Los estampidos secos de los fusiles Fal de los gendarmes argentinos hacen volar por los aires al teniente de Carabineros de Chile Hernán Merino Correa. Esto sucede en los primeros días del mes de noviembre de 1965 en la zona de Lago del Desierto, cercano a la actual localidad de El Chaltén.
Un oficial de carabineros resultó muerto en el tiroteo.
Se producía entonces el más destacado enfrentamiento entre efectivos argentinos y chilenos en una zona reclamada en su soberanía por ambos países. Una de las tantas escaramuzas que se producían, en una etapa de” fronteras calientes”.
Esto sucedía en un país y una Santa Cruz convulsionada por los acontecimientos políticos. En Argentina el golpe acechaba al doctor Arturo Illia, sin valorar su espíritu pacifista y democrático.
Del otro lado de la cordillera gobernaba Eduardo Frei Montalva que en las elecciones presidenciales de 1964 obtuvo el triunfo con el 56% de los votos, gracias al apoyo de la derecha, quien lo ayudó con el fin de impedir el posible triunfo de Salvador Allende.
Desde la Presidencia de la República intentó llevar a cabo su «Revolución en Libertad», un conjunto de reformas estructurales donde destacaron la Reforma Agraria, la “chilenización” del Cobre y la Promoción Popular. Sin embargo, las dificultades para que estas reformas tuvieran impacto inmediato en la gente, la tenaz oposición de los partidos de izquierda y derecha y la inflación al final de su mandato hicieron caer su popularidad y terminó entregando la banda presidencial al candidato de la Unidad Popular.
En tanto en nuestra provincia gobernaba Cristóbal Varela, aquel vicegobernador que se hiciera cargo del poder luego de la destitución del médico Rodolfo Martinovic, continuando una saga de desplazamientos iniciada desde la provincialización de Santa Cruz.
La situación era de ebullición de inestabilidad en lo político y social, sumada a la cuestión de límites que había tensado las relaciones con el vecino país. Mario Valenzuela Lafourcade en su libro “El enigma de la Laguna del Desierto: una memoria diplomática” detalla los antecedentes previos al conflicto armado.
Ese 25 de mayo en Río Gallegos, mientras sus habitantes celebraban el primer grito de libertad al iniciarse la emancipación española, desde el consulado de Chile se trabajaba febrilmente en el envío de documentación a la cancillería trasandina en Santiago.
El cónsul general Ernesto Espinoza Montt informa de la detención de un ciudadano español, dos chilenos y otro argentino en momentos en que transportaban vacunos “a través de territorio argentino, pues no tiene ni salidas ni caminos por nuestro país”, para ser comerciadas en Chile.
Parte de las reses habían sido compradas al chileno Héctor Sepúlveda, propietario en el lugar llamado “Laguna del Desierto”, el cual “según la gendarmería argentina” estaría ubicado en territorio argentino”.
El carteo entre el consulado y la cancillería chilena continuó durante los meses posteriores abundando en detalles y antecedentes con mapas impresos en el Instituto Geográfico Militar de Chile, donde se ubicaba a la denominada Laguna del Desierto en territorio argentino.
En tanto las versiones del aumento de la presencia de Carabineros en los extremos sur y norte del Lago del Desierto llegaban a nuestro país. En tanto la cancillería argentina le señaló al ministerio de Defensa “la conveniencia de emplazar un puesto de Gendarmería en la región noroeste del Lago del Desierto”.
Un elemento revelador es un artículo publicado por el entonces intendente de la región de Magallanes, el prestigioso historiador Mateo Martinic quien publicó un extenso análisis a partir de la detención de los integrantes del arreo de animales en la zona de Lago del desierto.
De haberse seguido el criterio del alto funcionario, conocedor de la zona en su historia y geografía la penetración chilena no debió producirse y todo se podría resolver en el seno de la comisión binacional de demarcación de Límites, tal como propusieran los presidentes Illia y Frei en el encuentro de Mendoza.
Pero dos semanas antes, el consulado chileno en Río Gallegos volvió a ser protagonista en la transmisión de nuevos acontecimientos. Señala un cable de la delegación diplomática que “se informa en forma “secretísima” que por denuncia presentada por el poblador Domingo Sepúlveda a carabineros del retén O Higgins se ha sabido que se presentaron gendarmes y periodistas argentinos en predio que él ocupa y le transmitieron el objetivo de instalar una avanzada de Gendarmería y además de citarlo para concurrir a las oficinas del Consejo Agrario Provincial, en Río Gallegos.
