El péndulo vuelve a la Rosada

Los promisorios auspicios que el oficialismo leyó en la visita a Catamarca que Alberto Fernández hizo en vísperas de su asunción como Presidente parecen corroborarse con algo más que gestos gratuitos.
Yanina Martínez, exdirectora de la Casa de Catamarca en la Ciudad de Buenos Aires, fue designada al frente de la Secretaría de Promoción Turística de la Nación; Francisco “Pancho” Mercado, exjefe de Gabinete de Lucía Corpacci, se incorporó al directorio del Banco Nación; los despachos de la Casa Rosada son hospitalarios para el funcionariato provincial y el gobernador Raúl Jalil, que encabeza las expediciones por las sinuosas sendas de la burocracia nacional.
Entre los trámites realizados esta semana, en los que participó el intendente de la Capital, Gustavo Saadi, el mandatario eligió destacar el acuerdo con el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, para que unas 15 mil tarjetas alimentarias se destinen a Catamarca. “Una inyección de 1.000 millones de pesos” para la economía provincial este año, subrayó.
También hubo compromisos por viviendas, pero se trata apenas de detalles: el traslado periódico a Buenos Aires, donde atiende Dios según dicen, forma parte del protocolo usual de cualquier administración provinciana. Más tuétano se obtiene de abordar los movimientos del gobernador como partes de un impulso tendiente a afianzar las bases de su liderazgo y marcar con su propia impronta el período que inicia.
Uno de los ejes de este programa político es la construcción de una relación estrecha con los intendentes del interior y los gobernadores de las provincias vecinas. Empalma con su intención de procurar mayor integración regional, adelantada en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa.
En lo inmediato, se advierte que pretende exportar al resto de las comunas el modelo que aplicó como intendente de la Capital. El financiamiento del Tesoro provincial para instalar Cajas de Crédito municipales en Santa María, Tinogasta y Fiambalá fue un matiz significativo en periplos por el interior marcados por las clásicas inauguraciones y promesas de obras públicas que caracterizaban a Lucía Corpacci.
Tarjetas alimentarias nacionales e instrumentos financieros para que las comunas puedan otorgar créditos blandos a sus habitantes: que la plata se mueva, hay un principio consistente ahí. Serán de todos modos meras prótesis si la economía no se reactiva, y Jalil lo sabe.
La otra viga de la proyección jalilista, que es la principal, pasa robustecer el vínculo con la Nación y específicamente con Fernández, aprovechando la buena predisposición que el Presidente parece tener hacia Catamarca en la largada.
La armonía con la Casa Rosada es siempre tranquilizadora, pero en el ciclo que le toca a Jalil resulta más importante consolidarla. Porque Jalil gobernador con el 60% de los votos es producto de una ingeniería electoral que combinó las tracciones en la boleta de la fórmula presidencial Alberto Fernández- Cristina Kirchner y Corpacci como candidata a diputada nacional, por empezar, pero más que nada porque el péndulo de la administración de recursos fiscales volverá a favorecer a la Nación tras el interregno Macri.

La crisis local
Las 15 mil tarjetas alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social para Catamarca indican el sentido del vaivén. Hay que concatenarlas con la singularidad de los rasgos que la crisis asume en Catamarca: municipios financieramente asfixiados, en un extremo; clausura de fuentes laborales en el sector privado en el otro, manifestada en este momento por el conflicto de ALCO y sus consecuencias en la producción local, que perdió un millón de kilos de tomates por no poder colocarlos.
Traducido: sector privado que se retrae y expulsa trabajadores, sector público incapacitado para absorber esta mano de obra marginada.
El auxilio nacional es tan indispensable en la coyuntura como ganar visibilidad en la pechadera de las provincias por asistencia, más aún si se considera lo exiguo del padrón catamarqueño y las dificultades que atraviesa Axel Kicillof en la apertura de su gestión como gobernador de la populosa provincia de Buenos Aires, clave para el triunfo en PASO y primera vuelta de la “doble Fernández”.

El péndulo

Durante la presidencia de Mauricio Macri, la Casa Rosada experimentó una fuerte restricción de los recursos que estaba en condiciones de administrar discrecionalmente.
El ultramacrismo había ganado provincia de Buenos Aires pero tenía escaso desarrollo territorial, así que diseñó un plan para expandirse hacia el interior a expensas de la UCR, su principal socio. En tal afán aceitó las relaciones con los gobernadores, mayoritariamente peronistas.
Esta mecánica, funcional en el corto plazo para reunir las mayorías que precisaba en el Congreso, resultó en una paulatina erosión del principal instrumento de presión nacional sobre las administraciones provinciales, de histórica vigencia: la manipulación de la caja para favorecer aliados o perjudicar adversarios.
Se les restituyó a las provincias el 15% de la masa de coparticipación federal que se les retenía para financiar la ANSES desde la privatización del régimen de seguridad social. En cada coyuntura ceñida del Parlamento, los gobernadores subastaron los brazos que les respondían a cambio de obras e inversiones en sus distritos.
La Nación, embarcada en un círculo vicioso de endeudamiento, profundizó su déficit. Las provincias terminaron la era Macri con superávit y márgenes de autonomía financiera ampliados. Hubo una transferencia de poder objetiva hacia las provincias, sin correlato de un proyecto dirigido a resolver las trabas estructurales a su desarrollo.
El economista Marcos Buscaglia trazó la evolución de los fondos que Nación podía manejar a su arbitrio, conforme a sus intenciones políticas.
Alrededor del 3% del PBI a fines de la década del ’90 y hasta el derrumbe de Fernando de la Rúa. 7% -más del doble- al concluir la presidencia de Néstor Kirchner. 10,4% en 2014, bajo Cristina Fernández. Vuelta al 3,6% al concluir el macrismo.
Según Buscaglia, debido al incremento de las retenciones y el “posible mayor financiamiento del Banco Central”, la administración Fernández recuperaría masa discrecional hasta llegar el 7% del PBI este año, la “cifra Néstor”.

De banca a punto
En términos lúdicos, los gobernadores que lograron la condición de banca con el macrismo, volverán a ser punto con Fernández. Nación recuperará los dados y la iniciativa de tiro.
Debido al desastre económico configurado por Macri, la transferencia de fondos a las provincias se licuó velozmente. Alcanzó para ordenar las cuentas y armar algún colchón, pero la histórica y crónica dependencia del interior respecto del poder nacional y la Pampa Húmeda no se superó.
En tal contexto, ya la coparticipación ingresa íntegra, sin la poda del 15%. No pueden esperarse mejoras por el costado de los fondos de asignación automática. Queda la buena voluntad de Presidencia, que ya benefició con anticipos financieros a cinco provincias que deben sortear desequilibrios: Chaco, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tucumán.
Vaivenes del federalismo. La Catamarca que recibió Jalil tiene sus balances en orden, pero déficit estructurales intactos cuya reversión requiere sostener la relación con Casa Rosada sin turbulencias.
El gobernador lo advirtió en el momento mismo de su asunción, al incluir entre sus metas el mismo objetivo que Corpacci se había planteado al subir, hace ocho años: crear empleo genuino con la inversión privada para descomprimir al Estado como principal destino laboral de la provincia.

– El Ancasti