Factores ajenos al negocio condicionan las decisiones de las empresas del agro

Hechos como la guerra entre Rusia y Ucrania o las complicaciones para la compra de insumos se suman a factores locales, como la brecha cambiaria y los derechos de exportación

Los productores agropecuarios están viviendo momentos de incertidumbre y de grandes dificultades para tomar decisiones de compra de insumos, venta de la producción y manejo financiero. “Tengo cubierta la cantidad de granos necesaria para asegurar los costos de arrendamiento e implantación de los cultivos y dejé el resto abierto para ver la evolución de los mercados. Pensaba venderlo a fines de enero o principios de febrero para eludir la baja estacional de la época de cosecha, pero surgió la guerra y el ruido político y postergué esas decisiones; por un tiempo me voy a sentar sobre lo que me queda sin precio y esperaré a ver qué pasa con los mercados en las próximas semanas”, relata Miguel García Fuentes, un productor que gestiona campos en Monte Buey, Córdoba, pero cuya conducta resulta representativa de muchos otros agricultores.

“Está apareciendo mucha inflación en los países desarrollados, nadie sabe qué va a pasar con los embarques de granos y aceites desde los países cercanos al Mar Negro y tampoco se ve claro hacia dónde se orienta la economía argentina. En un escenario así, no es bueno estar totalmente vendido”, resume.

Insumos caros
Otros productores toman coberturas flexibles para los granos que aumentaron en los últimos días –por ejemplo maíz y soja– y dejan abiertos los que aún no acusaron el impacto, como el girasol.

La incertidumbre reinante también llevó a García Fuentes a postergar la compra de insumos para el trigo, un mercado que evidencia problemas en la disponibilidad y precios, en parte provocados por el conflicto bélico y en parte por las restricciones impuestas por el Gobierno a las importaciones.

Más allá de estos inconvenientes logísticos, Miguel subraya que las decisiones de la campaña de cosecha fina estarán muy atadas a la evolución del clima. “Si no llueve bien en otoño va a ser muy difícil que se alcance un área importante de siembra de trigo por más que la posición enero 2023 se cotice a US$274 por tonelada”, proyecta.

En síntesis: hay muchos factores ajenos que afectan el negocio agropecuario que se agregan a los problemas internos de arrastre, representados por la brecha cambiaria y por las retenciones, entre otros, que están complicando las decisiones. Hasta que no se despeje este escenario volátil e inseguro pareciera que la prudencia deberá prevalecer sobre la audacia.

Carlos Marin Moreno

Carlos Marin Moreno – LA NACIÓN Campo