Bahía Blanca, tomada como ejemplo negativo de desarrollo urbano

Especialistas de un prestigioso organismo nacional expusieron en Buenos Aires sobre ciudades que crecen con mala planificación y nuestra localidad fue uno de los casos analizados.

La superficie del ejido urbano se fue ampliando de manera notable en los últimos años, pero con una cantidad de habitantes que apenas se modificó.

Bahía Blanca fue utilizada recientemente como ejemplo de crecimiento urbano perjudicial, a partir de una extensión y disgregación que se opone a todos los principios y sugerencias favorables en materia de urbanismo.

Su situación fue considerada por miembros del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) el pasado miércoles, Día del Urbanismo, en la Sociedad Central de Arquitectos, en Buenos Aires.

Gabriel Lanfranchi y Juan Duarte, director e investigador asociado de la entidad, centraron su presentación en la importancia de generar «ciudades compactas», en contrapunto con las que se extienden y ocupan cada vez más superficie, ampliando la denominada «mancha urbana», sin guardar proporción con su aumento poblacional.

«En los últimos años, las ciudades argentinas se expandieron de manera desmesurada. El fenómeno es perjudicial para el desarrollo de áreas urbanas inclusivas y sostenibles, tanto en términos sociales como económicos, ambientales y administrativos», indicaron.

Según el CIPPEC, en los últimos diez años la población de 18 de los 33 aglomerados urbanos del país aumentó, en promedio, a un ritmo anual del 1,5%, mientras el área urbanizada se extendió un 2,4%. Es decir que, por cada punto porcentual de crecimiento poblacional, estos aglomerados se extendieron 1,9 puntos.

Entre las ciudades analizadas se destacó Bahía, con «una tendencia más extrema a la expansión». Mientras la población local aumentó a un ritmo anual de 0,5%, su área urbana lo hizo al 1,9%. Por cada punto porcentual de crecimiento poblacional, se expandió 4,1 puntos.

Esto significa que si su población crece un 10% en los próximos diez años –una media de crecimiento esperable–, su superficie ocupada se expandiría un 41%.

Esa tierra encuentra el mayor crecimiento en usos residenciales (80%) y la industria (15%). Dentro del destino residencial, se destacan los loteos de tejido abierto (45%), urbanizaciones cerradas (28%), y viviendas de interés social y residencial informal (7%).

La expansión territorial por encima del crecimiento demográfico implica costos más altos, para el gobierno y la población: hay que construir más infraestructura de servicios, ampliar la red de transporte público y de recolección de residuos.

Una ciudad extensa también genera consecuencias ambientales y sociales, porque se realiza sobre tierras que, a menudo, cumplen funciones ambientales, como humedales y recargas de acuíferos, o son productivas.

Este tipo de crecimiento, que se genera cuando existe escasa planificación, no es adecuado para generar ciudades equitativas, sino que establece importantes segregaciones sociales.

Por eso el CIPPEC planteó la necesidad de implementar una gestión municipal «inteligente y eficaz», desarrollando estrategias para evitar que las áreas urbanas se sigan expandiendo.

Mario Minervino mminervino@lanueva.com – La Nueva Provincia