Las limitaciones a las exportaciones del maíz repiten políticas que fracasaron y que terminarán sintiéndose en el precio de los productos que consumen los argentinos.
El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación decidió “administrar” las exportaciones de maíz, con lo cual las ventas serán escalonadas en función de los criterios oficiales y no de la demanda del exterior.
Las autoridades argumentan que la medida se tomó en función de que ya se igualaron las exportaciones del ciclo anterior y que es vital conservar suficiente reserva de granos en el país, dado su impacto en la cadena alimentaria.
Las entidades agropecuarias calificaron esta cuotificación como un nuevo cepo a las ventas al exterior, que se suma a las limitaciones que ya existen para los principales cortes de carne vacuna y a las trabas para las importaciones de insumos esenciales para la industria.
Aunque las verdaderas razones no están escritas en los fundamentos de la cartera agropecuaria, estas se relacionan con el fuerte aumento de los precios internos por una emisión desmedida y por la desconfianza de los agentes económicos en los planes oficiales.
El maíz se convirtió en un grano clave para la elaboración de diferentes alimentos; para la dieta animal y para la elaboración de bioetanol.
Como ya se demostró en el pasado a través de diferentes medidas administrativas, la inflación no se puede controlar por los distintos cepos que generan las autoridades ni a través de un Excel preestablecido que elimine o restrinja las exportaciones.
Sin embargo, el Gobierno insiste en esas prácticas que ya demostraron sus imperfecciones, que desalientan la producción y no abaratan los precios al mercado interno.
El sector exportador ya realizó compras por 38,4 millones de toneladas, que equivalen al 66 por ciento de la producción de la campaña 2020/21, según datos del departamento de economía de la Bolsa de Cereales de Córdoba.
Las ventas al exterior significaron ingresos por 5.400 millones de dólares, el 10,7 por ciento del valor de las exportaciones argentinas durante este año.
El trabajo destacó que el promedio de las exportaciones aumentó casi ocho millones de toneladas si se compara el período 2016-21 respecto del de 2010-15, cuando también se pusieron en marcha diversas restricciones.
La entidad concluye que las intervenciones en el mercado maicero generan un menor precio para el productor, como ya se demostró en los ciclos de intervención; una reducción en el área sembrada, y, por ende, una caída en la producción.
Este panorama concluye afectando el necesario ingreso de divisas, que ayudaría a destrabar varios de los cepos aplicados por el Gobierno nacional y mejoraría las condiciones de vida de los argentinos.
La administración de Alberto Fernández parece desandar este camino, pese a la nueva prédica de un acercamiento y de un mayor diálogo con las entidades de la producción.
La desconfianza del sector para con la gestión que encabeza el Gobierno seguirá vigente en la medida que las políticas oficiales no sean previsibles ni permanentes.
Al final del eslabón, serán los consumidores quienes pagarán un mayor precio por los productos
– La Voz del Interior