La nieve como motor de la economía local

Puede ser suave o borrascosa en su caída pero el impacto, más allá de lo anímico, se ve en las reservas y arribos de visitantes cuya atención dispara el empleo de mano de obra personalizada.

Está probado de sobra que la caída de una nevada copiosa y abundante depara experiencias únicas y cala hondo en los estados de ánimo. Pero más allá de lo sensorial, también genera efectos tangibles de muy diverso tipo. Por un lado complica la vida de la población de menos recursos. Por otro produce efectos instantáneos en la microeconomía de la ciudad, donde una multitud de pequeños servicios y rubros comerciales toman un impulso impensable en otras épocas del año.

El ámbito geográfico central vinculado con la nieve es el cerro Catedral, donde el negocio excluyente es la venta de boletos para los medios de elevación, que mueve cientos de millones cada año. Sin embargo, alrededor de ese gran polo de atracción se despliegan otras actividades como la venta y alquiler de indumentaria y equipos para nieve, el transporte de personal y de turistas, el alojamiento en todas sus variantes, la fotografía y las excursiones vinculadas con la nieve.

La dinamización resultante tiene fuerte impacto en el empleo, dado que por definición los servicios turísticos son demandantes intensivos de mano de obra y las nevadas aceleran la convocatoria de trabajadores temporarios (ver aparte).

Toda una trama de servicios y ofertas se pone en marcha cuando caen los primeros copos y la fecha no es para nada un tema menor. El año pasado nevó recién el 10 de julio, cuando la impaciencia general ya era insostenible y algunos memoriosos recordaban que desde los años 70 no se registraba una sequía semejante.

Esta vez la primera nevada importante se registró el 21 de mayo. Luego los cerros y los barrios volvieron a blanquearse el 3 de junio y la mayor precipitación de nieve se registró el 16 de junio.

Si bien el centro de esquí demoró su apertura hasta el último fin de semana, los nuevos paisajes adelantaron la oferta de las “excursiones a la nieve”, como la del valle del Challhuaco, que ya está disponible desde mayo, lo mismo que las travesías a La Cueva en cerro Catedral y otros refugios de altura que ofrecen cenas en un entorno nevado.

El secretario de Turismo municipal, Marcos Barberis, dijo que “sin duda hay toda una cadena que empieza a trabajar antes” si existen nevadas tempranas. Agregó que hay además una conducta muy típica del turista de invierno, quien termina de definir su viaje cuando se entera de la llegada de la nieve, “algo que ayuda mucho en la parte comercial”.

Según Barberis, “los esquiadores toman la decisión por un centro invernal u otro en función de la nieve”. Pero no sólo ellos, también el público brasileño en general se guía por ese parámetro. La hotelería durante mayo y junio suele tener niveles de consulta más bien fríos y la nieve multiplica las reservas.

También influye en la facturación de las agencias de turismo, ya que las excursiones tradicionales –por ejemplo las lacustres o San Martín de los Andes– cuestan entre $ 900 y $ 1.000. Mientras que aquellas que incluyen nieve, como una caminata con raquetas, no baja de los 1.500 pesos.

“Uno tiene la imagen del cerro Catedral y de las empresas grandes –dijo Barberis–. Pero la nieve es fundamental para muchas economías más caseras. Hay una cantidad importante de pymes familiares que están esperando la temporada”.

Martín Bacer, presidente de la Asociación Argentina de Instructores de Esquí y Snowboard, dijo que las nevadas en junio “generan una expectativa grande y son muy alentadoras”. Evaluó que el destino Bariloche “no es barato, y en general el extranjero ya decidió. Pero muchos argentinos, tal vez un 20 ó 30%, definen su viaje en función de la nieve”.

Eligió una comparación elemental: “Las nevadas son como el combustible para un motor. Puede ser muy lindo, pero si no le echás nafta no se va a mover”.

Temporada corta

Bastan algunos datos que brindó Bacer para estimar cuánto dinero circula en torno a la enseñanza del esquí. El costo de una clase estándar para el cliente varía entre los 1.000 y 1.500 pesos la hora. El directivo de Aadides dijo que en Catedral trabajan unos 750 instructores, entre los agrupados en escuelas, los de clubes y los “independientes”. Calculó que en promedio tienen empleo asegurado por 60 días, a razón de 4 horas por jornada y que cobran “según el nivel”, entre 400 y 500 pesos por hora.

Esos datos ponen sobre la mesa una lógica que va más allá de la nieve y que atraviesa a toda la oferta turística de temporada: la necesidad que experimentan los prestadores de servicios por aprovechar el corto tiempo de alta demanda para después soportar “la baja”. Allí está la explicación para algunos precios.

Felipe Orticelli (escuela de esquí La Base) calculó que el 30% de los instructores hacen la “doble temporada” y trabajan también en el invierno del hemisferio norte. A su vez, a Bariloche llegan alrededor de 70 extranjeros. En su mayoría españoles, andorranos, italianos y algunos alemanes.

Entre las escuelas más tradicionales y elegidas por los barilochenses están las del Club Andino y el Ski Club. Entre ambas tienen este año unos 900 alumnos. En el CAB explicaron que “cuando cae una nevada la gente se acerca mucho más al club y anota a los chicos”.

Por un curso de temporada (21 días) en esa entidad hay que pagar $ 20.000 y uno por las vacaciones (entre 10 y 15 días) cuesta $ 10.000. En Ski Club este año tienen mayor demanda que en el 2016 y los precios son $ 14.907 (temporada y $ 6.975 (escuelita).

