Una ciudad jaqueada por el contrabando y la inflación

• LA MITAD DE LOS NEGOCIOS DE CLORINDA CERRARON SUS PUERTAS EN LOS ÚLTIMOS DOS AÑOS

El tipo de cambio desfavorable y el incremento de precios provocaron un nuevo éxodo de compras hacia Paraguay. Intendente y comerciantes reclaman régimen especial para localidades fronterizas.

Frontera permeable. Entre Nanawa y Clorinda hay un paso frecuentado por centenares de argentinos a diario que van a comprar a Paraguay.

El estigma de las ciudades fronterizas es su ineludible vinculación con actividades ilícitas como el narcotráfico, el contrabando y otros delitos de los considerados «complejos» por el entramado de intereses que se esconden tras las organizaciones que los perpetran. Pero el caso de Clorinda, segunda ciudad en importancia de la provincia de Formosa, es muy emblemático ya que su otro lado de la frontera lo ocupa nada más ni nada menos que la populosa ciudad de Asunción, capital de Paraguay, a menos de 15 minutos cruzando vía terrestre por el puente internacional San Ignacio de Loyola.

«Estamos muy preocupados porque nos es imposible competir por la diferencia de precio que hay, que hoy es casi un 60% inferior en Paraguay que en la Argentina a igualdad de productos», le dijo a Ámbito Financiero Fabián Hryniewicz, presidente de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Formosa e integrante de la Mesa Nacional de Lucha contra el Comercio Ilegal y el Crimen Organizado. «Como todas las ciudades de frontera, somos una usina generadora de trabajo genuino, por ser influyente y vinculante de un mayoritario segmento social, pero no hemos logrado ser beneficiados con una política que garantice a la actividad mercantil el equilibrio y la sustentabilidad que necesita para desarrollarse», apuntó Manuel Celauro, intendente de Clorinda, quien es a la vez un reconocido comerciante de la ciudad.

Por su parte, Lelio Manuel Panza, secretario de la Cámara de Comercio local, explicó los resultados de lo que ellos entienden como una «política de exterminio para la actividad comercial», al graficarla con un dato elocuente: «En los últimos dos años cerraron la mitad de los negocios de la ciudad», sostuvo. Según datos de las Secretaría de Hacienda y Finanzas de la comuna, unos 500 negocios cancelaron sus habilitaciones. Al ser consultado sobre las razones que motivan esta realidad, Panza resaltó que «la ecuación cambiaria ha provocado diferentes ciclos en los que nos beneficiamos alternativamente paraguayos y argentinos, pero eso hoy se ve agravado para nosotros debido a la espiral inflacionaria que ha colocado nuestros precios muy por encima de lo que se puede obtener del otro lado, incluso de los productos de consumo cotidiano como la leche, la fruta y hasta la carne».

Para Hryniewicz, la problemática excede lo local: «Nosotros descubrimos que tenemos productos naturales frescos, como mango, ananá, mamón, que ingresan en forma clandestina desde Asunción y llegan a Buenos Aires de contrabando y sin ningún tipo de control bromatológico ni pago de impuestos».

A la hora de preguntar por las posibles soluciones, Celauro remarcó que «venimos impulsando un debate para que el Congreso de la Nación apruebe una tan necesaria Ley de Ciudades de Frontera que nos permita convivir con los fluctuantes vaivenes de las economías de nuestros países sin provocar la zozobra que actualmente se vive cada vez que hay modificaciones en los tipos de cambio».

Del otro lado

El límite internacional entre la República Argentina y la República del Paraguay posee un total de 1.699 kilómetros de extensión, incluyendo 9 pasos habilitados, de los cuales el Puente Internacional San Ignacio de Loyola es el más importante. Sin embargo, a la altura de Clorinda se produce una situación muy particular. El cauce del Pilcomayo presenta el aspecto de una zanja de no más de diez metros de ancho, que ocasionalmente se humedece cuando hay lluvias copiosas o crecidas río arriba. Del otro lado, ya en territorio paraguayo, se encuentra Nanawa, una localidad a la que se puede acceder mediante dos puentecitos de madera de apenas treinta metros, y donde la actividad comercial ha prosperado significativamente en los últimos dos años.

No es difícil encontrar la respuesta al lógico interrogante del por qué ocurre este fenómeno. «Los clorindenses cruzan a diario para realizar sus compras allí porque se surten de todos los productos de uso cotidiano y se ahorran un montón de dinero», destacó Panza.

Este cronista estuvo en la zona y pudo comprobar que el tránsito incesante, no sólo se produce a través de los pasos habilitados. A pocos metros de las postas legales «custodiadas» por Gendarmería, los botes cruzan con mercaderías que ingresan ilegalmente al país, sin ningún tipo de control, ni fiscalización. Pero además, muchos clientes argentinos cruzan a comprar, por ejemplo, electrodomésticos de porte como heladeras, cocinas o lavarropas, lo encargan y lo pagan cuando se lo traen al domicilio argentino a las pocas horas de haberlo señado, lo que evidencia la existencia de una organización mucho más grande que la del contrabando hormiga.

(*) Enviado especial.

MAURO FEDERICO – Ámbito