Todos estos elementos abonaban una situación tensa y explosiva que en cualquier momento haría eclosión. El gobierno chileno ordenó el desplazamiento de efectivos de Carabineros hacia el lugar en conflicto lo que tensó aún más la situación. Para el martes 2 de noviembre todo comienza a precipitarse, al tomarse conocimiento de la detención de un ciudadano argentina en inmediaciones del lago del desierto y el avance de los carabineros hasta Laguna Cóndor.
Los reclamos y protestas diplomáticas no se dejarían de escuchar, presumiéndose el aprestamiento de 500 carabineros chilenos del otro lado de la frontera, mientras que se dispone el envío de efectivos de la Gendarmería Nacional hacia Río Gallegos, que culminaría con ese fatídico sábado 6 de noviembre.
“Entréguense porque están rodeados. Esto es Gendarmería Nacional y están en Territorio Argentino”, grita con fuerza a los carabineros chilenos el alférez Luis Quijano, un correntino que había elegido la Gendarmería como carrera y modo de vida.
La respuesta fue una descarga de fusil Fal por parte del teniente Hernán Merino Correa que motivó la inmediata reacción de los gendarmes argentinos. Miguel de los Santos Garcilazco albañil entrerriano de 77 años quien entonces era gendarme y participó del enfrentamiento, recuerda vívidamente los acontecimientos, al ser entrevistado en vivo por “Ahora Calafate”.
“Llegamos a Río Gallegos, transbordando en forma inmediata a otro avión con destino a la Estancia San José. Atravesamos el Río de Las Vueltas en una Moto niveladora con todo el equipo hasta la Estancia La Florida y desde allí a pie hasta el Puesto Arbilla.
Todo se realizó perfectamente sincronizado. Avanzamos en tres grupos de 12 hombres y un francotirador. Uno de estos auxiliares, a 70 metros observó mediante larga vista al Teniente de Carabineros que era el único que se encontraba parado dándonos la espalda. Ellos estaban confiadísimos habiendo dispuesto un nido de ametralladora. Entonces Quijano les grita que están en territorio argentino, que se entreguen porque están rodeados”.
Merino gira disparando el FAL, que por fortuna no estaba en ametralladora sino lo cortaba en dos a Quijano. Inmediatamente como respuesta recibe de tres a cuatro impactos, dos de ellos de FAL. El golpe de las balas es fortísimo y al recibir los disparos al unísono voló de tres a cuatro metros hacia atrás.” Este testigo contempló la reacción del teniente, los impactos recibidos y su caída con nitidez dado que observó toda la escena a través de su catalejo.
“Manrique fue herido cuando corrió a tomar la ametralladora y uno de los carabineros que se encontraba más alejado montó a caballo y escapó. Luego nos acercamos los 30 eliminando cualquier posibilidad de reacción.”
Tanto el testimonio de Garcilazco, como el del comandante principal Quijano son fundamentales a la hora de recordar lo acontecido. También se destaca el testimonio de Néstor Alberto Baró que en ese entonces con solo dieciocho años se encontraba a cargo de las comunicaciones, relatando paso a paso la operación al comando que se encontraba expectante en la Estancia La Florida, ratificando los dichos del Alférez Quijano. Asimismo, integró el grupo de avanzada para la recuperación de toda la zona hasta el límite internacional.
Néstor perdió la vida hace unos cinco años en un accidente de ruta en la zona denominada como la “cuesta de Miguez”, episodio en el que también resultó gravemente herido el reconocido dirigente radical Néstor “Patón” Morales.
El 31 de octubre de 1991 los presidentes Patricio Aylwin de Chile y Carlos Saúl Menem de la Argentina habían acordado, en base al Tratado de Paz y Amistad de 1984, acudir a un arbitraje internacional sobre la disputa.
El 15 de diciembre de 1991 se constituyó en Río de Janeiro el Tribunal Arbitral con juristas latinoamericanos encabezados por el colombiano Rafael Nieto Navia que fue elegido presidente del tribunal por los demás jueces. Los demás jueces eran el salvadoreño Reynaldo Galindo Pohl, el venezolano Pedro Nikken, el argentino Julio Barberis y el chileno Santiago Benadava.
El 21 de octubre de 1994 el tribunal dio a conocer el fallo que reconoció en su mayor parte la posición argentina. El 13 de octubre de 1995 el tribunal desestimó unánimemente el recurso de interpretación en subsidio planteado por Chile y con el voto en contra del árbitro chileno Santiago Benadava, rechazó el recurso de revisión también planteado por Chile. Ambos recursos habían sido planteados en días posteriores al fallo alegando que había erro
*Mario Novack – El Diario Nuevo Día