El rector de la UNR, Franco Bartolacci, trazó un balance de su gestión al frente de esa casa de estudios, que hoy cumple 54 años
«La UNR es universidad muy joven, pero se ha instalado rápidamente en el concierto de las universidades más tradicionales del país», destaca Bartolacci.
Hoy la Universidad Nacional de Rosario (UNR) cumple 54 años. No hay actos solemnes, sino un encuentro con su comunidad en el Centro Universitario Rosario, más conocido como La Siberia. El año pasado, la ocasión sirvió para el corte de cintas del aulario, un moderno edificio de uso común para las facultades de Ciencia Política y Arquitectura. Dos caras de los tiempos que corren en la institución educativa y de investigación más grande de la ciudad. Para el rector, Franco Bartolacci, el aniversario encuentra a la universidad pública en «expansión», con nuevas carreras y obras de infraestructura en marcha, y en medio de un proceso de debate y discusión de proyectos para «avanzar en una reforma académica y pedagógica». El gran desafío, dice, pasa por vincular estrechamente el mundo académico con las necesidades de la ciudad y la región y lograr que quienes habitualmente no llegan a las aulas, puedan hacerlo.
«La universidad debe estar direccionada a lo que necesita la ciudad», remarca el rector y destaca la experiencia. Justamente, la construcción de un sistema científico de valor público es una de las seis líneas estratégicas de la agenda 2030 de la UNR, que propone una universidad «democrática, abierta, feminista, inclusiva, de excelencia y sostenible».
La UNR fue creada el 29 de noviembre de 1968, a través de una ley (la 17.987) que determinó la autonomía de las facultades asentadas en la ciudad, que hasta entonces dependían de la Universidad Nacional del Litoral. En el país gobernaba la dictadura militar de Juan Carlos Onganía y la presentación oficial de la UNR se realizó en diciembre, con un acto en el Teatro El Círculo.
Con 54 años, la UNR es una universidad joven. La de Córdoba, la más antigua del país, se fundó en 1613. La de Buenos Aires cumplió el año pasado 200 años, la de La Plata es de 1905 y cuatro años después nació la Universidad del Litoral. A falta de historia, le sobra potencia: casi 100 mil alumnos distribuidos en 12 facultades y 121 carreras de grado, por citar sólo unos números.
Para el rector, se trata de «una universidad muy joven, para un sistema en el cual sus universidades mas grandes tienen una larga tradición, pero que se ha instalado rápidamente en el concierto de las universidades más tradicionales del país». De todas formas, advierte: «Hay que trabajar mucho para hacerla más presente en los temas en que no está y para que puedan llegar a ella quienes todavía no pueden hacerlo».
_¿Cómo se encuentra la UNR en su 54ª aniversario?
_En estos tres años, aún con las dificultades de la pandemia, atravesamos el período de expansión más importante de toda nuestra historia. Creamos casi 70 nuevas carreras de todo tipo, diplomaturas, tecnicaturas y licenciaturas, tres nuevas propuestas de formación media, en General Lagos, en Puerto San Martín y la nueva escuela de ciencias sociales de Rosario, que empieza las clases en marzo. Todas las carreras que hemos creado han tenido una buena cantidad de inscriptos, tanto la de turismo, como la de diseño o inteligencia artificial fueron muy buen recibidas.
_Mencionaba también el tema de mejorar el acceso a la universidad.
_Creo que una forma de hacer que más personas lleguen a la universidad es proponer otras cosas y en formatos diversos. Tenemos un trabajo de extensión, como la escuela de oficios, la universidad popular (como la Casa Esmeralda, de República de la Sexta) y también la posibilidad de poner en diálogo el desarrollo científico con las necesidades de Rosario y la región. La capacidad científica que tiene la universidad es realmente potente, es un polo de referencia ineludible en todo el país. El trabajo conjunto con el Conicet potenció esas iniciativas y hoy no hay un tema de la ciudad en donde la universidad no sólo tenga voz, sino que además pueda ofrecer lo que se genera en materia de investigación y desarrollo científico, porque está vinculado a esas necesidades.
_¿Quiere decir que las necesidades de la ciudad y la investigación académica marchaban en forma separada?
