Travestismo político

Con los comicios de ayer en Neuquén comenzó oficialmente el calendario electoral 2019 en la Argentina y con él un periodo en el que las agrupaciones y los partidos políticos definen sus estrategias, en un movimiento que no está exento de tensiones. La principal de esas tensiones es la que se vincula con la fidelidad que tendrán, o no, en esas estrategias, a los principios fundamentales que caracterizan al espacio ideológico al que adhieren, o al menos al que adhirieron en sus momentos fundacionales.

Es que no siempre los partidos, al establecer sus alianzas electorales o al priorizar los temas de campaña, son respetuosos de los principios que le dieron origen. Suelen anteponer, en cambio, acuerdos que se denominan eufemísticamente “tácticos”, que intentan explicar defecciones en su línea de pensamiento en virtud de lograr o mantener determinados espacios de poder.

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En esa tensión entre priorizar sus principios ideológicos históricos que lo acercan a posiciones de orden nacional y popular o continuar en una especie de alianza con sectores de posiciones más conservadoras que no guardan relación con aquellos principios, pero que le permitió ganar elecciones, se encuentra el radicalismo a nivel nacional, con repercusiones evidentes en sus expresiones de orden provincial.

Se advierten cada vez con mayor nitidez la existencia de sectores dentro de la UCR que reniegan de los acuerdos electorales con el PRO, señalando la distancia ideológica que existe con la fuerza que tiene al presidente Mauricio Macri como principal referente, y la escasa vinculación entre el ideario histórico del radicalismo con el modelo político y económico actualmente en vigencia.

Algunos detractores ven en estos cuestionamientos un movimiento táctico que tiene como propósito tomar distancia de un gobierno, el nacional, que pocos éxitos tiene para mostrar luego de casi 40 meses de gestión, sobre todo en materia económica.

De todos modos, sea por respeto a sus principios fundacionales o por conveniencia, lo cierto es que el debate que crece en el radicalismo y que en algunos casos amenaza con producir quiebres internos puede utilizarse para reflexionar acerca del dilema trazado. Es decir, plantear la duda respecto de hasta qué punto es válido en política resignar principios en función de lograr acuerdos que permitan acceder o mantener el poder.

En el sector del peronismo se avizora un debate similar, pues el objetivo es construir un frente amplio opositor que incluya a sectores cuya afinidad ideológica es, en algunos casos, muy débil.

No hay una respuesta unívoca respecto de este interrogante, pero es preciso que la dirigencia política dé el debate de cara a los ciudadanos y no encerrado entre las cuatro paredes de un comité o una unidad básica.

Parece necesario, de todos modos, proponer una solución equilibrada. La ideología dogmática, sin la necesaria flexibilidad en función de soluciones pragmáticas, suele no ser conveniente. Pero mucho peor es el travestismo político con el solo fin de permanecer cerca del calor que emana el poder.

– El Ancasti