Hay nuevos conductores; ahora falta cambiar el rumbo

Los productores exigen una modificación de las políticas, más allá de los hombres que la ejecuten. La llegada de Bahillo a Agricultura genera buenas expectativas.

Una de las últimas funciones públicas que realizó Juan José Bahillo como ministro de la Producción de Entre Ríos, y antes de ser designado por Sergio Massa como flamante secretario de Agricultura de la Nación, tuvo lugar en Córdoba.

Más precisamente en Pasco, donde recorrió el establecimiento La Esperanza, una empresa agropecuaria que desde hace cinco años produce biodiésel para autoconsumo y que lleva ahorrados cinco millones de litros de gasoil.

Hasta allí llegó Bahillo, acompañado por el ministro de Agricultura de la Provincia, Sergio Busso, para conocer de primera mano cómo es el modelo de producción de biocombustibles que lleva a cabo Córdoba y que él tenía pensado replicar en su provincia natal.

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Quienes conocen al nuevo funcionario nacional lo describen como una persona activa, que se mueve con soltura tanto en la función pública, donde se desempeñó como diputado provincial y nacional e intendente de Gualeguaychú, como en la actividad privada, ya que es productor lechero.

Defensor de las políticas de valor agregado en origen y de la industrialización de los productos primarios, el flamante secretario de la Nación compartía, según aseguran quienes lo frecuentan, la misma agenda para el sector agroindustrial que desarrollan Córdoba y Santa Fe. Es que en el ámbito de la Región Centro, la defensa de esa actividad no se negocia.

Su arribo a Agricultura de la Nación, degradada a secretaría, fue bien recibido, en principio, por parte de las entidades rurales, cuyos representantes lo conocen por su paso por el gabinete entrerriano.

De ahora en más quedará por dilucidar cuál será su margen de acción, dentro de una estructura orgánica que dependerá del Ministerio de Economía y en la que a priori tendría menos peso decisorio.

CAMBIO DE RUMBO
Desde la dirigencia rural, sostienen que el agro necesita ser parte de una política de Estado que no sólo lo tenga en cuenta como un generador de divisas. Consideran que para que su papel sea parte de un círculo virtuoso, debe estar precedido por un proceso de estímulo y de desarrollo que les permita a los productores trabajar con previsibilidad.

Sin ese cambio de rumbo, cualquiera sea el conductor designado, las tensiones seguirán latentes.

La encuesta de julio realizada por el movimiento Crea entre sus productores miembros –los de mayor nivel productivo y tecnológico del país– mostró que 78 por ciento estima que la economía argentina estará peor dentro de un año en relación con la actualidad, mientras que la mitad proyecta que la situación de su empresa empeorará en los próximos 12 meses.

Se trata de las expectativas combinadas más bajas de la última década entre ese universo de empresarios agropecuarios.

La necesidad de un cambio de rumbo en la política sectorial queda de manifiesto en la conducta que aplicarán los productores de cara a la nueva campaña agrícola de granos gruesos (los que aportan la mayor cantidad de divisas) y que arrancará el mes próximo.

Al respecto, los productores Crea proyectan reducir el área sembrada con maíz (tanto temprano como tardío), mientras que se inclinarían por hacer más soja, lo que terminará configurando una rotación agrícola con menor inversión y menos sustentable.

El compromiso público de Massa es trabajar en una “agenda positiva” con el sector, que sigue reclamando alivio impositivo y la eliminación de las restricciones a las exportaciones de trigo, maíz y carne.

Más allá de los cambios que reclama el sector, hay algunas señales, sin embargo, que van en la dirección correcta y que sería saludable mantener.

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Para el 17 de agosto, estaba pactada en Córdoba una reunión del Consejo Federal Agropecuario, que reúne a todos los ministros de Agricultura de las provincias, para analizar una ley nacional de buenas prácticas agropecuarias. La iniciativa, que había impulsado Julián Domínguez, ahora exministro de Agricultura de la Nación, a partir del modelo que desde 2017 lleva a cabo Córdoba, aún figura en la agenda de la Nación y a la espera de que Bahillo la ratifique

– La Voz del Interior