Más de 200 pueblos bonaerenses corren riesgo de desaparecer

Surgidas a la vera de los ferrocarriles, diversas localidades del interior de la provincia tuvieron su tiempo de esplendor. Hoy se apagan lentamente, entre el envejecimiento de la población y la falta de oportunidades.

Mansión. El viejo castillo de Egaña contaba con 77 habitaciones, 14 baños, dos cocinas y hasta un taller de carpintería. En el último censo, el pueblo perteneciente al partido de Rauch registraba 44 habitantes. La construcción del castillo empezó hace exactamente 100 años. Es uno de los lugares abandonados más atractivos de Buenos Aires.
Mansión. El viejo castillo de Egaña contaba con 77 habitaciones, 14 baños, dos cocinas y hasta un taller de carpintería. En el último censo, el pueblo perteneciente al partido de Rauch registraba 44 habitantes. La construcción del castillo empezó hace exactamente 100 años. Es uno de los lugares abandonados más atractivos de Buenos Aires.

A la vera de la vida. Y también de las vías. Así se desarrollaron los pueblos. De esa manera se comunicaron, prosperaron y eligieron su camino. Con los anteojos para ver los lujos de lejos; y de cerca, las cercas: el tiempo y el espacio, delimitados. Con la puerta abierta y el horizonte siempre en la olla. Hirviendo ante la eventualidad del sueño. De partir para alcanzar. Y de su posterior desarraigo. Porque hoy irse no significa volver. Y el tren ya no pasa. Y las luces se apagan.

En Ernestina viven 150 personas, 180 si se cuenta la parte rural. La mayoría de la población tiene más de 50 años. Pero no siempre fue igual. Cuenta la leyenda que en 1926, el príncipe de Gales, Eduardo VII, visitó el pueblo. De su pasó quedó el asfalto de la avenida principal de una localidad que alguna vez tuvo su auge y que, en la actualidad, forma parte de los más de 200 pueblos bonaerenses que corren riesgo de desaparecer ya que cuentan con menos de 300 personas.

Situado a más de 170 kilómetros de la Capital Federal, Ernestina (perteneciente al municipio de 25 de Mayo) aún conserva la magia que lo vio nacer. Sin embargo, diferentes factores lo llevaron a iniciar un declive poblacional que se fue remarcando en cada censo.

Lo mismo sucede, por tomar algunos casos aislados y de diferentes municipios, en Smith (que forma parte de Carlos Casares), un pueblo ubicado a 350 km de Buenos Aires y que ya no supera los 500 habitantes. El 10 por ciento de los 5 mil que vivían en 1930.

En 1992 Smith sobrevivió a lo impensado. Luego de comprobarse que las tierras habían sido adquiridas a través de un, hoy, viejo y obsoleto sistema de libretas, el pueblo estuvo a puntos de ser rematado, pero gracias a diferentes acciones gubernamentales no ocurrió.

Ejemplos hay varios: Fortín Tiburcio, en Junín (250 habitantes); Marcelino Ugarte, en 9 de Julio (quedan 75 de los 3.500 pobladores que tuvo); o Cura Malal, en Coronel Suárez (menos de 100 habitantes). Hay casos excepcionales. Como el ocurre en Egaña (perteneciente a Rauch) donde se encuentra el Castillo de Egaña, una construcción magnífica que luce, abandonadas, las 70 habitaciones que lo componen en un pueblo donde hoy viven menos de 50 habitantes.

De gala. Pese a que el tren ya no pasa, Ernestina es uno de los pueblos más bellos de la provincia. Cuenta con cerca de 200 habitantes y en 1926 fue visitado por Eduardo VII, príncipe de Gales.

Diálogo activo

Guillermo Cavallero tiene 53 años y desde hace dos años y medio es delegado de Ernestina, cargo al que accedió a las dos semanas de ser elegido como coordinador luego de que el intendente Hernán Ralinqueo le diera la categoría de delegación. «Soy el primero, y es un logro enorme de esta gestión», cuenta el hombre que todos los días recorre los 20 kilómetros de su Norberto De La Riestra local para llegar a su lugar de trabajo. En total son ocho los trabajadores, entre el encargado de la recolección de basura, el de la poda, los enfermeros y los administrativos. «Como no soy nativo, me miraban con otros ojos, como sapo de otro pozo. Pero en mi casa me enseñaron respeto y trabajo. Y de esa manera, cuando no está alguno de los encargados, ahí me ven recolectando la basura, regando o sacando ramas. Desde entonces ya me hicieron parte», asegura Picaporte, el apodo por el que lo llaman todos, hasta el jefe municipal.

