«Por lo general, el Estado hace lo que no debe hacer». Marcelo Corti, urbanista y arquitecto

Marcelo Corti. El urbanista destacó la necesidad de un Estado fuerte que planifique el crecimiento para igualar posibilidades de acceso a la vivienda.

El urbanista y arquitecto Marcelo Corti es uno de los referentes más importantes de esta especialidad a nivel nacional. En medio del crecimiento desaforado de las ciudades de la región impulsado por la actividad en Vaca Muerta, accedió a esta entrevista en la que da su visión del rol del Estado y del sector privado en la planificación del desarrollo urbano. También habló de las experiencias en otros lugares del mundo que, pese a las diferencias, ofrecen modelos para adaptar aquí. En una de sus reflexiones, consideró que si bien el urbanismo no está presente en la agenda política, forma parte de algo que sucederá “por su propio peso, porque en definitiva se trata de cómo las regulaciones, y la falta de ellas, tuercen la balanza para mejor o peor en el modo de vida de las personas”.

–¿Se puede caracterizar el fenómeno de crecimiento y cómo es en las ciudades petroleras?

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Lo que está pasando en muchas ciudades argentinas, cuando hay una actividad económica tan fuerte como el petróleo, la minería o el cultivo de soja, es un problema de la demanda de tierra y suelo. En los costos. Los propietarios quieren construir y alquilar a la gente que viene a trabajar en esas actividades y eso impacta sobre el costo. Los propietarios del suelo de repente tienen una oportunidad muy fuerte en la elevación de los costos.

–¿Pero no es una oportunidad también para esa gente?

Para un sector sucede que sí. Gente con propiedades rurales que ve la chance de obtener una gran rentabilidad en un uso residencial. Pero al mismo tiempo, una parte de los sueldos y las ganancias, no solo de los vinculados al petróleo, se va en un alquiler. Esto viene asociado con uno de los problemas más fuertes: no hay políticas públicas sobre el suelo ni regulación.

“Si el desarrollo se deja en manos del sector privado, pasa que la tierra vale en función de los sueldos y no de lo que vale”.

–¿Cómo se regula un crecimiento de este tipo?

Si se mira a los países donde estas problemáticas se resuelven, países de los más avanzados del mundo, sociedades de libre mercado, lo que se ve son políticas públicas muy severas para regular el costo del suelo, con un Estado muy fuerte planificando hacia dónde van a creer las ciudades. Salvando las distancias, Singapur es un caso paradigmático: un gigante económico y del libre mercado donde, sin embargo, todo lo que tiene que ver con el desarrollo urbano está en manos del Estado. Buena parte de las cuestiones que tienen que ver con salir de la pobreza se relacionan con la planificación de una ciudad: la provisión de viviendas, infraestructura, equipamiento, el transporte público. Porque si todo esto se deja librado solo al mercado, pueden pasar estas cosas: grupos poblacionales que están ganando muy bien en una actividad y que porque el mercado inmobiliario se da cuenta de eso, se empieza a cobrar en función de lo que ganás y no por lo que valen el suelo y la vivienda.

–¿Qué otros tipos de impacto se dan en un desarrollo como este?

Parte del Alto Valle es ejemplo de eso también, ¿no? Muchos dejan de lado sus cultivos para poder alquilar o vender sus tierras. En Córdoba pasa; en San Pedro ( Buenos Aires) hay gente dejando de cultivar en montes frutales por lo mismo. Sin embargo, no es solo un cambio de paisaje o utilidad de la tierra. El pasaje de suelo rural a suelo urbano implica cuestiones tales como: ¿quién es el que provee los servicios?, ¿qué se hace con el transporte público?, ¿quiénes van a poder acceder a esas tierras o viviendas?, ¿es el Estado el que solo tiene que hacerse cargo? Se generan procesos muy delicados, donde luego llevar la infraestructura es un problema. Por lo general, le hacemos hacer al Estado lo que no tiene que hacer y no les pedimos a los privados que se involucren. Pero hay que decir que es un problema más sudamericano que argentino.

–¿Y los cambios sociales y culturales que vienen con las olas migratorias?

Empiezan a aparecer cuestiones de género. Hay sociedades donde empiezan a prevalecer los hombres solos. No es fácil trasladar a toda una familia, ¿no? Pero básicamente, más allá de esas cuestiones que son más sociales, hay un tema que por un lado es que el Estado planifique y asuma esta planificación. Esto no implica que asuma por sí solo el costo de esa planificación. Esa es una discusión importante: muchos países muy desarrollados tienen viviendas accesibles (de precio económico) para desarrollar una base económica de una determinada ciudad.

“Que el Estado planifique no significa que deba asumir por sí solo el costo de esta planificación del crecimiento de las ciudades”.

Muchas veces se detecta que una maestra, un servidor público, gente que es necesaria para el funcionamiento de esas ciudades, no acceden a una vivienda. Hay Estados que lo solucionan con planes propios, pero por caso, están los países escandinavos con convenios público-privados en los que una empresa desarrolladora puede hacer un enorme negocio pero tiene que proveer entre un 20 y un 50 por ciento de viviendas accesibles para sectores populares, medios, técnicos. En Argentina tenemos profesionales de alta calificación, que no ganan mal, pero una vivienda les insume el 50 por ciento de sus ingresos. Eso, en términos absolutos, es una barbaridad que distorsiona toda la economía de una sociedad.

–¿Y qué margen suelen tener los Estados para imponer estas condiciones?

Generalmente, en Argentina es un tema muy inexplorado, no forma parte de la agenda política. Hubo y habrá elecciones, ves los temas que se instalan en la agenda, y el de la vivienda y cómo crecen las ciudades, que debiera ser uno de los tres o cuatro principales, no porque yo sea urbanista sino por los efectos que eso tiene en una sociedad, no está presente. Aunque para el mediano y el largo plazo soy optimista.

–¿Por qué?

Es un tema que va a caer por su propio peso. Son temas que tocan a la gente, que tienen que ver con su vida diaria. Y que en algún punto están presentes, pero no con un enfoque global.

–¿Y qué hay del impacto ambiental?

Volvemos al tema central de qué rol tiene el Estado. Como en todos los temas. Es posible un desarrollo como el petrolero, el minero, y el agrícola con un alto impacto ambiental. Pero con regulaciones, con un proceso de mitigación de los efectos de esa actividad. El tema es cuándo se hace eso y cómo, para no entrar en una lógica de soluciones para cuando esos daños sean imposibles de mitigar luego para el medioambiente.

POR FERNANDO CASTRO – fcastro@lmneuquen.com.ar – La Mañana de Neuquén.