Vínculos y ramificaciones

Aunque en el último tiempo avanzó la tecnología para producirla en forma artificial, cuando la nieve es natural no hace distinciones: cae sobre todos de modo uniforme. Aunque se queda más tiempo en los lugares altos y sombreados. Por ejemplo la ladera sur del cerro Otto. Allí funcionan el complejo Piedras Blancas
–ideal para jugar con la nieve, iniciarse en el esquí alpino y para probar también descensos en trineo– y también el Centro de Esquí Nórdico, administrado por la familia Eiras.

Ezequiel Eiras aseguró que desde mediados de junio tienen todo habilitado, desde la enseñanza de esquí nórdico a las caminatas con raquetas, los paseos en cuatriciclo o motos de nieve y la “noche nórdica”, que al recorrido por el circuito nevado suma una cena gourmet. “Cuando nieva cambia todo. No hay nieve y no hay trabajo, es así”, definió Melani Tosello, de la agencia de turismo Bastión del Manso.

Otras opciones de acercamiento a la nieve son las del Valle del Challhuaco, donde es posible realizar la “travesía a la laguna congelada”, y el cerro López con dos atractivos: Roca Negra y el refugio Extremo Encantado. Todas combinan traslados en vehículos doble tracción, caminatas con raquetas, pistas para trineos y propuestas gastronómicas.

No faltan tampoco los productos exclusivos como el centro Los Baguales, ubicado al sur de Bariloche, donde es posible contratar estadías de dos o tres días, con salidas de esquí de travesía o bajadas de esquí alpino “fuera de pista” en un entorno paradisíaco.

Los taxis y remises tienen mayor demanda en las jornadas de nieve y durante la temporada alta suelen quedar comprometidos para traslados diarios al cerro Catedral (unos 400 pesos). Al cerro Otto la distancia es la mitad pero cuesta casi lo mismo, por el pésimo estado del camino.

En Bariloche hay unos 200 remises, agrupados en casi quince agencias. El titular de Autojet dijo que en temporada realizan no menos de diez viajes diarios hasta Catedral. Los taxis también ven crecer en esta época el número de clientes que cargan esquíes y quieren llegar “hasta la nieve”.

Aetap es la asociación que agrupa a los propietarios de combis, minibuses y colectivos. Uno de sus directivos, Hernán Jaraj, dijo que son unos 250 vehículos en total y que una buena cantidad realizan hasta tres viajes por día a Catedral o Piedras Blancas. El precio al público ronda los 300 pesos y al transportista le quedan unos 3.000 pesos por servicio.

En el centro de la ciudad hay casi 20 comercios de alquiler de ropa para nieve. Las calidades y precios son muy variables y abunda el regateo. Hasta la semana pasada muchos mantenían los precios del año anterior y era posible conseguir campera, pantalón, botas y guantes por 200 pesos diarios. También hay fabricantes de ropa de nieve, como ½ Caño, cuyo representante, Javier Boaso, reconoció que hoy están en franco retroceso “porque domina lo importado”.

En alquiler de esquíes, los llamados “rental” tienen en conjunto una disponibilidad de 8.000 equipos. Alberto Del Giúdice cuenta con diez locales en ese rubro y dijo que “hace siete o diez años no alcanzaba el stock, pero ahora viene menos gente”. Señaló que el alquiler de un equipo “carving”, con botas y fijaciones, ronda los 400 pesos por día. Según Del Giúdice, quien también preside la Asociación Empresarial del Área Catedral, la nevada temprana “es muy importante, porque se vende más” y la gente de Bariloche “empieza a gastar a cuenta”.

“La nieve es fundamental para muchas economías más caseras. Hay una cantidad de pymes familiares que están esperando la temporada”.
Marcos Barberis, secretario de Turismo municipal.
Otras miradas
menos optimistas
El optimismo que genera la nieve tiene su contracara. Algunos le encuentran un costado distinto, como Melani Tosello, de la agencia de turismo Bastión del Manso. “Sé que no está bien quejarse pero ¿qué hacemos para que nieve? –reflexionó–. Cada vez hay más autos, el centro lleno de colectivos, así sube la temperatura y la nieve se va cada vez más arriba”.
Sebastián Villalba, de la agencia Select Travel, aportó también: “La nieve es multiplicadora y es lo mejor que le puede pasar a la ciudad. Pero una gran nevada, por ejemplo de 50 centímetros, generaría un colapso enorme, con rutas cortadas, colectivos que se cruzan. Hay muchas cosas que no están preparadas”.
Las promociones previas son importantes, pero las noticias e imágenes de la precipitación blanca actúan como un disparador infalible.
Visitantes
1.489.720
turistas arribaron a Bariloche en los meses de julio y agosto (temporada alta de invierno) entre el 2007 y el 2016.
La compra
de indumentaria
Para quienes se deciden por comprar equipamiento de esquí también hay propuestas variadas. Una de las empresas líderes en ese sector es Scandinavian, donde explicaron que la nieve de las últimas semanas “activó la venta de indumentaria”.
Una de las vendedoras dijo que un par de esquíes con fijaciones se puede conseguir por 7.000 pesos, una tabla de snowboard por 6.000. Las botas cuestan en promedio 4.000 y los bastones 500 pesos. Para salir al cerro hace falta también un pantalón de esquí (2.300), campera impermeable (5.000), gorro y guantes (otros 1.200 pesos).

DANIEL MARZAL – Diario Río Negro