Una ciudad amigable, a la que aspiran la mayoría de los ciudadanos y las autoridades, se da de bruces con la perniciosa costumbre de estacionar vehículos en la vereda. Una situación que se tolera mirando al costado. Se impone corregir esta grave anomalía que perjudica a miles de peatones.
Hay problemas en Mendoza que en vez de ir atemperándose o corrigiéndose progresivamente, cada vez se afianzan más y perjudican la convivencia. Es el caso de la costumbre de estacionar en la vereda, que se ha generalizado en el microcentro y en otras secciones de la Capital. Es una situación que denota falta de respeto a las normas de tránsito y ausencia de solidaridad hacia el prójimo.
Un lector de este diario, Atilio Galdiolo, planteaba hace poco esta problemática en una carta al director bajo el expresivo título «Yo estaciono, los demás que se arreglen».
Primero habría que preguntarse por qué la gente estaciona en la vereda o usa los puentes. Porque no hay otro lugar se suele responder. Ahora bien, no hay otro lugar porque los responsables de los gobiernos municipales no planificaron qué tipo de ciudad queremos o en qué tipo de ciudad nos gustaría vivir. Es sabido que en la mayoría de los hogares hay casi un vehículo por persona, que se desplaza y se detiene o estaciona.
Además, la ciudad hace tiempo que ha quedado chica para circular y estacionar. A los 110.000 automóviles radicados en la Capital, se suman cada día más de 200.000 que entran a la jurisdicción capitalina.
La solución es variada y habría que empezar a buscar mejoras progresivamente.
Una opción sería que se mejore el transporte público de pasajeros; el Metrotranvía es una parte de la solución y habría que terminar el proyecto Las Heras, empezar Luján de Cuyo y agregar Guaymallén.
Otro tema que ayudaría es incluir un sistema de transporte para los capitalinos, que conecte los vecinos de la ciudad con el microcentro exclusivamente.
Las soluciones pueden ser varias pero lo cierto es que el estacionamiento en la vereda es un problema que debe ser asumido por las autoridades y empezar a tratarlo si se quiere arribar a una ciudad amigable.
Los inconvenientes que producen estas conductas son variadas, con afectación en primer término a los transeúntes, y en mayor medida a las personas con discapacidad, además de ocasionar roturas en veredas, papeleros y los recipientes para depositar la basura hogareña.
Propiciamos el inicio de una campaña para resolver el problema, que debería contemplar revisar y esclarecer el alcance de las distintas normas en vigencia al respecto, determinar cuáles son las autoridades de aplicación y las sanciones que recaerán sobre los infractores.
Al inicio de un plan de mejoras en esta materia podría haber un período de educación previa y una fecha a partir de la cual se producirán las sanciones.
La vigencia del problema se debe en parte al convencimiento de muchos conductores de que no están cometiendo infracción al estacionar sobre las veredas, ya que la práctica es generalizada y no da motivo a sanción alguna.
Se trata de un problema de rápida solución si las autoridades competentes actúan vigorosamente en beneficio del bien común y prestigio de cultura urbana de los mendocinos.
El Gran Mendoza, y por supuesto la capital, se deben este proceso, y más cuando un reciente informe de la Naciones Unidas consideró que nuestra provincia es una de las más desarrolladas en el país. El índice midió el crecimiento económico, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental.
Obviamente no se tuvo en consideración este aspecto de respeto al prójimo.
– Los Andes