De acuerdo con analistas locales, la transición del modelo “K” al “M” se extiende más de lo esperado, generando una sensación de despegue aun pesado para las necesidades de muchos conciudadanos.
Aunque suene a obviedad, Bahía Blanca no es una isla y su economía se halla inexorablemente ligada a lo que ocurre a nivel nacional.
Claro que hay particularidades: la dependencia de la actividad comercial, que explica nada menos que alrededor de un cuarto de todo el empleo asalariado privado, genera una marcada dependencia de la evolución del consumo interno y el poder de compra de los salarios.
Así, con tasas de crecimiento para el nivel de actividad “moderadas” para el año que se avecina, los analistas económicos no esperan por un boom de empleo privado en la ciudad, al menos durante el primer semestre.
Y el pronóstico es no menor, si se tiene en cuenta que, entre julio y septiembre de este año, según el INDEC, alrededor de 21.000 bahienses tenía problemas de inserción laboral, es decir, buscaba infructuosamente empleo o, pese a contar con uno, el número de horas semanales le resultó insuficiente para afrontar sus gastos domésticos, por lo que se mostraba dispuesto a incrementar su carga horaria.
Por el lado del dólar, el llamado “atraso cambiario” –subió menos que los precios internos– es una clara amenaza para la actividad industrial, otro empleador de peso de la economía local, ya que las industrias manufactureras eran responsables, en promedio y a 2015, según datos oficiales, del 12% del total de asalariados privados en blanco.
Del lado “medio lleno” del vaso, los proyectos de inversión en danza bien podrían ayudar a expandir la demanda de empleo, al menos, en la etapa inicial de construcción.
Como telón de fondo, la macro sigue afectada por la difícil herencia kirchnerista y un camino a la normalidad mucho más lento de lo esperado, imponiendo un lastre, que también siente la economía de nuestra ciudad.
A continuación, las visiones de tres analistas económicos bahienses sobre lo que pasa. Y, quizá, pasará.
Pazzi: «Desde 2011 siempre se creció en años impares»
“El año termina con crecimiento. Desde 2011 para acá siempre se creció en años impares, la novedad es que se va a crecer en 2018, aunque los resultados van a ser modestos. No está tan claro qué va a pasar en 2019”, prevé Jorge Pazzi con relación al rumbo nacional.
Para el doctor en Economía de la UNS y hombre de consulta de varios cuadros políticos y empresarios de la ciudad, la baja de la inflación respecto de 2016 (que rondaría los 14 puntos) “no es mala”, aunque las exigentes metas fijadas desde el BCRA –esperaba que fluctuara entre un mínimo del 12 a un máximo de 17%– opacaron lo que se podría haber exhibido como un importante logro.
“La experiencia internacional indica que las inflaciones del orden del 30 al 40% son muy difíciles de bajar y meterse en metas tan exigentes no es recomendable. No es razonable pensar que se va a llegar a un dígito en dos años”, reflexionó.
De acuerdo con Pazzi, el lado oscuro de esta desaceleración inflacionaria es el atraso del tipo de cambio, ya que mientras el dólar entre enero y noviembre del corriente año aumentó un 10%, los precios, en Bahía y según el Centro Regional de Estudios Económicos de Bahía Blanca-Argentina (CREEBBA) hicieron lo propio, pero más de siete puntos por encima, en idéntico lapso.
“Eso no es bueno, porque ya sabemos qué pasa cuando hay un atraso cambiario importante de estas características durante tanto tiempo. Además, se están yendo muchas divisas y el balance de la cuenta corriente –N. de R: registra el intercambio de bienes y servicios entre nuestro país y el resto del planeta– terminará con un rojo de 20.000 millones de dólares. Y esto, en parte, como consecuencia de que las exportaciones argentinas –en volumen– están estancadas desde una década”, alertó.
Y acotó: “No podemos esperar que los precios de los commodities den lugar a un mejoramiento de las cuentas externas, por lo que es crucial empezar a exportar más, algo muy complejo con este dólar. Pero claro, el límite está dado por el hecho de que las devaluaciones, deterioran fuertemente el poder de compra de los salarios”.
A decir del analista, la herencia de 12 años de kirchnerismo no será fácil de resolver, aunque no ocultó sus reparos con relación a la política anti inflacionaria que fogonea el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger.
