inflación… también con las asignaciones de recursos desde el Estado.
Esta semana se plantearon más gastos, con eje en una ampliación de partidas presupuestarias para 2023 que no se condicen con el nivel de actividad esperado, por lo menos desde lo agroindustrial.
El toque de cautela oficial viene por el lado de prorrogar las exportaciones de trigo, y ahora de maíz, como para que “si faltan dólares, que no falten los granos que son insumos claves para el pan y la alimentación animal”.
La ecuación kirchnerista de manual sigue siendo estimular las exportaciones de soja, el “yuyo” que sostiene a la economía, y tener con la rienda corta al maíz y al trigo, como insumos de la “mesa de los argentinos” en la cual “no pueden faltar la carne, el pan y la leche”.
Con todo, la mayoría de los productores agropecuarios, en distintas provincias, ya se preparan para una temporada de vacas flacas. Y no sólo literalmente en la ganadería (ver La hacienda lleva siete meses perdiendo valor) si no también por los escuálidos volúmenes que se esperan en la cosecha de granos.
Las lluvias de la última semana no alcanzaron a mover el amperímetro para un desarrollo adecuado de los cultivos, de los que se sembraron y de los que esperan a tener una cama de siembra apropiada. En casi todas las regiones, los registros oscilaron entre 0 y 10 milímetros. El resultado del trigo ya está jugado, y genera tristeza. En menos de un mes se cerraría una campaña con la mitad de volumen que la anterior. Ese panorama general tiene ejemplos concretos que lo conforman. Por caso, David Hughes, de Alberti, en el centro norte bonaerense venía teniendo promedios de 5.000 kilos por hectárea y esta vez está cosechando entre 650 y 1.800 kg/ha.
Un poco más al norte, casi en el límite con Santa Fe, Román Gutiérrez contó que en un lote de trigo obtuvo 9 quintales por hectárea y a otro directamente no lo cosechó. Con esa desazón en el pecho, ahora recorre sus lotes cada vez que llueve algo, y siempre se queda con ganas de más, porque no encuentra la humedad suficiente para invertir en semillas y todos los demás costos de una campaña.
Basta salir un poco a las rutas y caminos y ver que es muy bajo el nivel de lotes sembrados en relación a lo que debería estar encaminado en esta época del año. En Ramallo se consuelan con poco. Llovieron entre 2 y 6 mm, y el ingeniero Mariano García considera que al menos estas precipitaciones sirvieron para que baje la temperatura y se frene por unos días la pérdida de plantas.
A pesar de que muchos “observadores urbanos” todavía creen que es “cuestión de tirar la semillita y juntarla con pala meses después”, muchos productores ya están decidiendo no sembrar y cuidar el capital de trabajo que les queda para “perder lo menos posible” y arrancar el año que viene con el menor lastre que se pueda manejar”.
Un poco más al oeste, en la zona de Trenque Lauquen, Pablo Ristorini mira los registros pluviométricos tan escasos que “envidia sanamente a los vecinos pampeanos que esta semana recibieron 10 milímetros. Ese parece ser otra tendencia del cambio climático: como no pasaba antes, en pocos kilómetros de diferencia, unos son bendecidos por el agua y otros parecen maldecidos.
El productor Fernando Bazan, testimonió que en la zona de Hernando-Villa María, en el centro geográfico de Córdoba (y del país), el tiempo meteorológico se ha manifestado de modos muy dispares. “El maíz ha mostrado mejor estabilidad que la soja en las últimas campañas, pero eran años con lluvias normales. Con este escenario tan seco, sembrar maíz es una jugada muy arriesgada”.
Un poco más al sur, el productor Juan Boccolini cuenta que las lluvias han sido casi nulas por ahí y que defiende algunos lotes con riego.
En el sur santafesino, el asesor Adrián Rovea remarca que el panorama está complicado y si no llueve no se van a sembrar muchos lotes en el corazón de la Zona Núcleo.
Dios quiera que el resultado de mañana no sea oscuro como el horizonte productivo… que San Pedro también se emocione… y que llueva
Mauricio Bártoli – Clarín Rural