Además del peso de las cuestiones políticas, los resultados muestran el impacto electoral en las zonas beneficiadas por la recuperación económica.
Aplacadas las tensiones por el recuento voto a voto del domingo a la noche, el escenario que dejó el triunfo de Cambiemos a nivel país puede encontrar una explicación no sólo en cuestiones políticas sino económicas. No se trató simplemente de simpatías por un candidato u otro. Está claro que en el conurbano, especialmente en la tercera sección electoral, el Gobierno no pudo hacerse fuerte. Tampoco en algunas provincias con importante presencia de «caudillos». Pero si se mira el mapa global se pueden encontrar algunos argumentos que justifican, seguramente, la buena performance oficial.
El contraste en la provincia de Buenos Aires -donde el oficialismo se ganó 102 de los 135 municipios- es quizás el ejemplo más elocuente, con un dominio de Unidad Ciudadana en ese cordón del GBA -especialmente en la zona oeste y sur- y un triunfo apabullante de Cambiemos en los municipios del interior provincial, salvo un puñado de excepciones, lo que le permitió equilibrar el resultado. El primer territorio, más urbano, afectado por la caída de consumo de la clase media y baja, golpeadas entre otras cosas por las subas de precios y de tarifas. El otro, beneficiado por el fuerte crecimiento del sector agropecuario a partir de la baja de las retenciones que dispuso el Gobierno el año pasado. Ese fenómeno se extiende a buena parte de las provincias del centro en las que se ubica la zona núcleo que concentra la mayor producción de granos. Eso alcanza a Córdoba y Santa Fe, donde no ganó pero hizo una excelente elección.
En gran parte de 2016, en las automotrices explicaban que el boom de ventas de pick-ups estaba relacionado recuperación del campo.
Después hay fenómenos particulares que no están tan impactados por los granos pero sí por medidas del Gobierno. Por ejemplo, Entre Rios tuvo un fuerte impulso para la exportación de cítricos, clave para la economía de ese distrito. La Pampa, otro distrito en el que se impuso el Gobierno, tuvo su renacimiento de producción ganadera y muchos frigoríficos están empezando a exportar por la eliminación de los cupos.
Donde no tuvo tanta suerte el oficialismo fue en la mayoría de las provincias del norte. El peso de los políticos locales se hizo sentir pero también por la situación de las economías regionales que todavía no ven la recuperación. Algunas producen soja pero de «ciclo 4» que no es el más demandado. Otras, como Santiago del Estero, con una mala situación del algodón. En Tucumán esperan las promesas de campaña de 2015 que no llegaron por una mayor participación de la alconafta, clave para la caña de azúcar. Formosa llegó a los diarios recientemente por el «bananazo». Algo similar le pasa a Misiones con su producto icónico, la yerba. La falta de competitividad frena sus exportaciones. Lo mismo en el Alto Valle de Río Negro con sus peras y manzanas.
También es cierto que en otros distritos se jugaron cuestiones internas que favorecieron al Gobierno como los casos de Santa Cruz, Neuquén y San Luis.
Horacio Alonso – Ámbito