El rol de la religiosidad en el plan para la minería

Referentes de las iglesias católica, islámica y judía hablaron sobre esa actividad. Participaron de un seminario que tuvo como ejes el medio ambiente y el progreso.

Además de lo técnico y científico, que forman parte del plan estratégico para el desarrollo minero que está a punto de presentar la Secretaría de Minería de la Nación, hay otro eje que no se puede soslayar sobre esa iniciativa, al menos desde las intenciones: la ética. Esa parte, si se quiere moral, del proyecto se apoya en la visión de referentes de las iglesias católica, islámica y judía, según reveló el martes pasado el secretario de Minería, Alberto Hensel, durante un seminario que organizó junto al Instituto de Diálogo Interreligioso.

La religiosidad encaja en el plan estratégico en dos temas centrales que se discuten sobre la minería: el medio ambiente y la relación de la actividad con las sociedades donde se desarrolla. Son puntos que aborda la encíclica del papa Francisco, «Laudato si», que, en definitiva, fue de lo que se habló en el seminario del martes que llevó el título de «Diálogo, minería y cuidado de la casa común».

Aparte de Hensel participaron de la conferencia el presidente del Instituto de Diálogo Interreligioso, Guillermo Marcó (quien fue vocero de Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires), el rabino Daniel Goldman y el dirigente islámico Omar Abboud.

«Kosher», «halal», «digno». Con diferentes terminología los tres religiosos plantearon lo mismo de la minería: «hacerla bien», según resumió el secretario de Minería.

El funcionario sostuvo que se trata de «construir una visión compartida sobre la minería argentina, cuál es el rol que debe cumplir en el desarrollo económico y social en el país en un marco de equilibrio entre lograr generar actividades económicas, trabajo, oportunidades, pero cuidando el medio ambiente».

Lo correcto

«¿Explotar la tierra desequilibrando el medio ambiente, polucionando, puede ser considerada una actividad kosher?», se preguntó el rabino Goldman en su exposición.

Explicó que el término kosher fue interpretado por una corriente judía renovadora para aplicarlo no solamente a la comida permitida según las costumbres de esa religión, sino que también «a la idea de lo correcto, lo adecuado, lo apropiado».

«Como el ejemplo de kosher, superando temores históricos, cada tradición religiosa debería permitirse desarrollar ideas que permitan exponer la recuperación de la categoría ecológica como parte del proceso de reelaboración de sus teologías, de sus símbolos, de sus rituales y de sus relaciones con la economía y la política generando la concientización del profundo flagelo que nos aqueja», dijo Goldam.

Sobre lo mismo reflexionó Omar Abboud. Planteó que la problemática sobre la degradación del medio ambiente no puede tener una solución solamente desde la perspectiva científica. «Esto es un profundo y absoluto tema ético, como plantea el Laudato», sostuvo.

Consideró que en cuanto al medio ambiente chocan visiones fundamentalistas. «La visión que en términos de producir un hecho económico o un beneficio de características económicas se atreve a depredar todo el conjunto de los recursos y aquella idea de no tener una visión planificada en términos de que la tierra produzca lo que necesita el hombre», señaló.

En esa línea remarcó la idea del equilibrio. «Es central, porque en definitiva la búsqueda del diálogo tiene como uno de sus propósitos generar perspectivas de equilibrio», indicó Abboud.

Sobre eso, el sacerdote católico Guillermo Marcó insistió en el diálogo. «Todos los intereses son legítimos, pero un diálogo consciente presupone la buena intención, porque todos queremos que un país progrese, aprovechar nuestros recursos, preservar la casa común para generaciones futuras”, dijo.

Rescató la visión del Laudato si: “El valor que tiene lo del papa Francisco es que en su visión del Magisterio Pontificio no solamente rescata el tema ecológico, sino que también un tema que no estaba unido antes: el valor del hombre”.

Progreso

Para entender el fin de una actividad que es principalmente extractiva se puso en debate la palabra progreso en el seminario de minería y religiosidad.

“Si uno toma el progreso como cosa desmedida, donde hay que dejar de lado todo lo que se vivió antes, es una estupidez. Se debe tomar lo bueno que hizo antes y consolidarlo”, dijo Marcó al respecto.

“Si estamos conscientes de que necesitamos los minerales para vivir, que necesitamos del trabajo para los argentinos, que necesitamos otra fuente de divisa, que también necesitamos de la industria, la minería será una matriz de progreso para el país”, sostuvo el referente católico.

“Citando al papa Francisco, siempre el todo es superior a las partes. Si de un proceso se beneficia una pequeña parte en detrimento del todo, ese camino no es el correcto. Porque no existe un ámbito de realización en una comunidad, sino se desarrolla en todos y en cada uno”, opinó Abboud.

“La idea del progreso nos remonta a que tiene que haber pesas similares dentro de la balanza. Cuando el proceso es planificado y va dar beneficios a todos y a cada uno y va generar tanto en el ámbito económico como en el social me parece que estamos en una relación de equilibrio que, posiblemente, la podamos llamar progreso”, agregó el pensador islámico.

Goldman coincidió: “Cuando el progreso no genera pensamientos que tienen que ver con algo que me vinculen con el otro, con la totalidad, con la sociedad, el progreso se transforma en un elemento que nos hace pasibles de ser individuos que tenemos necesidades de cosas en las cuales en realidad no tenemos tanta necesidad”

Pablo Ferrer – El Tribuno de Salta – fuente: Infobae