Arquitecta y Master en Restauración de Monumentos, Bettina Kropt participó de numerosas intervenciones a favor de los bienes patrimoniales, como la refuncionalización del Hotel Majestic y de la Usina del Arte, la restauración del Teatro Colón y del Palacio de «La Prensa», entre tantas.
Responsable del Módulo Gestión de la Maestría en Conservación del Patrimonio Arquitectónico (Universidad Nacional de Córdoba) y de la Especialidad en Restauración de Edificaciones Históricas (UCA, Buenos Aires) ha sido la responsable de la intervención realizada en la casa Grecco –Terrada y avenida Colón– refuncionalizada para servir como sucursal bancaria.
–¿Cómo explicaría la importancia de los bienes patrimoniales?
–Son un antecedente para la sociedad, una referencia, algo que la identifica, por eso cuidarlos y conservarlos significa generar identidad. Aun aquellas personas que hablan de futuro, necesitan de referencia el pasado.
–Hay un criterio de que los bienes patrimoniales resultan «intocables». ¿Cuál debiera ser la postura a la hora de considerarlos?
–Entiendo que deben ser preservados de manera integral, su valoración debe ser amplia y considerar su estética, materialidad, tipología y estructura. Esto no implica que sean «intocables». Con intervenciones cuidadas se pueden adecuar a una función diferente, manteniéndolos en uso y vivos. Lo importante es que no se desnaturalice su esencia. Coloquialmente diría: «no se puede poner una función en un edificio tres talles más chico, porque necesariamente le saltarán las costuras».
–¿Qué hacer con los edificios patrimoniales que llevan años sin destino y en degradación?
–El Estado debe promover y propiciar la preservación del patrimonio a través de una normativa que proteja tanto edificios como sectores urbanos. Esa normativa debería incluir leyes que estimulen la inversión en conservación, como son las de mecenazgo o compensación económica al propietario.
–En Bahía Blanca se está construyendo un vallado a la Escuela Nº 2 para evitar que su mal estado edilicio afecte a los transeúntes. ¿Qué le genera ese tipo de situación?
–Estas acciones deben ser provisorias ya que, ante situaciones de riesgo, se hace imprescindible actuar. Pero es importante que no se transformen en permanentes; por eso en conservación hablamos de «consolidar», esto es: frenar deterioros.
–¿Qué impresión se lleva desde lo arquitectónico de nuestra ciudad?
–Encuentro edificios valiosos y representativos, como el Palacio de Tribunales, Bolsa de Comercio, Banco Nación, Catedral, Aduana. Hay muchos otros significativos, referentes de la arquitectura industrial o de producción; la Plaza Mitre con añosas palmeras, de límites bajos con la Escuela San Vicente de Paul. Es interesante, a su vez, observar el paisaje que identifica a Bahía Blanca, sus calles, veredas amplias y algo de verde; algunos boulevares y el puerto. Todo le da una imagen fuerte y contundente.
–En nuestra ciudad se están demoliendo no ya viviendas de la década del 30 sino del 60 y 70. ¿Cómo analiza usted esos cambios? ¿Son inevitables?
–Es fundamental seguir un plan de crecimiento y desarrollo que guíe las acciones para controlar a los «desarrolladores» y acordar el perfil de ciudad que quieren los bahienses y se quiere preservar.
–Usted asesora a una entidad bancaria que ocupa inmuebles pero tiene en claro la importancia de respetarlos. ¿Eso es poco habitual?
–La conservación del patrimonio involucra a muchos actores además de las empresas o inversores: profesionales, especialistas, organismos de control. Es importante que todos actúen en forma coordinada y responsable. Preservar ese patrimonio no sale más caro que mal intervenirlo.
Mario Minervino / mminervino@lanueva.co – La Nueva Provincia