_Hicimos un gran esfuerzo para dar vuelta la universidad publica y ponerla más de cara a lo que Rosario y la región necesitan. Eso es casi una obsesión: el conocimiento que generamos acá es producto del esfuerzo que la sociedad hace para sostener una universidad de este tipo, que es única en el mundo. No hay otro país en el mundo que tenga un sistema de educación superior público como Argentina. Eso implica una responsabilidad. Tengo un particular interés de que todo lo que generamos y producimos se ponga en diálogo con las necesidades de la ciudad. Hay que jerarquizar esa tarea, darle otra centralidad, priorizarla institucionalmente, porque muchas veces se ha dejado a su propia suerte el trabajo que hacen muchos investigadores, investigadoras y equipos.
_Eso se puso de manifiesto durante la pandemia o en relación a la cuestión ambiental, ¿en qué otros temas considera que tiene que recuperar protagonismo?
_La cuestión ambiental es la más presente, pero también queremos avanzar en la cuestión alimentaria, que creo que es el otro gran eje que debe comprometer a la universidad pública, que es garantizar a todos los pibes y pibas de Rosario un plato nutritivo todos los días sobre la mesa. Estamos en la construcción de una planta de alimentos que el año que viene va a estar en marcha. Y también en relación a la convivencia en la ciudad, pensamos convocar una mesa amplia para abordar esta problemática desde una pluralidad de actores.
_¿La buena sintonía con el gobierno nacional permitió avances en infraestructura, cómo se palpita el año próximo en función del presupuesto?
_Este año fue muy difícil. Primero porque no tuvimos presupuesto aprobado por el Congreso, eso para las universidades siempre es una mala noticia, porque genera incertidumbre. Igual hemos llegado bien a fin de año y cumpliendo gran parte de los objetivos propuestos. El presupuesto que aprobó el Senado recientemente no es un mal presupuesto, aunque lo digo con cierta cautela porque en este contexto inflacionario todo es relativo. Siempre hace falta mas presupuesto, pero hoy estamos en buenas condiciones de afrontar la planificación del año que viene.
_Hablaba de los jóvenes que no acceden a la universidad, en los últimos diez años bajó el porcentaje de los rosarinos que cursan en la UNR. ¿Cómo analizan esta situación?
_En la ultima década se incrementó 20 por ciento la cantidad de estudiantes totales de la UNR. La composición del alumnado tiene muchas lecturas, una es la que vos señalas. En esto influyen muchos factores: hay una multiplicación y diversificación de las propuestas de formación, no sólo de nivel universitario sino también terciario en Rosario y la región, es un elemento muy propio de los últimos 15 o 20 años. También analizamos que hay que atender con fuerza las políticas de bienestar estudiantil para posibilitar que quienes tienen dificultades económicas continúen sus estudios. La UNR es la universidad del país que más invierte en estas políticas de bienestar. Tenemos comedores, una residencia estudiantil y estamos planificando dos más: uno en Zavalla y otro en La Siberia. Y también un programa inédito para que los jóvenes de barrios populares se acerquen a la UNR, con becas y políticas de acompañamiento.
_¿Cuál es el desafío que enfrenta la UNR, de cara a los próximos diez años?
_Hay que avanzar en la reforma académica y pedagógica que ya se venía previo a la pandemia. Hay que discutir un poco más allá de la oposición entre virtualidad y presencialidad. La relevancia de la presencialidad está clara, es la esencia de una universidad como la nuestra. Pero hay otras formas de habitar o transitar la universidad pública producto de un mundo que cambia vertiginosamente. La virtualidad derriba fronteras que en su momento fueron un obstáculo para la educación superior y creo que el desafío es cómo combinar creativamente las dos modalidades para aprovechar las cosas buenas que tienen ambas. Mucho de lo que construimos en la pandemia se sostuvo y se va a incrementar. No podemos enseñar en la universidad con la misma lógica de hace 30 años, compartiendo con los estudiantes la lectura de un texto, porque esos textos y esas lecturas están al alcance de todos, en cualquier momento. Hicimos varios talleres con docentes y una encuesta con los estudiantes, con todo este trabajo elaboramos un documento con propuestas para poner en marcha que vamos a presentar a fin de año.
_En ese diagnóstico, ¿que problemas encontraron?
_El problema que tiene el sistema universitario argentino es la dificultad de poder generar cambios y transformaciones de carácter rápido, en un mundo que cambia vertiginosamente. Entonces, cuando se termina de discutir el diagnóstico, casi que hay que empezar a discutir todo de nuevo porque en el medio cambiaron las cosas. Pero hay que revisar todo para que lo que hacemos en el aula siga siendo relevante y para que la universidad siga cumpliendo su misión.
Carina Bazzoni – La Capital de Rosario