¿Hacia dónde va el shale de Vaca Muerta?

Roberto Kozulj, experto en Energía e integrante de la Fundación Bariloche, analiza cómo será el rol del shale en el cambio hacia otros combustibles.

Roberto Kozulj es economista, profesor titular adscripto a la Fundación Bariloche y experto en temas de energía. Ha sido consultor para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Programa para las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otros organismos internacionales. Habló con +e sobre el rol de Vaca Muertay el futuro del shale.

–¿Qué futuro tiene el shale de Vaca Muerta con la dificultad de hacer inversiones pero con el alto rendimiento por pozo, en un escenario donde vamos a hacia una transición energética de energías limpias?

Según lo que prevén los escenarios al 2050, el gas natural seguirá siendo un energético indispensable en dicha transición. En Argentina aún no nos hallamos autoabastecidos e importamos GNL en los picos invernales desde hace ya muchos años. El gas natural es el menos contaminante de los combustibles fósiles y, dependiendo de cómo plantee el país su inserción en la producción de hidrógeno, si este llegara a ser un vector viable, el gas para generar electricidad en el proceso de electrólisis -o para otros usos- podría ser una opción para jugar un papel relevante. Con el Plan Gas, los productores reciben un precio razonable, y ello debería alentar inversiones si hubiera una definición política clara respecto del tipo de matriz energética al que aspiramos y por cuáles motivos.

Por otra parte, están los escenarios de exportación. Argentina difícilmente pueda lograr ser exitosa para la provisión de GNL para reemplazar el carbón en los mercados asiáticos. Tanto Qatar como los Estados Unidos y otros grandes productores pueden hacerlo a menor precio. Sin embargo, la exportación por gasoductos a Chile, al sur de Brasil -y aún la sustitución de gas de Bolivia-, son posibilidades muy ciertas. Tanto mas si se garantiza firmeza en el abastecimiento. La demanda de esos países es de una relativa menor estacionalidad y ello permitiría tener una mejor curva de producción. En esas condiciones, el precio recibido por los productores según el Plan Gas es muy competitivo. Por otra parte, el mercado interno de gas distribuido aún tiene un crecimiento potencial.

–¿Qué falta en Argentina para lograr una política de autoabastecimiento energético? Y eso es tener saldo de exportación entrada de divisas.

Creo que los productores requieren de un horizonte claro de demanda y ello puede darlo la exportación firme a Chile, al sur de Brasil y la reducción de las importaciones desde Bolivia. La ventana de suministro externo de GNL podría ser reducida y no serían necesarias grandes inversiones en gasoductos. La cuestión más crítica es resolver nuestra inestabilidad macroeconómica, que deviene precisamente de un déficit crónico de divisas.

La Argentina ya no presenta un alto costo estructural, al menos no como en el período 2009-2018. Eso es una ventaja. La cuestión es siempre la dificultad de generar reglas estables en una macroeconomía inestable que escapa a los instrumentos de política debido a la propia estructura socioeconómica y cultural que se nutre de visiones poco realistas tanto respecto de lo que implica lograr estabilidad con una economía más pequeña y recesiva, como la imposibilidad de crecer solo en base a la expansión del consumo.

–¿Qué función seguirá cumpliendo el petróleo convencional frente al auge de Vaca Muerta?

El petróleo seguirá teniendo una demanda al menos estable en la próxima o próximas dos décadas. La penetración de vehículos eléctricos o provistos con celdas de combustibles (hidrógeno) tardará en la Argentina. La tendencia de la movilidad tras la pandemia muestra un rápido recupero de las ventas de naftas y gasoil una vez suprimidas las restricciones de circulación y movilidad.

–En un momento se habló de invertir en plantas de generación de GNL. ¿Hay un mercado y es viable esa opción de acá a unos años en Argentina?

Depende de la escala de las plantas de licuefacción. En general, asumo que no sería una opción competitiva y la Argentina tiene aún oportunidades menos costosas para exportar a través de gasoductos en escalas razonables. Los precios del GNL en los mercados asiáticos deberían ser muy altos y estables por tres décadas para que la Argentina pudiera exportar con costos del gas, licuefacción y transporte que satisficieran a los actores y, a su vez, fuesen atractivos frente a la oferta de gas de Estados Unidos, Qatar y otros.

> Hacia un mundo de cambio
Para Roberto Kozulj, Vaca muerta no representa la salvación energética del país, debido al clima de transición que hay en esta década. “No pienso que es la salvación del país, porque el mundo va a una transición energética, que algunos fijan entre 2040 y 2050, y hay una mayor tendencia al uso de la energía solar en grandes potencias. También se dice que en la transición se va a necesitar gas y la Argentina podría hacer inversiones para exportar gas”, sostuvo el experto en una declaración periodística

Por Adriano Calalesina – La Mañana de Neuquén / Más Energía