El desafío de la maleza en un año complejo para la soja

Compiten por el agua y los nutrientes del suelo, generan pérdidas económicas, interfieren durante la cosecha y pueden reducir hasta un 76 % los rendimientos de la oleaginosa. Cómo encararlas de manera sustentable.

La certeza de que las malezas son un efecto de la acción, es decir, una respuesta a la forma de manejo del lote, pone de relieve la importancia de transformar las prácticas agronómicas.
Según el INTA, un modelo productivo de corto plazo, con escasas rotaciones y una alta dependencia a insumos externos, genera una presión de selección –ejercida por la reiteración en el espacio y tiempo– que deriva en especies resistentes y tolerantes a herbicidas.
Al competir por el agua y los nutrientes del suelo, las malezas generan pérdidas económicas e interfieren durante la cosecha. De hecho, un estudio de campo liderado por Francisco Bedmar, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador de la Unidad Integrada del INTA Balcarce, demostró que existe una competencia real con los cultivos.

LAS CONSECUENCIAS DE NO HACER NADA
En algunas regiones, con cultivos bajo siembra convencional y sin control de malezas, la soja rindió un 76 % menos, mientras que el maíz rindió un 65 % menos y el girasol un 38 % menos. “La magnitud de las pérdidas varía mucho según el cultivo, el sistema de labranza, las condiciones edáficas –de suelos–, climáticas y las especies de malezas”, explicó Bedmar.
En la Argentina, el problema de las malezas crece de manera sostenida y acelerada, favorecido por el uso rutinario y repetido de las mismas herramientas de control. “Históricamente las malezas fueron un problema difícil y costoso de resolver, pero el panorama empeoró como resultado final de la sobre simplificación del sistema productivo”, señaló Juan Carlos Papa, especialista en manejo de malezas del INTA Oliveros.

CADA VEZ HAY MÁS
Según el informe de la Red de conocimiento en Malezas resistentes (REM), coordinada por Aapresid, se citan a 21 especies con 39 biotipos resistentes a glifosato (EPSPs), graminicidas selectivos post emergentes (ACCasa), imidazolinonas, sulfonilureas y triazolpirimidinas (ALS) y herbicidas hormonales, incluidos 13 casos de resistencia múltiple y siete especies tolerantes, todas problemáticas, variando su presencia y magnitud del perjuicio, según las diferentes regiones.
Frente al problema del avance de la resistencia y tolerancia de los distintos biotipos, Papa subrayó: “debemos ser conscientes que a las malezas no las vamos a manejar exitosamente solo con herbicidas; debemos capacitarnos continuamente en manejo, bioecología y modo de acción de los herbicidas”.
En este sentido, para avanzar en el manejo eficiente de las malezas es necesario conocer la historia de los lotes, algo que parece fácil, pero que resulta difícil frente a arrendamientos de muy corta duración.

MANEJO INTEGRADO
La evolución de la resistencia o tolerancia de las malezas es parte de un proceso continuo que puede estar incentivado por la selección de biotipos que se adaptan a las modificaciones del hombre. En este sentido, una de las estrategias impulsadas por los expertos del INTA es el Manejo Integrado de Malezas (MIM), debido a que permite producir y, al mismo tiempo, asegurar la sustentabilidad del agroecosistema.
Entre los principales aspectos del MIM, Papa hizo hincapié en la rotación de cultivos, la rotación de herbicidas con distintos mecanismos de acción, el monitoreo de malezas, la aplicación correcta de los herbicidas, la siembra de semillas de buena calidad, de origen conocido y libre de propágalos de malezas, no sembrar sobre malezas vivas, limpiar bien los equipos y planificar las acciones.

COMBINAR HERBICIDAS
En Marcos Juárez, un equipo de investigadores del INTA evalúa distintas alternativas para el control de Amaranthus hybridus (yuyo colorado) y de gramíneas anuales, sobre un lote con 20 años de siembra directa.
Con soja como cultivo antecesor, los tratamientos se realizaron sobre parcelas que tenían presencia de Amaranthus hybridus (yuyo colorado), Echinochloa crus-galli (capín), Digitaria sanguinalis (pasto cuaresma), Sorghum halepense (sorgo de alepo), Cyperus rotundus (cebollín) y Conyza bonariensis (rama negra).
“En al menos tres tratamientos con flumioxacin se observó persistencia en control de Amaranthus sp. con resistencia múltiple, sin diferencias estadísticamente significativas, comenzándose a detectar nacimientos de esa maleza luego de los 25 días”, describió el estudio del INTA. La combinación de flumioxacin más pyroxasulfone mostró mayor control de Amaranthus y gramíneas anuales en los tratamientos realizados sobre las parcelas laboreadas. En términos generales, “en el tratamiento con pendimetalin comenzaron a observarse nacimientos de Amaranthus y de gramíneas a los 28 días, con buen aporte de control en gramíneas anuales; la combinación de Interfield (imazetapir + imazapir) más pyroxasulfone resultó en un buen control tanto de Cyperus sp como de gramíneas a los 28 días, aunque fue menor en Amaranthus”.
Por otro lado, “en el tratamiento que incluye flumioxacin más pyroxasulfone, se comprobó un buen control en gramíneas, con buen comportamiento en control de Eleusine sp., similar y buen control de Amaranthus en ambos tratamientos”, añadió el INTA

– La Opinión