El fin de la grieta tiene fecha: 22 de octubre. Ese día, según Emilio Monzó , la Argentina dejará atrás a una generación de dirigentes «predemocráticos». Acostumbrado a decir lo que piensa, lo que le trajo incontables tensiones internas, el presidente de la Cámara de Diputados asegura que «el crédito de la justicia social se le agotó al peronismo». Y refuerza la polarización en el escenario electoral: «Hoy Cristina refleja el pasado y Cambiemos, la expectativa del futuro»
Los mensajes dentro de la escala de autoridad de Pro no dan lugar a dobles interpretaciones. Cuando se deja de estar al calor del poder, el frío inunda toda la estructura del que fue marcado. Eso le sucedió a Monzó. «La sinceridad es lo que me permite renovar los créditos cuando parece que estoy afuera», dice en una entrevista con LA NACION. Pero ese tiempo ya pasó. Llegó la reconciliación y hoy es parte de la comitiva que acompaña al presidente Mauricio Macri por su gira asiática.
Según Emilio Monzó el 22 de octubre, la Argentina dejará atrás a una generación de dirigentes predemocráticos
Según Emilio Monzó el 22 de octubre, la Argentina dejará atrás a una generación de dirigentes predemocráticos. Foto: LA NACION / Santiago Filipuzzi
-¿Cómo está Cambiemos para enfrentar las elecciones?
-Hoy el Gobierno tiene este crédito de no volver al pasado, que le sirve sobradamente para tener elecciones importantes en los principales distritos del país. Son los que te relegitiman en el próximo período.
-¿Eso también cree que sucederá en la provincia?
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-Estamos hablando principalmente de la provincia Buenos Aires, donde vota el 40% de los electores, donde un triunfo o una derrota significan mayor o menor crédito en los próximos dos años. Con el trabajo de María Eugenia [Vidal], lo que representa su figura y con el fantasma del pasado, Cambiemos va a estar por encima de los 35 puntos, lo que significa un triunfo en el distrito más importante.
-¿35% no es poco con la imagen de Vidal y a dos años de gestión?
-En la provincia tenés que ganar. Si es mucho o poco se podría contar por la cantidad de diputados, pero va a variar muy poco.
-¿A qué se refiere con que no cambiará mucho el Congreso?
-Si bien no va a cambiar cuantitativamente, cualitativamente va a mejorar, porque se termina la concentración que tenía el kirchnerismo, que le daba la posibilidad de designar los candidatos. Los gobernadores van a poder designar sus diputados y eso les dará más conciencia de gobernabilidad a la hora de votar las leyes. El sector más perjudicado a nivel nacional en Diputados será La Cámpora.
-¿Por qué?
-Porque Cristina Kirchner dejó de ser una referencia nacional para ser una referencia netamente provincial. Y eso va a implicar que los diputados nacionales que tengamos a partir del 10 de diciembre vengan referenciados con sus gobernadores. Es algo muy bueno.
-¿Será un Congreso más amigable para el oficialismo?
-Sí. La etapa siguiente del Gobierno va a implicar reformas estructurales mucho más profundas. Ya se está trabajando sobre una reforma tributaria que va a necesitar el consenso de todas las partes.
-En la lista de posibles candidatos aparecen Bullrich, Manes y Ocaña. Ninguno con poder territorial. ¿Eso puede complicar su instalación?
-En esta etapa es mucho más fuerte Cambiemos que los propios candidatos. Es mucho más fuerte en la gente el sentimiento de no volver a un sistema viejo. Hoy Cristina refleja el pasado y Cambiemos, la expectativa del futuro.
-¿Perder representaría que les marquen un ticket de salida?
-No sé si es para tanto. Pero con un ticket picado va a ser muy difícil que el Presidente tenga legitimidad para juntar a todos los sectores.
-Hoy su pensamiento no está muy lejos del de Marcos Peña…
-No. No estoy tan lejos porque no hemos tenido diferencias. No habríamos llegado a donde llegamos si no hubiera un criterio parecido en la forma de lograr el objetivo. Siempre hubo diferencias de opiniones y bienvenida la diversidad. Pero ahora, cuando faltan cuatro meses para las elecciones, con Marcos siempre hemos tenido la inteligencia para acercar las dos partes y pensar en pos del objetivo electoral.
-Usted es uno de los pocos que contradijeron a la cúpula macrista y sobrevivieron. ¿Por qué?
-Los espacios de poder no pueden ser homogéneos. El conductor, en este caso el Presidente, tiene que saber administrar esa diversidad y hasta hoy la administra bastante bien. Además, la sinceridad es lo que me permite renovar los créditos cuando parece que estoy afuera.
-Sobre las elecciones, ¿el esquema de lo viejo contra lo nuevo no ahonda las diferencias?
-La posverdad del justicialismo fue la justicia social. Después de 30 años terminamos con el 30% de pobres. Estoy harto de que invoquen el discurso del pueblo, de Perón, de Evita y no sé cuántos… y que hoy tengamos después de casi 30 años de peronismo a uno de cada tres argentinos en la pobreza. El peronismo necesita una renovación. El crédito de la justicia social se le agotó al peronismo.
-¿Entonces cree que la elección puede marcar el fin de la grieta?
-Sí, sin dudas, éste es el fin de la grieta. Es el fin de una generación política predemocrática, entendible desde el punto de vista de los acontecimientos históricos, pero ya a 30 años debe superar los resentimientos, prejuicios, dolores y volver a crear puentes.
Santiago Dapelo – LA NACION