La mina a cielo abierto de la Puna marcó un hito para la minería salteña. El yacimiento empezará su producción a pleno en el primer trimestre de 2021.
El depósito Lindero en una imagen de este mes. Gentileza Fortuna Silver Mines
El martes pasado hubo un hito en la minería salteña. Ese día se produjeron los primeros lingotes de oro de la mina Lindero, el primer yacimiento metalífero de oro y cobre a cielo abierto de la provincia, que está operado por la canadiense Fortuna Silver Mines, cuya subsidiaria local es Mansfield. Si bien se trató de una prueba piloto (la producción a gran escala comenzará durante el primer trimestre de 2021), el ensayo resultó exitoso y abre las puertas a una prometedora etapa minera en Salta.
El vertido inicial arrojó 728 onzas de oro (unos 22 kilos).
«El primer vertido de oro en Lindero, nuestra tercera mina en América, es un logro significativo para la compañía a medida que avanzamos en la fase de aceleración de la mina. Lindero es una mina con reservas para una vida proyectada de trece años y es un pilar en la cartera de activos de Fortuna», destacó Jorge Ganoza, gerente de la minera de Canadá.
Para la construcción y desarrollo de Lindero se requirió una inversión de 320 millones de dólares. En la etapa de producción, la mina requerirá unos 350 operarios, que generarán 18.750 toneladas de metal por día, según lo previsto.
Política de Estado
El secretario de Minería de la Provincia, Ricardo Alonso, destacó que detrás del logro de Lindero hay «por lo menos 30 años» de una política de Estado (una de las pocas) que se mantuvo por parte de los distintos gobiernos locales que pasaron.
«Si bien la minería está en la Constitución de la Provincia, todos los gobernadores mantuvieron la línea de la minería como política de Estado y que los proyectos tienen que ser acompañados porque no nacen de un día para el otro. El proyecto Lindero, por ejemplo, empezó en 1994 y recién ahora se hace el primer vertido», dijo el funcionario a El Tribuno.
«El hecho de mantener una política a lo largo del tiempo arroja estos resultados. Si no hay cambios de reglas de juego, si los gobiernos acompañan manteniendo la seguridad jurídica, los procesos funcionan. Pero si eso cambia es cuando las empresas pierden el interés y se van a países donde las inversiones son mucho más cómodas», insistió Alonso.
El doctor en Geología aclaró que Lindero es muy pequeña en relación con lo que fue Bajo de la Alumbrera, pero hay otros proyectos en la Puna salteña que apuntan a la magnitud de esa mina de Catamarca.
«Se ha incentivado la exploración de tres yacimientos metalíferos aparte de Lindero, uno de ellos es la gran mina de oro de Taca Taca, que va a ser el gran resorte económico que tendrá Salta si se desarrolla, porque es una inversión de 3.000 millones de dólares y está al nivel de La Alumbrera y de las grandes minas de Chile. Después está El Quevar, donde hay unas viejas metalizaciones de plata que fueron explotadas por los incas y los jesuitas, que ahora se está estudiando, y lo mismo con el yacimiento de Diablillos de la empresa Abraplata (también canadiense)», detalló el secretario de Minería.
Crisis y pandemia
Más allá de la situación de Lindero, no todo es color de rosa en el ámbito minero. La pandemia del COVID-19 y, fundamentalmente, la endeble economía del país ponen signos de interrogación a la actividad. Con la enfermedad del coronavirus se retrasaron todos los proyectos en desarrollo (de hecho, Lindero tenía que haber empezado a producir a principios de año). Y la crisis económica, con el combo de restricciones cambiarias, inflación, riesgo país y dólar paralelo, afecta sobre todo a los proyectos mineros que están en etapa de exploración, donde son claves las inversiones que provienen en mayor medida del mercado de capitales.
Por ello, la mayor preocupación de Alonso por estos días no pasa por atraer a nuevos inversores mineros a la provincia sino por que se queden los que ya están
Pablo Ferrer – El Tribuno