El provincianismo de los porteños

Horacio Rodríguez Larreta comparó los índices del delito en Caba y los contrastó con Rosario. No dijo que Caba tiene una policía propia pagada por toda la Nación y que tiene un presupuesto para una ciudad mucho mayor al de la provincia de Santa Fe.

Hace unos días un par de periodistas de TyC discutían sobre la posible inclusión de Alejandro Garnacho entre los 26 que jugarán en Qatar. La discordia era porque el talentoso delantero de 18 años es español, no vivió nunca en el país y pese a sus padres argentinos no tiene en su acento el mínimo rasgo que lo conecte culturalmente a la selección que dirige Scaloni.

“No habla español, no conoce el dulce de leche, nunca usó una birome, no conoce «Caminito», no conoce la 9 de Julio”, dijo uno que se llama Guido Glait. Su colega Rodrigo Cingolani le respondió: “Dámelo diez minutos y ustedes van a decir que este pibe nació en Barracas”.

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Aunque no cause ningún asombro es interesante comprobar una y otra vez cómo para los porteños todo matiz que conecte a la idea de argentinidad debe ser una referencia asociable a la ciudad de Buenos Aires. Es una limitación cultural y, valga como nunca la figura retórica, un rasgo potente de provincianismo. ¿Qué caracteriza al provincianismo? Ese tipo de mentalidad que asimila y juzga el mundo con los parámetros de la comarca propia excluyendo todo lo demás. Algo que hacemos los porteños todo el tiempo.

En tren de curiosidades fue también llamativo advertir cómo el que hizo algo parecido, ya no en un terreno futbolístico, fue un hombre que quiere ser presidente y tiene el difícil desafío de conquistar adhesiones en todo el país para lograrlo. Y que viene mirando, cortejando y mencionando a Rosario hace tiempo con esa finalidad.

Pero este martes al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, las cosas en ese tren de deseos se le descarrilaron un tanto. Fue cuando al hablar de la baja de índices delictivos en su administración opuso la situación de seguridad de Buenos Aires y Rosario como si hablara de dos distritos comparables.

Rodríguez Larreta se salteó algo elemental. Que la ciudad de Buenos Aires es institucionalmente como una provincia pero, algo que obra sideralmente en su favor, completamente minúscula en superficie. Y que él tiene la fortaleza y los recursos de un gobernador pero que en realidad, en términos de la dimensión del territorio que administra, es un intendente. Esa diferencia abismal de fisonomía política en su favor debería tornarlo más juicioso cuando lanza comparaciones. Sobre todo porque está demostrando que intenta ser presidente desconociendo realidades y limitaciones elementales de la gestión política en enormes territorios.

Pablo Javkin salió muy rápido a contestarle. Le dijo que al hacer ese contraste se olvidaba de que Rosario no tiene facultades sobre la policía mientras que él —que es un gobernador porque administra un distrito autónomo— sí la tiene.

Se quedó cortísimo Javkin. Lo primero que hay que decirle al jefe de gobierno porteño es que él controla una fuerza de seguridad, la policía metropolitana, con recursos que le delega el Estado nacional. Mientras que todas las demás provincias sostienen sus policías con los recursos de sus propios presupuestos. Para que se entienda mejor: todas las provincias del país soportan con su coparticipación a la policía de Larreta.

Con esa policía que la Nación entera le paga a Caba Larreta tiene que cubrir una sola ciudad de 200 kilómetros cuadrados. Santa Fe tiene que pagar con fondos provinciales su propia policía para 133.007 kilómetros cuadrados de territorio con 50 ciudades y 315 comunas. Desde un pensamiento procaz o poco responsable se podría decir que el jefe de Gobierno porteño la tiene fácil. Nunca es sencillo gobernar la seguridad. Pero es más llevadero hacerlo sobre una sola ciudad que sobre 365 distritos.

Al tener la autonomía propia de un gobernador Larreta es el gobernante privilegiado que administra como nadie más en el país una ciudad: tiene potestad de decidir políticamente sobre la policía, definir su operatividad sin consultar y no preocuparse por cómo balancear los recursos de un presupuesto propio porque a su fuerza de seguridad se la pagan todas las demás provincias. Como mínimo es una ventaja sideral sobre todo el resto de las ciudades que aconsejarían matizar, en mucho, los desempeños.

La gestión de Seguridad en Santa Fe viene de tropiezo en tropiezo. No se advierte planificación, se subejecutan partidas y sobre la violencia récord en delitos de sangre que se alcanzará este año el gobierno provincial y la política en general no solo hablan poco sino que exhiben limitaciones notorias en el terreno de las ideas. No es por tanto esto una justificación de acciones erráticas, ni de responsabilidades, ni de omisiones. Lo que sí interesa es restituir modos lógicos de comparar. Un hombre que quiere gobernar el país el año que viene establece contrastes muy arbitrarios.

En la misma nota Larreta autoponderó el recibir habitantes de otros distritos en servicios de salud pública, lo que significa, dijo, un gran esfuerzo presupuestario. Como si Rosario desde hace décadas no brindara sin preguntar atención incluso de alta complejidad a vecinos de ciudades aledañas y pueblos de toda la provincia. Durante 2021 según fuentes municipales un 10 por ciento de personas sin cobertura social, el 10 por ciento de las internaciones y otro 10 de las consultas ambulatorias fueron atendidas en el sector de salud pública sin ser de Rosario. El límite de la asistencia solidaria o del acceso a derechos no es la General Paz ni la Circunvalación. Convertir en una especie de bandera virtuosa algo que no debería admitir variantes habla de un estándar de sensibilidad y de una posición ideológica.

En 2022 la ciudad de Buenos Aires tuvo para sus barrios 964.614.572.005 pesos. Para toda la provincia de Santa Fe el presupuesto alcanzó un total de 850.445.400.000. Cien mil millones más que Santa Fe en el mismo año muestran lo indeciblemente ricos que son los recursos porteños. Que no es lo mismo, claro está, que decir los ciudadanos porteños, sometidos a una ciudad muy desigual, como bien saben los que viven en La Boca o Pompeya en relación a Barrio Parque o Belgrano. Esa montaña enorme de dinero, la autonomía y el lujo de una policía sufragada por todas las provincias sugieren mover un poco los bordes de la jactancia o, incluso, del provincianismo a la hora de los análisis.

El sociólogo y político estadounidense Seymour Martin Lipset, que estudiaba las relaciones entre niveles de desarrollo y democracia, tenía una frase señera sobre el parroquialismo en política: «El que solo conoce un país, no conoce ningún país». El problema de los gobernantes porteños es que les cuesta mucho pensar fuera de los parámetros de la ciudad propia. “Mirá lo que es la seguridad en Rosario, ¿vos elegís Rosario como ciudad?”, le preguntó Larreta a Ernesto Tenembaum en una entrevista. No es para ofenderse ni para rezongar: Rosario tiene problemas en serio. Solo destacar que el precandidato presidencial porteño hizo la de Cingolani y su colega sobre Garnacho: mostrar que se concibe a la Argentina, que es una extensión inmensa y compleja, desde una mínima parte. La de mayores privilegios y la más rica, en este caso

Por Hernán Lascano – La Capital de Rosario