“La herencia económica que dejó el kirchnerismo fue extremadamente complicada: reservas exhaustas, inflación, cepo, tarifas de luz y gas deprimidas… pero creo que el gobierno confió demasiado en la capacidad de la tasa de interés para bajar mucho más la inflación –la teoría económica sostiene que, bajo ciertas circunstancias y dependiendo del país que se trate, su elevación debería desacelerar a la baja del Indice de Precios al Consumidor en forma contundente– pero la experiencia argentina indica que no se trata de un instrumento tan poderoso”, finalizó.
Liberman: Un año sin grandes noticias para el empleo
“No espero por un año donde el empleo tenga las mejores noticias. Esto porque en la estructura de la economía bahiense, la importancia del comercio y los servicios es más relevante que en otras ciudades de nuestro país. Por esto, cuando viene el boom de consumo, acá lo disfrutamos de una manera más intensa, pero cuando ocurre el ajuste, también lo sufrimos más”, estimó Liberman.
Reforzó su explicación señalando que “los principales generadores de mano de obra son el comercio y los servicios, pero lo que genera crecimiento, por el lado de las exportaciones, es el sector agroindustrial. Y, lamentablemente, en este momento de la economía argentina, inmersa en un proceso de acomodamiento, el ajuste está cayendo con bastante fuerza sobre estos dos sectores”.
Acotó que en un contexto como el actual, con elevadas tasas de desempleo y pobreza, tanto a nivel local como nacional, la sensación es que la economía nunca termina de arrancar.
“La economía crece lento. Dejar el número negativo que dejó el anterior gobierno y pasar al cero no es poco. El tema es que cuando ese crecimiento no llega a todos, porque hay muchos desocupados o gente con problemas para conseguir trabajo, se generan expectativas negativas porque la gente piensa ‘bueno, habrá crecimiento ¡pero a mí no me tocó!”.
Resaltó como puntos fuertes el hecho de que las empresas bahienses vinculadas al Polo Petroquímico y el Puerto, y todos los que están vinculados a la exportación agropecuaria, van a tener buenas noticias.
“Y siempre la industria mediana algo se puede colgar de esta expansión en esas actividades. Pero tengamos mesura, porque los bahienses, como la mayoría de los argentinos, nos la pasamos esperando por el Mesías que nos lleve de la depresión a la exaltación”, señaló.
Alvarez: Hacia dónde orientarse
“Bahía tiene elementos a favor: industrias como las del Polo Petroquímico, donde se anunciaron proyectos de inversión, así como los relacionados con las energías renovables. Otra clara fortaleza pasa por las iniciativas en marcha en el área de Vaca Muerta. Por eso, yo creo que las firmas bahienses deberían tratar de orientarse con más fuerza a esa zona, para prestar servicios”, adelantó Rodrigo Álvarez.
Para el economista bahiense, socio y director de la consultora económica Analytica, los puntos flacos pasan por el rezago que muestra el consumo con respecto al resto de las variables económicas.
“Donde se ve menor dinamismo es en el consumo, que sigue estando muy atrasado, y eso afecta negativamente a la ciudad. Si las familias no experimentan un crecimiento de importancia en los ingresos y el empleo, que no está reaccionando rápidamente, las actividades vinculadas al gasto doméstico van a seguir relegadas”, alertó.
Estimó que “la reacción que va a llegar en 2018 no va ser contundente. Pese a ello, promediando el año, los indicadores relacionados con el mercado laboral deberían mejorar. Por un lado, esto dependerá en mucho de los proyectos públicos y privados en danza y, adicionalmente, de la evolución de la tasa de inflación”.
Es que sólo la combinación de mejoría en el nivel de empleo y suba del poder de compra de los salarios podrán reanimar el gasto de los hogares, incentivando así al consumo, uno de los grandes motores de la economía local.
“Y respecto del poder de compra, la inflación va a descender de manera más contundente desde la segunda mitad de 2018, porque vamos a tener una primera mitad con aumentos en servicios con baja posibilidad de sustitución, que van a resentirla”, detalló.
“No hay que perder de vista que estamos en una economía en transición de un modelo fuertemente ligado al consumo a otro liderado por la inversión. Y, en ese proceso, se deben curar las heridas que dejó la gestión anterior, como la quita de subsidios a las tarifas de los servicios públicos y la necesidad de seguir bajando, en forma paulatina, el déficit del sector público. Por eso existe una sensación de que la economía despega con lastre”, señaló.
Federico Moreno / fmoreno@lanueva.com – La Nueva Provincia