A Guillermo le sobra un deseo: «Ojalá algún día vuelva el tren. Nos devolvería todo. No es tanta la inversión cuando se trata de la vida». Y también una queja, claro: «Se pueden hacer más cosas, pero depende de la coparticipación. Y hay algunos que reciben más por ser del mismo partido. No es nuestro caso», asegura el delegado de Ernestina por Unidad Ciudadana.

En la misma línea, Ralinqueo dice que «si queremos crecer, el ferrocarril debe ser algo estratégico. Es un servicio público esencial. Hay que planificar de aquí a 20 años. No es inimaginable que los pueblos vuelvan a tener un esplendor».

Pero no todas las perspectivas son iguales. Según el intendente de 25 de Mayo «la vida cotidiana se desarrolla con los servicios agropecuarios y el comercio. Se ve la posibilidad de un crecimiento. Apostamos a eso. Antes no había presencia estatal, y ahora sí. Con la superpoblación del conurbano están llegando personas con ganas de invertir y comprar un terreno para una casa de fin de semana. El mismo proceso de Uribelarrea lo estamos empezando a vivir. Ernestina tiene la maravilla de la naturaleza y la ventaja de que se compran lotes grandes por bajo precio».

Factores

Muchos pueblos corren riesgo de desaparecer. Pero cuáles son los factores que llevan a que esto suceda. Según Javier Varani, docente y especialista en asuntos municipales, hay cinco puntos a tener en cuenta.

El primero, y principal, tiene que ver con que «la Argentina no tiene una política pública de ocupación de territorio. Todo lo contrario. Somos un país que concentró la mayoría de su población en un solo lugar. Y en esto somos campeones del mundo ya que tenemos el 32 por ciento de la gente agrupada en el área metropolitana de Buenos Aires».

No es un dato menor. Según Naciones Unidas, la acumulación de población es una de las principales causas de subdesarrollo debido a que de esta manera se generan economías desiguales. Lo que pasa claramente con el Fondo del Conurbano. Para Varani una política que apuesta a poner más plata para que cada vez, más gente viva peor. Para revertir esto hay que apostar a ciudades intermedias, de entre 500 mil y 2 millones de personas. Que cuenten con la totalidad de los servicios públicos. Pero no se debate porque todos sabemos que el que gana el Conurbano, gana el país.

Treinta años atrás, el entonces presidente Raúl Alfonsín, soñó con llevar la capital del país a Viedma para descomprimir la ciudad de Buenos Aires. La aventura no fue bien recibida. «Ya no hay que mover al presidente. Lo que deberíamos hacer es ubicar, por ejemplo, al ministro de Agricultura en Río Cuarto o poner a YPF en un lugar donde haya petróleo».

Otro de los asuntos más importantes tiene que ver con el desmantelamiento del ferrocarril. El fin de la conexión entre los pueblos no sólo marcó el encarecimiento de todo lo que tenga que ver con las economías locales sino también que muchos de aquellos que se fueron a probar suerte, o a estudiar a la gran urbe, nunca volvieron. Lo que da como resultado otro factor: el envejecimiento de la población. Sin establecimientos educativos y sanitarios cercanos, se rompe la cadena de la propia evolución de un pueblo.

El cuarto motivo está relacionado a las rutas. Los pueblos siempre funcionaron a la vera de los caminos principales, pero de a poco eso que significaba su mejor aliado se convirtió en el peor enemigo y los pueblos comenzaron a desarrollarse lejos de las rutas. Varani marca un claro ejemplo del séptimo arte. «Se puede ver muy claro en Cars. Cuando se rediseña el camino y la ruta ya no lo atraviesa, el pueblo se muere».

Como quinto punto podría hablarse de cuestiones climatológica, como lo sucedido en Villa Epecuén (ver recuadro), pero ahí las políticas no son la principal causa.

Cierra el especialista: «Si Alberdi reviviera, diría: ‘Gobernar es poblar… inteligentemente». Y hay que hacerlo. Casi 700 pueblos están por debajo de los 1000 habitantes y pueden llegar a estar en vías de extinción»

Bruno Lazzaro – Ámbito