Sugerir que la posible construcción (o reconstrucción) del ramal ferroviario entre nuestra ciudad y Neuquén es un milagro puede sonar a exageración, atendiendo a que se trata de una palabra define a un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”.
Pero acaso sí sirva el uso a manera de metáfora, de simbolismo.
Es que la última semana de junio sirvió para el anuncio, por parte de autoridades del ministerio de Transporte de la Nación, del proyecto que pondrá en condiciones la vía entre nuestra ciudad y el área donde se ubican los pozos petroleros y gasíferos de Vaca Muerta.
De acuerdo a los lineamientos dados a conocer, los trabajos podrían comenzar el año venidero, con la idea de estar concluidos en 2013.
La intervención permitirá recuperar 700 de los 1.300 kilómetros que conforman el centenario proyecto de tender un riel que una el puerto bahiense con otro sobre el Pacífico.
La vía a Neuquén fue inaugurada en 1899, por decisión del gobierno nacional y a cargo los trabajos del Ferrocarril del Sud, la empresa de capitales británicos que tenía concesionado el puerto bahiense.
El viaje inaugural fue presidido por el presidente Julio A. Roca que, como dato anecdótico, en esa ocasión decidió homenajear en vida al gerente de la empresa por la celeridad con que se realizó la obra, dando su nombre, ingeniero Guillermo White, a la estación portuaria local.
Si bien la recuperación de las vía responde a la necesidad de transportar arena desde White hasta los yacimientos -material clave para las tareas de extracción-, las consecuencias serán mucho más amplias, ya que permitirá sumar la producción frutícola del alto valle y otros minerales neuquinos.
Habrá además un cambio en el reordenamiento de las vías urbanas en la ciudad, liberando áreas hoy sin uso pero que siguen afectando el adecuado desarrollo y crecimiento del ejido.
Es una muy buena noticia y abre expectativas para, en algún momento, llegar a hacer realidad el Trasandino del Sur, planteado en el siglo diecinueve anticipando una situación que en el siglo veintiuno es una realidad: a las nuevas rutas de comercio se accede a través del Pacífico
– La Nueva Provincia